El arca perdida est¨¢ en el museo
La exposici¨®n ¡®Udjat¡¯ resigue la seducci¨®n ex¨®tica del Antiguo Egipto en Barcelona y sus curiosas manifestaciones culturales
No la busques m¨¢s Indy, el arca perdida est¨¢ en un museo de Barcelona.
La famosa Arca de la Alianza de la Biblia que constitu¨ªa el tesoro m¨¢s preciado del pueblo de Israel (y su arma m¨¢s efectiva, seg¨²n el Antiguo Testamento y la pel¨ªcula de Spielberg), puede verse estos d¨ªas en la sede del Museo Etnol¨®gico y de Culturas del Mundo en la calle de Montcada, como pieza se?era de la exposici¨®n Udjat, el exotismo del Antiguo Egipto en Barcelona (hasta el 15 de junio). En realidad, no es la de verdad, que como todo el mundo sabe se encuentra en un almac¨¦n secreto en EE UU junto a los extraterrestres de Roswell, sino una r¨¦plica, pero su historia no es menos asombrosa.
La primorosa copia del arca o tabern¨¢culo donde se guardaban las tablas de la ley (si da pereza leer el ?xodo v¨¦ase otra pel¨ªcula: Los Diez Mandamientos) fue descubierta en 2016 por casualidad en, lo que hay que ver, una capilla tapiada en la segunda planta de la bas¨ªlica de los M¨¢rtires Just y Pastor, donde languidec¨ªa cubierta de moho desde 1923. La singular reproducci¨®n, de gran tama?o y hecha en madera decorada con tallas, relieves e inscripciones, incluidos jerogl¨ªficos y cartuchos fara¨®nicos (chapuceros: no pone el nombre de ning¨²n rey de verdad), fue dise?ada en 1876 por el arquitecto Josep Vilaseca por encargo del rector y construida por artesanos entre los que se encontraban algunos que hab¨ªan trabajado en los decorados de la ¨®pera Aida. El prop¨®sito era piadoso: el arca formaba parte de un monumento desmontable de Semana Santa que se colocaba en el altar para dar magnificencia a los oficios lit¨²rgicos y atraer p¨²blico.
Esta estupenda Arca de la Aianza de pega (que volver¨¢ luego a la bas¨ªlica) es una de las obras que sirven para explicar la singular fascinaci¨®n egiptoman¨ªaca de la ciudad de Barcelona expresada en distintas creaciones desde el siglo XIX. En la visita, que recalca la apropiaci¨®n cultural por occidente de la civilizaci¨®n egipcia, su idealizaci¨®n y tergiversaci¨®n, se encuentran otras sorpresas, como la envidiable indumentaria de Radam¨¦s que luci¨® el tenor Francesc Vi?as en la Aida de 1903 en el Liceo, o una imagen de la enorme Esfinge m¨®vil que adelant¨¢ndose a la del filme Cleopatra de Mankiewicz de 1963 recorri¨® en 1934 el paseo de Gr¨¤cia para ganar el premio a la mejor comparsa en el carnaval de Barcelona. Tambi¨¦n, una copia de un guardi¨¢n de la tumba de Tutankam¨®n, o un armario sarc¨®fago que funcionaria extraordinariamente como minibar.
Hay libros, carteles, dibujos, teatrillos, fotos. Una secci¨®n final est¨¢ dedicada al cine (hay un ciclo en la Filmoteca como parte de las actividades paralelas) y ah¨ª puedes ver a Claudette Colbert llev¨¢ndose el ¨¢spid al seno o a Boris Karloff siendo embalsamado vivo, todo un trance. El recorrido permite admirar tambi¨¦n algo realmente excepcional: los calcos de pinturas que decoraban las mastabas de dos nobles del Imperio Antiguo enterrados en Saqqara y que Eduard Tod¨¤, nuestro primer egipt¨®logo, al parecer, seg¨²n cont¨® el comisario de la muestra, Oriol Pascual, sustrajo del viejo museo egipcio de Bulaq, en El Cairo, en un arrebato, precisamente, egiptoman¨ªaco o m¨¢s concretamente egiptoman¨ªaco-clept¨®mano.
La exposici¨®n, de formato modesto, pero con mucha gracia e incluso un obelisco a¨²n m¨¢s de pega que el arca, cuenta, aunque no es una muestra de arqueolog¨ªa, con otro testimonio real del Antiguo Egipto, un mini ojo Udjat (el emblem¨¢tico ojo de Horus, ese milenario logotipo) del Museu Egipci de la fundaci¨®n Clos, que tambi¨¦n ha cedido una p¨¢gina con una vista de Karnak de la seminal Description de l¡¯?gypte, la obra de los sabios de la expedici¨®n Bonaparte que dio pie a la egiptolog¨ªa.
Pascual reconoci¨® que Barcelona, con Catalu?a y Espa?a alejadas hist¨®ricamente de Egipto, no tiene el patrimonio egiptol¨®gico, ni siquiera imaginario, de otras metr¨®polis europeas. La huella de la egiptoman¨ªa se reduce sobre todo, aparte de Aida, a obras arquitect¨®nicas neoegipcias, alguna casa estilo mastaba y alguna fuente, pero especialmente panteones en los cementerios de la ciudad. Se exhiben planos y fotos de construcciones funerarias (g¨¦nero bastante egipcio) de Leandre Albareda. Y el coche Hispano-Suiza de un empresario que el arquitecto Vilaseca decor¨® en 1908 como un sarc¨®fago egipcio, que ya es yuyu...
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