Arte maltratado en las calles de Barcelona
Un recorrido por los enclaves de las principales esculturas de la ciudad evidencia los problemas de incivismo a los que est¨¢ sometido el patrimonio art¨ªstico
El submarino de Josep Riera i Arag¨® emerge entre tierra y orines. Tres piezas de bronce, que representan un sumergible, se perfilan en el terrario de los jardines de Hiroshima, en el Baix Guinard¨®, en Barcelona. El terrario, recuerda el creador de esta pieza de arte, fue concebido como espacio de juego infantil. Ahora, en cambio, sirve de meadero oficioso de mascotas, extensi¨®n de un pipican colindante. ¡°La tierra tiene un estado de conservaci¨®n lamentable¡±, critica Riera i Arag¨®, y ampl¨ªa su reflexi¨®n al conjunto de la ciudad: ¡°No hemos conseguido monumentalizar los barrios, sino degradar las esculturas¡±.
EL PA?S ha analizado el estado de conservaci¨®n de cerca de 80 obras de arte p¨²blico de Barcelona. El recorrido confirma que las principales amenazas para estas piezas son el incivismo y los excrementos de aves, tal y como explica a este diario Sara Hern¨¢ndez, conservadora y restauradora de bienes culturales. Otro agente nocivo detectado es el indebido cuidado del entorno en el que est¨¢n instaladas, como ser¨ªa el caso del submarino de Riera i Arag¨®.
El Ayuntamiento destina 1,2 millones de euros anuales al mantenimiento y restauraci¨®n de los cerca de 1.500 conjuntos de arte y monumentos p¨²blicos que tiene la ciudad. Carme Hosta, t¨¦cnica de la Direcci¨®n de Servicios de Arquitectura y Patrimonio del Ayuntamiento, defiende el trabajo que llevan a cabo, aunque lamenta que el presupuesto que se les asigna est¨¢ estancado desde hace m¨¢s de una d¨¦cada y contin¨²a siendo inferior al dinero con el que contaban antes de la crisis econ¨®mica que arranc¨® en 2008. Este departamento cuenta con una brigada que recorre cada d¨ªa en furgoneta la ciudad para detectar un problema y actuar, otro equipo que realiza acciones previstas y, finalmente, los t¨¦cnicos contratados para trabajos de conservaci¨®n y restauraci¨®n.
Las defecaciones de p¨¢jaros son evidentes en esculturas emblem¨¢ticas como Las Pajaritas, de Ram¨®n Ac¨ªn, en El Clot o en La Deesa, de Josep Clar¨¤, en la plaza Catalunya. El incivismo tambi¨¦n es el pan nuestro de cada d¨ªa y en todas partes. No se salvan de los grafitis ni las 22 columnas que hay en los jardines de Hiroshima, concebidas como un tributo a los muertos en el ataque nuclear de 1945. La ola, de Jorge Oteiza, frente al Macba ¡ªy propiedad de este museo¡ª, es uno de los casos m¨¢s flagrantes de obra de arte que sufre constantemente el vandalismo de grafiteros.
En el mismo barrio, en el Raval, aparece completamente cubierto por pintadas el homenaje al cantante Emili Vendrell, un conjunto formado por un relieve de Rafael Solanic y una fuente con forma de cascada de Beth Gal¨ª y Rosa Maria Clotet. Una estela del siglo XVIII que da la bienvenida a la Casa de la Misericordia luce pintada con un tag, la firma de un grafitero.
El monumento a la sardana, en Montjuic, de Josep Ca?as, ha sido objeto de ataques, el m¨¢s reciente en 2020, en el que unos desconocidos amputaron las manos a las figuras. Otro conjunto de obras de arte rayadas y grafiteadas de manera habitual se ubica en la plaza de acceso a la estaci¨®n de Sants: son tres creaciones de los escultores Elisa Arimany, Sergi Aguilar y Pep Canyelles. La ubicaci¨®n original de estas tres esculturas de hierro, propiedad de Adif, hab¨ªan sido los andenes de la Estaci¨®n de Francia. Otra instituci¨®n de referencia de la ciudad, La Fira de Barcelona, conserva en el acceso de su pabell¨®n n¨²mero 8, el antiguo Palacio de la Metalurgia, un mosaico de la Exposici¨®n Internacional de 1929 al que le faltan buena parte de las baldosas.
La historiadora y comisaria de arte Victoria Combalia opina que el estado del arte p¨²blico en Barcelona es mejor de lo que se cree, y a?ade que si ha fallado algo es que no se ponen en valor lo suficiente con localizaciones m¨¢s id¨®neas. Casos de falta de adecuado reconocimiento ser¨ªan Alto Rhapsody y Landa V, creaciones de Anthony Caro y Pablo Palazuelo, respectivamente. Ambas piezas, de hierro, se depositaron en un parterre del parque de la Espanya Industrial, sin se?alizaci¨®n alguna que las identifique; el principal problema es que se utilizan como espacio para orinar debido a que su forma permite ocultarse a quien lo hace. La figura m¨¢s emblem¨¢tica de este parque, el drag¨®n y tobog¨¢n de Andr¨¦s Nagel, tambi¨¦n es utilizado como mural para grafitis.
En muchas de las esculturas se identifican las se?ales de pintadas borradas por la brigada de mantenimiento del Ayuntamiento: as¨ª es en el mismo drag¨®n de Nagel, en el Gato de Botero (Raval), en Topos V, la obra de Chillida en la plaza del Rei, en el Raspall del vent (Vila Ol¨ªmpica), de Francesc Fornells, o en El Pet¨® de la llibertat (en el barrio G¨®tico), de Joan Fontcuberta, una de las creaciones art¨ªsticas m¨¢s instagrameadas de Barcelona. Pese a los esfuerzos para conservarla, esta ¨²ltima tiene dos grafitis en sus extremos superiores.
Hern¨¢ndez opina que la problem¨¢tica no es exclusiva de Barcelona, aunque el Gobierno municipal s¨ª habr¨ªa pecado de falta de planificaci¨®n en las necesidades de mantenimiento cuando se adquir¨ªan las obras de arte contempor¨¢neo. Hern¨¢ndez pone como ejemplo El Muro, de Richard Serra, ubicada en 1984 en la plaza de la Palmera, en la Verneda. Las dos paredes que forman la pieza son objetivo f¨¢cil de pintadas. Hern¨¢ndez advierte que para cubrir los grafitis se ha utilizado pintura blanca de diferentes subtonalidades, en vez de usar siempre la misma.
El dise?ador y artista Javier Mariscal no detecta una problem¨¢tica de vandalismo en Barcelona, y valora que el mantenimiento de las obras es el adecuado. Su escultura La Gamba, en la ronda del Litoral a su paso por el distrito de Ciutat Vella, ha necesitado ser restaurada en varias ocasiones y siempre se ha empleado la pintura que ¨¦l indic¨®, afirma Mariscal. Su queja es de otra ¨ªndole: pide que se recupere el ¨ªmpetu para encargar arte p¨²blico que tuvo el Consistorio durante los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992. El creador del Cobi tiene la sensaci¨®n de que el equipo de la alcaldesa, Ada Colau, no cree en la introducci¨®n de nuevas esculturas porque ¡°lo ven como algo pijo¡±, y se muestra convencido de que es el momento de apostar por ello para acompa?ar la peatonalizaci¨®n de la ciudad a partir de las superilles.
Antoni Remesar, profesor de la Universidad de Barcelona y director del grupo de investigaci¨®n Polis de arte y dise?o en la ciudad, tambi¨¦n constata que el tiempo del arte p¨²blico ha pasado: ¡°Ya no est¨¢ de moda, no coincide con las nuevas tendencias ideol¨®gicas, ahora si se apuesta por algo es por los murales del arte urbano¡±. Remesar rompe una lanza en favor del trabajo del equipo de Hosta: la conservaci¨®n es ¨®ptima, el principal problema, seg¨²n este acad¨¦mico, es la degradaci¨®n del contexto en el que se ubican las obras de arte: ¡°El espacio p¨²blico est¨¢ m¨¢s dejado que antes. Nuestros exalumnos extranjeros, cuando vuelven a Barcelona, nos comentan c¨®mo ha empeorado la ciudad en este sentido. Y si el entorno de la obra pierde, la sensaci¨®n en conjunto es negativa¡±.
En Ciutat Vella hay un caso paradigm¨¢tico de degradaci¨®n del entorno, la del busto de m¨¢rmol y fuente de piedra de Montjuic en homenaje a Alexander Fleming, una creaci¨®n de Josep Manuel Benedicto: la plaza entera en la que se ubica la escultura est¨¢ grafiteada, excepto el monumento. Hosta confirma que si la pieza art¨ªstica est¨¢ limpia, es por el trabajo de su equipo. ¡°Llevo desde 2002 con el mantenimiento de esculturas y no veo que la situaci¨®n haya mejorado¡±, dice esta arquitecta t¨¦cnica del Ayuntamiento, ¡°los problemas son los mismos y por mucho que conf¨ªes en la buena voluntad de la gente, no funciona¡±. Hosta a?ade que donde se preservan mejor las obras es all¨ª donde el vecindario ¡°las hace suyas y parte del barrio¡±.
¡°Dejadez del conjunto de la ciudad¡±
Hosta asegura que el estado del arte p¨²blico de Barcelona no es peor que en otras ciudades, algo de lo que discrepa Riera: ¡°Tengo esculturas en Jap¨®n, en B¨¦lgica o en Holanda y en ninguno de estos pa¨ªses tengo los problemas de Barcelona. Mi impresi¨®n es que la degradaci¨®n de las esculturas se ha alineado con el problema de incivismo y dejadez del conjunto de la ciudad¡±. En el mismo sentido se manifest¨® el pasado noviembre en EL PA?S el escultor Pere Casanovas: ¡°El mantenimiento en la ciudad deja mucho que desear. Se le dedica una cantidad de dinero tan rid¨ªcula que no da para nada¡±.
Hay esculturas que tienen defectos cr¨®nicos: Rebecca Horn no contempl¨® que las luces que ten¨ªan que iluminar El lucero herido, en la playa de la Barceloneta, se estropear¨ªan por la salinidad del mar. Los cristales de la obra tambi¨¦n est¨¢n borrosos por la sal, alguno incluso est¨¢ fracturado por un golpe, adem¨¢s de la presencia de pintadas. Las luces fundidas siguen en el interior de la obra y el Ayuntamiento no se ha planteado retirarlos, dice Hosta. Los cristales, admite, no se reponen hasta que no est¨¢n muy rotos, debido a que su coste es muy elevado. En la misma zona, en la Barceloneta, el particular tributo de Mario Merz a la secuencia matem¨¢tica Fibonacci, Crescendo Appare, est¨¢ apagado pese a que deber¨ªa estar iluminado con sus 21 n¨²meros de ne¨®n rojo.
Otro de los emblemas de la ciudad, el monumento a Col¨®n, lleva m¨¢s de dos a?os con seis de sus esculturas en mal estado, cubiertas con unas redes para evitar desprendimientos. Hosta explica que la decisi¨®n sobre c¨®mo actuar la debe tomar el Consejo Asesor de Arte P¨²blico municipal.
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