El desencanto toma la calle
La fractura pol¨ªtica y la falta de objetivos concretos desinflan las movilizaciones ciudadanas
Una pareja de j¨®venes mantiene un peque?o debate en una protesta de los CDR en Barcelona tras la inhabilitaci¨®n del presidente de la Generalitat, Quim Torra. ¡°Es que ni ha aguantado. No se ha quedado en la Generalitat a la espera de que le saquen¡±, se queja uno de ellos, mientras el otro asiente. A penas un millar de personas ha salido a la calle a manifestarse, y entre sus proclamas a voz en grito no hay una sola referencia al president. Solo alg¨²n comentario, como el de la pareja, en corrillo. No han sido muchos m¨¢s los concentrados en la plaza de Sant Jaume para verle despedirse como presidente.
M¨¢s all¨¢ de la incidencia l¨®gica del coronavirus, las protestas en las calles de Catalu?a no son lo que eran. ¡°Solo en un a?o, el grado de fragmentaci¨®n y de enfrentamiento del movimiento independentista es muy alto¡±, explica el profesor Jordi Mir, miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos sociales de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Se?ala que tanto en el refer¨¦ndum del 1-0, cuando se quer¨ªa demostrar la ¡°capacidad de autorganizaci¨®n, incluso de desobedecer y la voluntad de votar¡±, como en las protestas del a?o pasado, con un ¡°surgimiento del malestar acumulado durante mucho tiempo¡±, hab¨ªa unos objetivos muy claros que ahora se han difuminado.
¡°A nivel social mucha gente no ve salida a sus aspiraciones y anhelos independentistas y ve un conflicto interno entre Junts y ERC. Eso tiene un efecto desmovilizador¡±, coincide Jos¨¦ Luis Mart¨ª, profesor de Derecho de la UPF. ¡°Mucha gente siente que le han vendido 40 veces la moto y no acaban de ver una salida¡±, considera.
¡°Tras el 1-O, me doy cuenta de que no se dar¨¢ el paso de mantener un movimiento fuerte en los barrios y en los lugares de trabajo para obligar al Estado a sentarse¡±, explica una persona, que pide no ser identificada, que no ha vuelto a salir a la calle desde entonces. ¡°Vi que todo lo que habr¨ªa ser¨ªan movilizaciones centradas en la respuesta a la represi¨®n y no en los objetivos¡±, concluye. ¡°Algunos episodios de represi¨®n generan una ola de apoyos que te hacen crecer, pero si la crecida no est¨¢ fundamentada en un buen tejido, se acaba r¨¢pido¡±, a?ade Mir.
Tampoco est¨¢ activo en la actualidad el Tsunami Democr¨¤tic, una plataforma an¨®nima que organiz¨® y aglutin¨® las protestas de 2019. ¡°Nace en un momento en que la idea de la respuesta unitaria es recurrente. Hay una voluntad muy amplia y muy compartida, desde ERC, la izquierda independentista hasta el Govern y Puigdemont, que llega incluso a sectores no independentistas¡±, recuerda Mir. Pero el Tusnami se desvanece a medida que ese acuerdo pierde fuelle, y que las protestas no tienen unos resultados claros. ¡°No es f¨¢cil crear grandes movilizaciones exitosas¡±, indica Mir.
Mart¨ª a?ade el temor que surge en parte de los partidos pol¨ªticos, tambi¨¦n de ANC y ?mnium, al ver que la calle se les escapa de las manos. Y pone el ejemplo de la marcha hasta el aeropuerto de El Prat. ¡°El Tsunami decide desconvocar, pero una parte de los manifestantes dicen que van a seguir adelante. Eso a algunos organizadores y sectores del independentismo les asusta. Temen no tener pleno control de la calle, y les hace recular y dar un paso atr¨¢s¡±.
¡°Cuando miramos los movimientos con perspectiva hist¨®rica, vemos que hay flujos y reflujos. Movilizarse, aunque sea solo el fin de semana y festivos, tiene un coste para la gente¡±, analiza Mir. ¡°Hay momentos en los que es f¨¢cil sumarse, y momentos en los que no¡±, apostilla. Tanto Mir como Mart¨ª subrayan que no salir a la calle ¡°no quiere decir que no haya gente con las mismas ideas, o que est¨¦ igual o m¨¢s enfadada que antes¡±, y que vayan a votar en el mismo sentido. ¡°Hay momentos de gran confluencia en que la gente se encuentra y despu¨¦s se fracturan. Pero eso siempre puede cambiar. Alguien le da un giro, se plantean las cosas de otra manera y puedes agrupar de nuevo a la gente¡±, concluye Mir.
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