El pluralismo mal entendido
Se trata de una versi¨®n sofisticada del ¡°pues anda qu¨¦ t¨²¡± que prolifera en el mundo de la dial¨¦ctica pol¨ªtica
Que uno de los rasgos m¨¢s definitorios de la democracia es el pluralismo, y que se trata de un valor a conservar y a cultivar con mimo, no habr¨ªa ni siquiera que comentarlo, mucho menos discutirlo. Es cierto que resulta m¨¢s f¨¢cil pon¨¦rselo en una biograf¨ªa de Twitter ¨C¡±amante del pluralismo y los gatos¡±¨C que asumirlo con deportividad cuando toca ejercerlo; igual que proclamar que las cr¨ªticas nos ayudan y luego picarnos al m¨¢s t¨ªmido comentario, o declararnos fans de los documentales de naturaleza y cambiar de canal a los diez segundos de ver un oso en el ?rtico. Pero, a pesar de todo, el pluralismo es esencia y sost¨¦n de la democracia, y no hay discusi¨®n.
Eso no impide que tenga tambi¨¦n su lado perverso, fruto de una utilizaci¨®n sesgada. Aparece cuando un gobernante se excusa en los errores de otro gobernante, de formaci¨®n rival, para evitar dar cuentas de las debilidades propias. Y si ese sesgo es rec¨ªproco, se acaba produciendo un bloqueo o, cuando menos, una coreograf¨ªa de regates sin salida f¨¢cil.
As¨ª se ha puesto en evidencia este mi¨¦rcoles, en la ¨²ltima sesi¨®n de control parlamentario al president Quim Torra, a cuenta de los recursos econ¨®micos necesarios para la reconstrucci¨®n tras la pandemia. El l¨ªder socialista, Miquel Iceta, ha preguntado cu¨¢les ser¨¢n las modificaciones presupuestarias tras la crisis de la covid-19, a lo que Torra ha contestado delegando la responsabilidad en el Gobierno central, presidido por un correligionario de Iceta. El president emplea esta estrategia con PSC y con los Comunes, utilizando el pluralismo ¨Cel hecho de que unos partidos gobiernen una instituci¨®n, y otros otra, lo normal y conveniente¨C para defenderse con un ataque. Y, claro, Iceta ha evitado todo comentario sobre Moncloa, y ha insistido en su pregunta sobre la Generalitat. El resultado: no hemos llegado a conocer de d¨®nde ni c¨®mo van a salir los recursos de marras.
Es una versi¨®n sofisticada del ¡°pues anda qu¨¦ t¨²¡± que prolifera en el mundo de la dial¨¦ctica pol¨ªtica. Casi nadie est¨¢ exento de caer en ese pecado. Hoy mismo, de nuevo en el Parlament, hemos tenido un segundo ejemplo, esta vez entre el portavoz de ERC, Sergi Sabri¨¤ y Quim Torra. Era un intercambio de r¨¦plicas sobre esa criatura mitol¨®gica -y, para algunos, dist¨®pica- llamada ¡°unidad independentista¡±. Sabri¨¤ afirm¨® ¡°no hay que dejar la unidad en palabras al viento, la unidad no se proclama, se ejerce¡±, en alusi¨®n a las presiones recibidas por Esquerra. A lo que el president replic¨® con un ¡°pues venga, ?c¨®mo lo hacemos?¡±, un rev¨¦s de raqueta en toda regla. Y ah¨ª se qued¨®, en otra vuelta a la polea del cable que los mantiene unidos y en tensi¨®n a la vez: cuando se abra la veda electoral, no s¨¦ c¨®mo van a lograr que no cruja todo el armaz¨®n.
El que parece crujir sin remedio es el conseller de Interior, Miquel Buch, acorralado por los continuos excesos de los Mossos. Este mi¨¦rcoles se le han abalanzado los Comunes y la CUP, pero es que ya ven¨ªa de casa con las exigencias de la misma ERC para que haga limpieza. Estamos en una legislatura zombie, que solo aguanta a la espera de viento de cola a favor de JuntsxCat: dir¨ªa que s¨®lo eso sostiene a Buch. A no ser que alguien llegue a la conclusi¨®n de que debe soltar lastre.
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