Tumbonas y cigarras en un Pedralbes musical
El Festival Jardins de Pedralbes clausur¨® la edici¨®n m¨¢s extra?a con casi 100.000 asistentes tras 142 conciertos en 55 d¨ªas
Jorge Drexler clausur¨® la noche del pasado domingo por todo lo alto la nueva edici¨®n pand¨¦mica del Festival Jardins de Pedralbes. La convocatoria, la novena, ha bajado la persiana con casi cien mil asistentes, cifra que en los tiempos que corren suena estrepitosa. Y no es el ¨²nico n¨²mero espectacular: han sido, en 55 jornadas, 142 conciertos, de los cuales los celebrados en el auditorio principal (42) han tenido un 95,9% de ocupaci¨®n y 33 agotaron localidades. Ha sido, parad¨®jicamente, la edici¨®n con mayor ¨ªndice de ocupaci¨®n de un evento que, con un presupuesto de 3,1 millones de euros, ha generado 700 puestos de trabajo directos e indirectos.
Nada ha parecido ni ha sido habitual, en el fondo. En realidad, el de Drexler no estaba programado como concierto de clausura, pero las circunstancias le llevaron hace unas semanas a aplazar su actuaci¨®n por la Covid-19. Solventado el problema, Drexler no quiso faltar a su cita barcelonesa aunque fuese en el ¨²ltimo momento.
Y fue una suerte, porque el suyo fue uno de esos conciertos que se agradecen, un par¨¦ntesis de intimidad, cercan¨ªa y sensibilidad.
A la entrada de los jardines, si no hubiese sido por la abundancia de mascarillas, nadie hubiera pensado en pandemias o restricciones. Ya es habitual en este festival que el p¨²blico acuda atra¨ªdo tanto por las actuaciones como por el ambiente del Village, con sus dos peque?os escenarios y sus innumerables ofertas gastron¨®micas, sus sillas y tumbonas desparramadas entre ¨¢rboles con el omnipresente sonido de las cigarras llen¨¢ndolo todo. Incluso una parte de los asistentes prescinde de la actuaci¨®n principal y acude solo para pasearse por ah¨ª y cenar en los jardines.
El domingo, esa zona ofrec¨ªa un aspecto casi prepand¨¦mico, chirriando la ausencia de mascarillas que, al tratarse de comer y beber, estaba justificada, pero tal y como est¨¢n las cosas provocaba cierta intranquilidad. El abundante personal intentaba remediarlo.
A un lado actuaba Carla Sunday and The Blue Birds, tr¨ªo jazz¨ªstico sencillo y directo, id¨®neo para amenizar la espera. En el otro extremo, Maria Yfeu ofrec¨ªa una actuaci¨®n m¨¢s l¨²gubre y dif¨ªcil de saborear entre pizzas, sushi y helados soft.
En el anfiteatro, el ambiente era muy distinto: mascarillas en su sitio y distancias de seguridad, respetadas. A las 22 horas, ces¨® la suave m¨²sica de Marcelo Camelo que inundaba el ambiente por megafon¨ªa. Y Jorge Drexler apareci¨® solo, guitarra en mano, marc¨¢ndose a modo de saludo Dos colores y fue como si hubiese extendido una red encima del auditorio impidiendo que nadie pudiera escaparse.
El encanto de la cercan¨ªa
Cuando Drexler es m¨¢s Drexler es cuando est¨¢ solo o casi, como as¨ª pas¨®; entonces esa cercan¨ªa y naturalidad alcanza sus cotas m¨¢ximas. Los temas que trata y c¨®mo los trata llegan m¨¢s adentro.
Como era un reencuentro, fue directo a lo que el p¨²blico esperaba y ya la segunda canci¨®n fue coreada por el personal: La milonga del moro jud¨ªo. Y, a partir de ah¨ª, fueron apareciendo sus proclamas de igualdad y solidaridad que predica como quien no quiere la cosa desde su p¨²lpito, que tampoco lo parece.
Dexter se present¨® en un formato tr¨ªo id¨®neo para su propuesta. Acompa?ado por la teclista Meritxell Nederman y el percusionista Borja Barrueta, fue desgranando lo m¨¢s esperado de su repertorio intercalando un curioso Toque de queda que, compuesto hace a?os, se mostr¨® de total actualidad; o un Codo con codo, creado al inicio de la pandemia.
Volvi¨® a dejar claro no solo su dominio del l¨¦xico y la dicci¨®n, sino tambi¨¦n de la guitarra, alternando una cl¨¢sica, una semiac¨²stica y hasta enarbolado ocasionalmente una Telecaster. As¨ª, rompi¨® la rutina explicando que le acababan de regalar un guitarlele fabricado con la madera del mismo ¨¢rbol de uno que ya ten¨ªa Kevin Johansen. Y, para estrenarlo, cant¨® en catal¨¢n una canci¨®n de Gossos.
El juego de sensaciones (toda su actuaci¨®n lo hab¨ªa sido) de Silencio cerr¨® un concierto altamente seductor. Drexler volvi¨® a ser Drexler y, cuando lo consigue, es imposible resistirse.
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