Morir
Los g¨¦neros interpretativos del periodismo demandan tiempo y espacio, ninguno tan delicado como la necrol¨®gica
¡°Y no quiero ni un error porque no conozco a ning¨²n muerto que haya podido escribir una carta de queja al director¡±, advirti¨® el jefe al becario cuando en la redacci¨®n todav¨ªa se preparaban con tiempo los textos, especialmente las necrol¨®gicas sobre aquellas personalidades que ya ten¨ªan sus a?os y su salud era precaria o sus achaques resultaban frecuentes, como era el caso entonces de un afamado futbolista octogenario del Madrid.
El practicante hab¨ªa pedido ejercer en la secci¨®n de deportes para conocer a quien estaba al mando, del que era admirador, de manera que cuando le pudo saludar despu¨¦s de d¨ªas de tensa espera asumi¨® el encargo con emoci¨®n, todav¨ªa tr¨¦mulo por la arenga de su ¨ªdolo dirigida a los redactores: ¡°Os tengo dicho que cuando los estudiantes no saben qu¨¦ hacer se les dice que preparen obituarios como se hace en los mejores diarios anglosajones¡±.
La posibilidad de participar en art¨ªculo solemne y sin tacha encargado por su gur¨² despert¨® tal entusiasmo en el aprendiz que no solo se document¨® sino que se tom¨® tan en serio el rigor que deb¨ªa tener la nota que abri¨® la carpeta com¨²n en la que figuraban los contactos de infinidad de protagonistas deportivos con su respectivo n¨²mero de tel¨¦fono y tom¨® nota del que correspond¨ªa al futbolista dolorido que triunf¨® hace a?os en el Bernab¨¦u.
¡°Hola¡±, salud¨® el becario. ¡°Le llamo porque el redactor jefe me encarg¨® que prepare su necrol¨®gica y como me ha advertido de que no tolera fallo alguno pens¨¦ que nada mejor que contrastar con usted mismo cada dato¡±. El exjugador arremeti¨® a grito pelado contra quien pretend¨ªa escribir su carta de defunci¨®n, cort¨® la l¨ªnea y pidi¨® explicaciones a la direcci¨®n hasta el punto de que solo se volvi¨® a hablar de aquel exfutbolista el d¨ªa que falleci¨® en Madrid.
Aquella historia que a los veteranos de la redacci¨®n les son¨® a macabra mientras que a algunos j¨®venes les pareci¨® natural advert¨ªa del cambio generacional que ya se viv¨ªa en los peri¨®dicos cuando todav¨ªa no se hab¨ªa impuesto el dominio de internet y los peri¨®dicos se compraban en unos quioscos muy diferentes a los que todav¨ªa quedan en pie, algunos convertidos en coquetas cafeter¨ªas como News&Coffee o The Rocks Coffee Kiosk.
He visto a m¨¢s de un cliente que se cans¨® de esperar y se fue sin el diario que iba a buscar porque el vendedor no daba abasto con los pedidos de flat white de los j¨®venes que se informan por el m¨®vil y agradecen un buen caf¨¦ para llevar camino de su oficina en Barcelona. El flat white o el latte se toman lentamente, ni que sea porque queman, y la informaci¨®n se consume de forma r¨¢pida, mal asunto para la mayor¨ªa de los g¨¦neros interpretativos.
La cr¨®nica, el reportaje, el perfil, la entrevista, y se podr¨ªa decir que la necrol¨®gica, requieren su tiempo a diferencia de los directos, que hoy mandan en las redacciones para afrontar cualquier acontecimiento despu¨¦s del protagonismo que han tenido desde siempre en deporte y especialmente a partir del Carrusel. Acaso la opini¨®n y el entretenimiento resisten a los tuits y a la inmediatez que se vive en las salas de prensa.
Las frases y las comillas salen disparadas de los ordenadores, a veces sin sentido por falta de contextualizaci¨®n y en ocasiones vinculadas a enlaces discutibles, igual de apremiados los que mandan como los que obedecen, ambos esclavos de la m¨¢quina de encargar y de unos clics que prefieren el conflicto a la noticia sin contencioso porque entonces la audiencia no sube, la competencia gana terreno y la marca pierde peso local, nacional e internacional.
El proceso no es f¨¢cil de asimilar porque la manera de gestionar la informaci¨®n var¨ªa seg¨²n el car¨¢cter de cada medio, ya sea especialista o generalista, como pude advertir hace poco en un almuerzo en el Camp Nou. Hubo quien public¨® una cr¨®nica interpretativa del momento azulgrana y tambi¨¦n se contaron los que convirtieron cada pregunta-respuesta en una noticia diferente para alimentar la web y el papel con la agenda de temas del Barcelona.
Me fascin¨® la capacidad de muchos compa?eros para desmenuzar el encuentro informativo con Laporta. Los flashes ganan terreno al relato porque ha cambiado la manera de tramitar una informaci¨®n que ahora se suelta de manera vertiginosa, muy especialmente cuando el interlocutor es tan sobresaliente como el presidente del Bar?a. La prensa intenta actuar con la celeridad de la radio en un mundo audiovisual.
No es f¨¢cil para los mayores adaptarse y seguir el ritmo de los j¨®venes, sobre todo cuando se vencen nuestros maestros y leemos sus necrol¨®gicas, algunas imponentes como las que se escribieron sobre Jos¨¦ Mart¨ª G¨®mez. No me parece casual que fumara toscanos y calique?os cuando no ten¨ªa la pipa encendida, tabaco que quema poco a poco, como su periodismo, que era pausado y maduro, el que se necesita para atender con calma a la gente.
Mart¨ª dec¨ªa que el oficio se aprend¨ªa ¡°en la calle, leyendo mucho, teniendo buenos contactos y sabiendo encontrar para cada historia la peque?a an¨¦cdota que reflejara una sociedad entera¡±, como recordaba Carles Geli. Hab¨ªa que tener a quien preguntar; aprender a mirar y a escuchar, a interpretar y contrastar, a discernir lo importante de lo banal y a encontrar un buen hilo para que la historia enganchara a los lectores.
Ocurre ahora que se escucha poco y muchos ya no hablan sin querer, como le pasaba a Mart¨ª G¨®mez con la gente, sino que utilizan su propio canal para expresarse, as¨ª que dif¨ªcilmente se encuentran, salvo que interact¨²en en las redes y superen el debate anal¨®gico-digital. El reporterismo rom¨¢ntico, como lo entendieron nuestros referentes, seguramente tiene dif¨ªcil continuidad, pero el mejor periodismo requiere tiempo y dinero.
Alrededor de la necrol¨®gica, y sobre todo de los funerales, hay adem¨¢s mucha m¨ªstica y literatura, raz¨®n de m¨¢s para comprarme el libro Mis entierros de gente importante (Demipage, 2022), escrito por Amelia Castilla, a fin de abundar en el tema. Al igual que el becario yo tampoco dedico mis tiempos de ocio a preparar obituarios aunque jam¨¢s se me ha ocurrido llamar al que se va a morir para no cometer ning¨²n error.
Uno de los ¨²ltimos fue el de Maradona y, aun sabiendo que alg¨²n d¨ªa se morir¨ªa de verdad, no me puse a escribir hasta que me llam¨® mi jefe: ¡°Muri¨® Diego. 500 palabras¡±. Nunca quise ni pude enterrarle en vida; me pas¨® lo mismo con Cruyff. Imposible prepararse para un texto que en el caso de Diego se trataba de un art¨ªculo y en el de Johan era la necrol¨®gica, una diferencia sustancial por m¨¢s que en ambos la memoria se activara de golpe y redactara sobre la marcha despu¨¦s de documentarme toda la vida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.