Un refugio con las amigas
El bar Buenavista, en Sants, es un local que une, como pocos en Barcelona, espontaneidad, buenas tapas y buen precio
Tener un bar refugio en Barcelona es muy complicado. La oferta tabernera de proximidad de la ciudad ya sabemos que tiene problemas de gentrificaci¨®n evidentes que no vamos a volver a repetir, pero, en resumen: nada es bueno, ni barato, ni te permite estar a gusto sin tener que cumplir normas anti habitantes locales como tener que cenar obligatoriamente a las siete de la tarde. O pedir seg¨²n qu¨¦ bebida si usas la terraza con un plus de precio. Por eso, los bares donde refugiarse se han convertido en un santo grial a encontrar por parte sobre todo de una generaci¨®n de treinta?eros de clase media degradada ¡ªlos veintea?eros tienen a¨²n menos expectativas en la hosteler¨ªa¡ª que no quieren conformarse solo con la mediana de Estrella Galicia que ofrecen nuestras vecinas de origen asi¨¢tico, que est¨¢ muy bien, pero a veces se echa en falta algo m¨¢s. Si adem¨¢s se quiere comer algo y salir de una vez por todas de Gr¨¤cia (por favor): Buenavista Bar, en la calle Sant Crist 23, en Sants.
La barra met¨¢lica y la pizarra hay que saberlas llevar. No vale cualquiera. Desde hace m¨¢s o menos cinco a?os, no hay bar que pretenda ser neo-viejo que no tenga estos dos elementos intentando captar al buscador de autenticidad. Pero los que venimos de sitios donde quedan bares con mucha pureza ¡ªen mi caso, Sevilla¡ª, los reconocemos a leguas. La pizarra no tiene que llevar sonrisitas pintadas y la barra tiene que invitar a ponerte donde quieras. Con eso ya empezamos bien. Adem¨¢s, tampoco necesitamos serr¨ªn en el suelo, cabezas de toros disecadas, ni ese olorcillo inquietante a melancol¨ªa, por decirlo fino.
El Buenavista me despert¨® esa alarma de buen bar donde encontrarse tranquilamente con amigas sin tener que reservar y pudiendo estar de pie, ¡ª?sin sitio asignado!¡ª la primera vez que fui cuando mis ex compa?eras de piso Claudia y Elena decidieron mudarse a Sants. Ellas hicieron match con Jordi Beltr¨¢n, el propietario del local, en 2019 al llegar al barrio. Y enseguida me lo hicieron saber. ?l llevaba abierto solo tres a?os antes, despu¨¦s de haber sido encargado en un sitio de Carrer Tallers y salir un poco huyendo del ambiente de aeropuerto gigante del centro de Barcelona prepandemia.
Cogi¨® el local despu¨¦s de un tiempo cerrado. Cuenta que hab¨ªa sido un restaurante italiano un poco hortera y que lo primero que cambi¨® fue el <parqu¨¦, porque le parec¨ªa excesivo para el ambiente que quer¨ªa tener ¨¦l. No hizo falta poner uno nuevo porque el que estaba debajo, ya le val¨ªa. El resultado es que queda la marca de donde estaba la barra anterior, lo que le da un punto arqueol¨®gico interesante y desenfadado.
No hay ning¨²n problema en reconocer que la gente que pasa por el Buenavista habitualmente va(mos) muy de estar por casa queriendo. Porque as¨ª somos esa generaci¨®n woke que se apunta r¨¢pidamente a todas las causas sociales ¡ªes que no tenemos otra¡ª, aunque sea a golpe de pasar el dedito por la pantalla del m¨®vil o de vestir algo reivindicativo. Jordi comparte esa atm¨®sfera y en la cuenta de Instagram del bar no solo se habla de comida, ni felicita cada ma?ana con la dichosa sonrisa forzada. Cuando hay que poner las cosas (al fascismo, por ejemplo) en su sitio, se ponen.
Lo de encontrarse con las amigas no es solo en el sentido inclusivo, es que el 100% de las veces que he estado en el Buenavista hab¨ªa m¨¢s mujeres que hombres y la atm¨®sfera que tiene es de hermandad o sororidad constante. ¡°Quiz¨¢ facilita que no est¨¢ en una calle de paso, no vale la parada t¨¦cnica, se viene a prop¨®sito¡±, dice Jordi. Cuando le pregunto a mis amigas por an¨¦cdotas en el bar les viene a la cabeza cuando quedaban con su amiga Jasmina embarazada para buscar nombres para su beb¨¦. O cuando fui a charlar con ¨¦l la semana pasada para escribir este homenaje, un grupo de cinco chicas estaba tranquilamente tomando unas ca?as. Una de ellas, erigida en lideresa, les ech¨® las cartas a las otras de una a una, en un aquelarre pseudo-feminista, poniendo a parir a amantes, familiares y todo el que se terciara. Cuando acabaron le pidieron a Jordi una foto con una c¨¢mara anal¨®gica de usar y tirar y en un alarde de sabidur¨ªa premonitoria le avisaron, al decirles que se iba a Sicilia de vacaciones en plena ola de calor: ¡°?Eres de playa? Porque te vas al infierno¡±. No les faltaba ninguna raz¨®n.
Y ahora vamos a lo que importa. Otra de las cosas que posicionan al Buenavista como buen bar de proximidad o refugio de parroquianos, aunque todav¨ªa en la flor de la vida es: la ensaladilla rusa. Eso tiene que estar bueno, porque si no, no vale. Y la del Buenavista es de las de pocos ingredientes, patata muy hecha, bastante mayonesa y unos piquitos de pan pa empujar clavados encima. Ojo, y sin llegar a los cinco euros la raci¨®n razonable. Perfecta.
Se agradece que nunca se les haya ocurrido a Jordi o a Rafa, el amigo que le sustituye cuando ¨¦l no est¨¢, llamar pulled pork a la carne mechada ¡ªal estilo canario o latino, no andaluz¡ª en salsa. Ya sea en bocadillo o en tapa con sus rebanaditas de pan. Hay que probarla s¨ª o s¨ª. Otro plato con ingenio, pero recordando a lo de toda la vida son las alb¨®ndigas al curry verde. La oferta en general es de esas peque?as, pero que buscan la calidad, con especial apartado a las conservas. ¡°Solo cosas que he probado y me gustan, si no no tendr¨ªa sentido servirlas¡±, aclara Jordi. El precio de las raciones oscila de los siete a los nueve euros.
El horario del Buenavista es bastante de tarde. En condiciones normales abre solo por las tardes/noches entre semana, y todo el d¨ªa los fines de semanas, incluyendo el santo verm¨² sin el cual, ?qu¨¦ hubiera sido de nuestra salud mental durante esta primera mitad de 2021? Por eso, merece la pena pararse en las bebidas: los combinados de alcohol valen seis euros. Tiene pomada (alerta, menorquines), verm¨² casero y mezcal de buena calidad. Ah, y la ca?a de cerveza peque?a sale a euro y medio. Siempre, siempre, siempre suena buena m¨²sica y variada, aunque con capacidad de hablar, si no se llena del todo. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir para un buen rato sin pretensiones?
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