Relato de Marc, mordido por una v¨ªbora
El reptil le atac¨® cuando realizaba labores de jardiner¨ªa en Viladrau
¡°Al principio no vi a la v¨ªbora que me mordi¨®¡±, me explic¨® Marc el jueves en el crep¨²sculo mientras tom¨¢bamos una copa en La Cerve. ¡°Estaba enrollada entre la barandilla del jard¨ªn y uno de los postes. Pas¨¦ por encima, apoy¨¢ndome en la valla, y not¨¦ un pinchazo muy intenso en la mano, pens¨¦ que me hab¨ªa clavado un hierro. Entonces la vi. Me ha picado de todo, escorpiones, avispas, ara?as, incluso una tar¨¢ntula catalana. Pero como esto nada. Se me puso en el acto toda la piel de gallina. Grit¨¦: '?Me ha picado un escur?¨®!¡±.
Yo le escuchaba tomando notas y tragando saliva. Una nueva incorporaci¨®n al club de mordidos por las serpientes venenosas que se va incrementando en Viladrau con el correr del tiempo, poco a poco. Temo el d¨ªa que me entreviste a m¨ª mismo (hasta ahora solo me ha mordido una inofensiva culebra). Mi tarea autoimpuesta es registrar los casos que conozco. Lo hago con la entrega con que en Llegaron a Cordura el coronel Tom Thorn (Gary Cooper), abrumado por su cobard¨ªa, anota en su libreta sobre el terreno, durante la incursi¨®n contra Pancho Villa, los actos de valor de los soldados a los que recomendar¨ªa para la Medalla de Honor del Congreso.
Las serpientes me fascinan, me recuerdan a mi madre. Mi madre contaba las mejores historias de serpientes, no en balde hab¨ªa vivido su infancia en una hacienda en Venezuela. La mejor es la de cuando de muy ni?a ten¨ªa como mascota, hasta que lo descubri¨® con horror el capataz y la mat¨® con el machete, una mapanare tigra mariposa (Bothrops venezuelensiis, un vip¨¦rido), una de las serpientes m¨¢s letales de Sudam¨¦rica, prima zumosol del escur?¨®. Si hubiera mordido a mi madre yo desde luego no estar¨ªa aqu¨ª, bueno all¨ª, en el bar de la plaza, escuchando el relato de Marc y apurando mi medio gin-tonic con mano temblorosa.
¡°Fue el 1 de julio, poco despu¨¦s de las 9 de la ma?ana, trabaj¨¢bamos en un jard¨ªn en los Vernets, en casa de David Erra, de los Licuados, recortando el seto, y paramos para almorzar; fue entonces cuando salt¨¦ la barandilla¡±. Marc Robust¨¦ tiene 35 a?os, es de complexi¨®n atl¨¦tica, ojos claros, y con un atractivo aire travieso y juvenil como un Huckelberry Finn crecido. Hace labores de jardiner¨ªa y tambi¨¦n trabaja desde hace cinco a?os en el Parque Natural del Montseny. Sabe identificar perfectamente una v¨ªbora. Se?al¨® sin dudar la ¨¢spid (Vipera aspis), el escur?¨® pirinenc, en mi baqueteada gu¨ªa de campo de reptiles y anfibios (Omega, 1978). Es la que resulta relativamente corriente en Viladrau. Ojillos inquietantes de pupila vertical, hocico arremangado, cabeza ancha y triangular, dibujo dorsal en barras, como una cicatriz suturada.
¡°Me mordi¨® aqu¨ª¡±, dijo mostrando el dedo ¨ªndice de la mano derecha. ¡°Se pod¨ªan ver las dos incisiones de los colmillos, ahora ya no. Llamamos al CAP de Santa Eug¨¨nia, donde nos dijeron que muchas mordeduras de v¨ªbora son secas, no inoculan veneno, solo marcan y que fu¨¦ramos all¨ª a ver. En 15 minutos llegamos. Para entonces el dedo ya estaba super hinchado y resultaba claro que no era una picadura seca. As¨ª que nos fuimos a Vic. Tardamos 25 minutos. Ya no era s¨®lo el dedo sino que los nudillos se hab¨ªan convertido en un gran bulto. Nos pusimos a la cola en Urgencias hasta que al decir que me hab¨ªa picado una v¨ªbora nos dejaron pasar y me hicieron un reconocimiento¡±. Entretanto, llegaba al otro escenario del drama Marc Arx¨¦, amigo de Robust¨¦, armado con un hacha. El segundo lo hab¨ªa avisado, horrorizado ante la perspectiva de que la v¨ªbora pudiera seguir en un jard¨ªn en el que juegan habitualmente dos ni?as peque?as.
Arx¨¦ encontr¨® al reptil en el mismo sitio en la valla. Lo mat¨®, impresionado todav¨ªa por el accidente de su camarada y considerando que no era momento para sutilezas ecol¨®gicas. Le envi¨® la foto a Robust¨¦ con el m¨®vil. La v¨ªctima de la mordedura me la ense?¨® en el bar. Un bonito ejemplar que parec¨ªa vivo pese al incongruente tajo que le separaba el tercio superior del cuerpo del resto. ¡°No fue tanto el da?o como la sensaci¨®n inesperada¡±, ahora Marc hablaba de s¨ª mismo. ¡°Fue algo completamente inopinado, he visto muchas v¨ªboras y siempre te avisan, bufan, se hacen notar. Est¨¢ no avis¨®¡±. Era peque?a, de unos 35 cent¨ªmetros (pueden llegar a los 75). ¡°En el hospital, en Vic, me hicieron un an¨¢lisis de sangre y las constantes. Pero pasaron tres horas sin decirme nada ni ponerme ant¨ªdoto. Yo notaba como la inflamaci¨®n me iba subiendo por el brazo. Mi mujer estaba preocupada. Finalmente vino el m¨¦dico jefe: ¡®El ant¨ªdoto es una putada e intentaremos evit¨¢rtelo, provoca muchos efectos. Vamos observando el proceso, no te preocupes. Por tu edad, constituci¨®n y peso, podemos esperar y ver¡¯. Me pusieron una v¨ªa y me suministraron antibi¨®tico y antiinflamatorio. Me controlaban el pulso. Por lo visto es un protocolo nuevo no poner inmediatamente el ant¨ªdoto. Por la noche, ingresado, las pas¨¦ canutas, miraba todo el rato como sub¨ªa la inflamaci¨®n, pensando que si pasaba del hombro, ¨ªbamos mal. Casi llegaba a la axila por debajo¡±.
All¨ª se detuvo. Le dieron el alta al d¨ªa siguiente recomend¨¢ndole que siguiera observ¨¢ndose. Durante d¨ªas tuvo calambres y sensaci¨®n ¡°como de ci¨¢tica¡± en el brazo, y agarrotamiento. En un mes y medio estaba casi normal aunque le costaba cerrar el pu?o del todo. ?Le ha quedado miedo, fobia? ¡°Si. Ahora estoy cagado¡±, respondi¨® Marc con franqueza. ¡°Antes no hab¨ªa tenido miedo nunca, met¨ªa las manos bajo las piedras y en las pilas de le?a. Nunca pens¨¦ que las v¨ªboras pudieran ser tan repentinas y agresivas. No llegu¨¦ ni a tocarla¡±. Una de las cosas peores, bromea, fue que todos los avis del pueblo se empe?aron en ayudarlo cont¨¢ndole viejas macabras historias de serpientes. ¡°Me dec¨ªan, ¡®el del Mol¨ª de Rosquelles muri¨®, y aquel otro al que picaron se qued¨® tonto¡¯. ?Vaya cabrones los avis!¡±, r¨ªe con ternura. Hablamos de otros casos conocidos en Viladrau, Antonio Vi?as Jr., Mariano, al que le pic¨® una entre las hierbas, no hizo caso, se fue a casa y lo pas¨® fatal, se le iba la vista. Le expliqu¨¦ que con May Clapers tuvimos una en cautividad en un terrario en su casa junto al club. La gente ven¨ªa a verla a ella y a otras serpientes que recolectamos. Ten¨ªamos que haber cobrado entrada.
Le cont¨¦ (es ya una tradici¨®n cuando converso con una v¨ªctima), para que contextualizara su caso, el del herpet¨®logo Joe Slowinski mordido por un krait de muchas bandas (Bungarus multicinctus) en Myanmar por culpa de un becario que se lo dio en una bolsa dici¨¦ndole que era una inofensiva serpiente lobo -un fallo lo tiene cualquiera-. Slowinski muri¨® de manera atroz, pudri¨¦ndose por dentro, antes de que pudiera recibir ayuda o ser evacuarlo (era el 11 de septiembre de 2001). Saqu¨¦ a colaci¨®n que para saber r¨¢pido si te ha mordido un krait o alg¨²n otro el¨¢pido -cobras, taipanes, v¨ªboras de la muerte (!)-, de veneno neurot¨®xico, es mano de santo que te pongan una vela enfrente y te pregunten cuantas llamas ves: si ves cinco estas jodido. El mundo es un lugar sorprendente, acord¨® Marc, que mencion¨® el caso de una orqu¨ªdea que se hace pasar por la hembra de un insecto para que el macho contribuya a su polinizaci¨®n. Apuramos nuestras copas -¨¦l iba por la segunda: es lo que tiene recordar que te ha mordido una v¨ªbora- y, viendo ya que no le iba a provocar un trauma le ense?¨¦ el v¨ªdeo que me hab¨ªa pasado, a trav¨¦s de Jos¨¦ Luis Copete, el naturalista Pedro Rubio, que ha estado recolectando v¨ªboras en la Cerda?a, en Martinet, estos d¨ªas con el ornit¨®logo, para fotografiarlas.
¡°Hay que cogerlas por la cola, por la ma?ana cuando est¨¢n fr¨ªas¡±, me explic¨® Pedro al llamarle para que me contara la aventura. Me reconoci¨® que hab¨ªa estado a punto de sufrir un percance tambi¨¦n -hay que ver c¨®mo esta el verano- pues ¡°fui torpe, llevaba guantes de goma muy finos y no s¨¦ c¨®mo movi¨® la mand¨ªbula y sac¨® un colmillo que me pas¨® a mil¨ªmetros¡±. Aprovechando me coment¨® del hermano de un amigo al que mordi¨® una latastei -el otro tipo de v¨ªbora en Catalu?a, la v¨ªbora hocicuda (Vipera latastei)-, menos peligrosa que la ¨¢spid pero que como tardaron en tratarlo perdi¨® la pierna, aunque luego se hizo taxista.
¡°Son muy nobles, Jacinto, la nobleza personificada¡±, me recalc¨® el naturalista con una extra?a emoci¨®n. ¡°Solo atacan cuando se ven en lo peor. Tienen mala fama porque son peligrosas pero siempre tratan de evitar morder y son muy beneficiosas para el campo. Ahora lo pasan muy mal porque los jabal¨ªes, que proliferan tanto, se las comen¡±. Con las v¨ªboras, acordamos con Marc, es dif¨ªcil ser ecu¨¢nime, sobre todo si te han mordido. Pero lo cierto es que pese al dicho popular ¡°si et pica un escur?¨®, no tens temps de l¡¯extremauci¨®¡± las consecuencias de la mordedura son muy raramente fatales: de las 30 o 40 que se producen anualmente en Catalu?a, s¨®lo una o dos son mortales. Si se compara con ?frica (100.000 mordeduras, m¨¢s de 20.000 muertes anuales), Latinoam¨¦rica (300.000 y 5.000) y sobre todo Asia (2 millones de envenenamientos al a?o y cerca de 100.000 muertos anuales, ?274 al d¨ªa!), vemos que somos una tierra bendita, al menos en lo que a serpientes se refiere¡
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