La vida de un piloto de caza, en una caja de puros
Documentos familiares permiten recuperar la historia del aviador republicano barcelon¨¦s Vicente Pinar, abrasado en su Chato en 1938
La vieja y rom¨¢ntica foto de color sepia lo muestra enfundado en una chaqueta de cuero, cubierto con el gorro de piloto con antiparras y escudri?ando el cielo, no en busca de aves precisamente. Vicente Pinar Marsans, aviador de las Fuerzas A¨¦reas de la Rep¨²blica nacido en Barcelona, luch¨® durante la Guerra Civil con veinte a?os a los mandos de un caza Polikarpov I-15 Chato, y muri¨® en su aparato, abrasado. Su historia ha podido ser minuciosamente reconstruida, gracias al esfuerzo de un familiar, su sobrino Manel Pinar, y el hallazgo de documentos, entre ellos los galones e insignias del piloto y el comunicado de su muerte, que se hab¨ªan conservado en dos cajas de puros en el taller de la familia en el barrio de Sant Antoni.
Manel Pinar ha rastreado la vida de su t¨ªo en un precioso ejemplo de memoria hist¨®rica familiar y la ha plasmado en un conmovedor y voluntarioso libro lleno de fotos, cartas y otros interesant¨ªsimos documentos y testimonios. Vicente Pinar, el aviador lo ha editado la Asociaci¨®n de Aviadores de la Rep¨²blica (ADAR) que ha colaborado con el sobrino del piloto. Le han asesorado especialmente David Gesal¨ª y David ??iguez, historiadores oficiales de ADAR, toda una garant¨ªa.
Manel Pinar recuerda que en los a?os sesenta sus padres le llevaron a Osso de Cinca, en Huesca, a visitar la tumba del hermano de su padre. Cuarenta a?os despu¨¦s, dice, ese punto final se convirti¨® en el inicio de su relato. ?C¨®mo hab¨ªa ido a parar el t¨ªo Vicente a ese lugar?
Vicente, ¡°un chico de 19 a?os, se sangre caliente y delgado como un clavo¡±, sali¨® de casa una ma?ana de finales de 1936 para alistarse en el ej¨¦rcito leal al Gobierno republicano como aviador. Dejaba atr¨¢s sus estudios de electricidad en la Escuela del Trabajo, un puesto en la empresa de ascensores Fuster Fabra (en la actual plaza de les Gl¨°ries) de la que su t¨ªo era director general, y a su novia, Pepita. Para los padres ver marchar a Vicente a la guerra fue dur¨ªsimo: hab¨ªan perdido por enfermedad a siete de sus nueve hijos (el otro superviviente era el hermano peque?o de Vicente, Carlos, padre del autor del libro).
El joven que se alistaba para volar ya era un apasionado de los aviones desde ni?o: una foto familiar lo muestra en unos carnavales en la Rambla en 1920 tripulando un avi¨®n de juguete.
Le escogieron para ir a formarse a la URSS, a la escuela de pilotos de Kirovabad. Lleg¨® tras un largo periplo pasando por Estambul. Vivi¨® el dur¨ªsimo y acelerado entrenamiento como piloto de caza en el que murieron varios compa?eros, entre ellos Manuel Recalde, cuyo hermano gemelo Jos¨¦ estaba en la misma promoci¨®n. La familia de Pinar conserva diez cartas de Vicente desde Kirovabad. De vuelta, despu¨¦s de una semana de permiso en Barcelona (y una estancia en Mosc¨² donde a los aviadores se les proporcion¨® compa?¨ªa femenina, para horror de Pepita), fue nombrado sargento piloto y enviado al Frente del Centro. Pasa despu¨¦s al Frente Norte dentro de la escuadrilla vasca y el 2 de enero de 1938 (se conserva el salvoconducto para viajar) se incorpora en Sabadell a la 4? escuadrilla de Chatos del Grupo 26 de Caza. Su misi¨®n, la vigilancia de las costas de Barcelona contra los ataques de los hidroaviones alemanes (nocturnos) y los trimotores italianos Savoia S.79 (diurnos) que despegan de Pollensa para bombardear la capital catalana. Un d¨ªa, Vicente vuela con su Chato sobre los tejados del barrio de Sant Antoni y hace unas piruetas para que lo vea su hermano.
Acribillado
Posteriormente, el aviador vuela en el frente de Teruel desde el aer¨®dromo de Barracas. Su ¨²ltimo combate es el 12 de marzo de 1938. Su avi¨®n resulta acribillado, por lo que aterriza en Caspe (Campillo), donde hay una escuadrilla de Moscas. Al d¨ªa siguiente vuelve a despegar para regresar a su base y entonces sufre el accidente en el que se mata. Posiblemente, el dep¨®sito de gasolina estaba agujerado por las balas y el combustible se sali¨® e incendi¨®. El avi¨®n se convirti¨® en una antorcha con el piloto dentro. El aparato, reza el diario de operaciones del aer¨®dromo, capot¨® momentos despu¨¦s de del despegue ¡°pereciendo el piloto Vicente Pinar carbonizado¡±.
En su libro, Manel Pinar no se limita a documentar la vida de su t¨ªo. Imagina la carta que sabemos que escribi¨® la v¨ªspera de su muerte pero que no se conserv¨® y explica que ¨¦l mismo ha volado con los galones y los emblemas de su t¨ªo, el abrasado aviador, en el bolsillo de la cazadora...
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