Los adolescentes se aferran a las mascarillas: ¡°Los chulos de la clase se r¨ªen de m¨ª cuando me la quito¡±
Los psic¨®logos alertan de que algunos j¨®venes siguen utilizando el filtro facial por miedo al rechazo f¨ªsico. Los expertos se?alan la distorsi¨®n de la percepci¨®n de la propia imagen durante la pandemia
A Dom¨¦nica no le gusta su nariz. Nadie le ha dicho que tenga algo malo, pero ella insiste: hay algo malo en su nariz. Lleg¨® a esta conclusi¨®n tras consumir masivamente Instagram y las redes sociales durante la pandemia y los confinamientos. ¡°Ve¨ªa que la nariz de la otra gente era m¨¢s peque?ita y fina¡±, dice. Ahora esconde la suya detr¨¢s de una mascarilla negra cada d¨ªa en clase, aunque el cubrebocas ya no sea obligatorio en las aulas desde este mi¨¦rcoles.
Tiene 21 a?os y estudia un ciclo formativo de Administraci¨®n y Finanzas en el Instituto Vall d¡¯Hebron de Barcelona. Admite que la mascarilla ejerce de barrera ante el resto de compa?eros. ¡°Es como un refugio¡±, dice, donde guarda las inseguridades y los miedos. ¡°Le pasa a mucha m¨¢s gente. Las redes sociales te venden la imagen de la vida perfecta y te bajan la autoestima¡±, a?ade con la voz firme de quien ha hecho un proceso de revisi¨®n personal. No solo lo sufren los j¨®venes y los adolescentes, insiste: ¡°Conozco ni?as de 11 a?os que tambi¨¦n sufren lo mismo¡±.
La liberaci¨®n por el fin de las mascarillas en las aulas no es completa. Maestros y profesores se?alan que algunos adolescentes prefieren seguir cubri¨¦ndose el rostro por tres factores: la prudencia para evitar la covid, la dificultad de cambiar de h¨¢bitos y la incomodidad por mostrar el rostro tras dos a?os sin pr¨¢cticamente hacerlo en p¨²blico. ¡°Para algunos j¨®venes, la mascarilla ha sido como un refugio en una edad en que se potencian las inseguridades sobre el propio cuerpo y sobre las relaciones con otras personas¡±, entiende Roger Ballesc¨¤, vicepresidente del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Catalu?a (COPC).
Salir de este refugio puede no ser sencillo para todos, especialmente en aquellos adolescentes m¨¢s vulnerables que ya ten¨ªan algunas dificultades en la aceptaci¨®n de su imagen y que ahora las han hecho extensivas al rostro. ¡°Antes no contemplaban ocultar la cara, pero tras dos a?os haci¨¦ndolo, tienen esta posibilidad¡±, indica Joaquim Punt¨ª, profesor del Departamento de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona (UAB). El doctor a?ade otro perfil de j¨®venes inc¨®modos ante la nueva fase en las escuelas. ¡°Aquellos j¨®venes con tendencias obsesivas o ansiosas que siguen sufriendo por los contagios y el virus¡±.
Quitarse la mascarilla es descubrir las imperfecciones f¨ªsicas que han estado escondidas durante la pandemia
La tarde del jueves, a la salida de un instituto de la periferia madrile?a, se mezclan las caras enmascaradas con las descubiertas. Damarys, de 12, la lleva puesta por responsabilidad. ¡°Mi madre y mi hermano son vulnerables, por ahora prefiero dej¨¢rmela, no les vaya a contagiar¡±, dice con brillantes ojos azules. El argumento de Miriam, 13 a?os, que prefiere no usar su nombre, tambi¨¦n son otras personas, pero no tiene que ver con la covid. ¡°Los canis, los chulos de la clase, se burlan de m¨ª cuando me la retiro para comer¡±, dice. Lleva el flequillo recto, el atuendo y la mascarilla todo muy negro, salvo las u?as moradas. ¡°No les gusta mi cara, y no me extra?a, yo la odio, hace un par de a?os estaba m¨¢s contenta, pero ahora¡ Amo esta mascarilla, me ha cambiado la vida¡±, dice neg¨¢ndose a quit¨¢rsela aunque est¨¢ en la calle. ¡°Son tonter¨ªas, que si no se gusta, que si le da verg¨¹enza, qu¨¦ dif¨ªcil es convivir con adolescentes¡¡±, se queja su madre por tel¨¦fono cuando llama para preguntar por qu¨¦ se retrasa. ¡°Mi padre amenaza con tir¨¢rmelas porque no me dejan respirar¡±, suspira Miriam, ¡°pero yo no me la voy a quitar nunca¡±. Su amiga Gigi, de 15, que va en ch¨¢ndal y con un mo?o improvisado, tampoco quiere vivir sin la prenda, ¡°a menos que adelgace¡±, dice. ¡°No es por la presi¨®n de las redes, que tanto dicen, es m¨¢s por la gente que conoces, por lo que te dicen en el patio o el comedor¡±, asegura Gigi. Ni de las burlas ni sobre la seguridad que les da ir embozadas han hablado con sus padres, profesores ni orientador escolar. ¡°No nos entienden, piensan que ahora los chicos somos muy blandos¡±, coinciden las amigas que se definen ¡°depresivas¡± y bromean risue?as con que los compa?eros que s¨ª se han quitado la mascarilla son ¡°m¨¢s feos¡± de lo que pensaban.
Quitarse la mascarilla, entienden los expertos, es descubrir todas aquellas imperfecciones f¨ªsicas que han estado escondidas durante la pandemia. Un estudio de la Universidad de Pensilvania (EE UU) ¡ªllamado precisamente Belleza y mascarilla¡ª ya avanz¨® que la mascarilla hac¨ªa parecer a la gente m¨¢s guapa precisamente por abrir una puerta a la imaginaci¨®n. ¡°Nuestra mente completa aquellos espacios que quedan vac¨ªos¡±, explica Ballesc¨¤. ¡°Ocurre cuando no tenemos una informaci¨®n: nos la inventamos, y lo hacemos de forma m¨¢s arm¨®nica y con formas m¨¢s idealizadas¡±.
Con mascarilla y una sudadera con capucha dos tallas m¨¢s grande que sus 14 a?os, Mario espera en Madrid el autob¨²s encorvado sobre su m¨®vil. ¡°Pfff, yo no me la quito, por la costumbre supongo, no s¨¦, es m¨¢s c¨®modo que andar sube y baja¡±, acierta a balbucear sin quitar la vista mucho de la pantalla. En otra parada de autob¨²s cercana, dos amigas de 15 llevan la suya por la barbilla, en clase se la han quitado, pero han sido minor¨ªa. ¡°El primer d¨ªa yo era la ¨²nica sin, pero el segundo ya se la han quitado como 7 de 26, creo que cada vez seremos m¨¢s a medida que se les quite la verg¨¹enza¡±, dice una de ellas.
Quiz¨¢ a¨²n es pronto para sacar conclusiones. Nadia y Sami van jugando por la calle: ¨¦l hace que llama a un portal, ella corretea por la acera. Tienen 15 y 16, es una tarde primaveral, est¨¢n en una v¨ªa de la periferia madrile?a sin mucha gente y ambos van embozados. ¡°Yo solo me la quito en educaci¨®n f¨ªsica, en clase me la podr¨ªa quitar, pero creo que los profesores prefieren que no y las mesas est¨¢n muy juntas, el virus sigue por ah¨ª¡¡±, dice Sami. Su amiga Nadia es tajante: ¡°Lo m¨ªo no tiene nada que ver con la covid¡±. Se cambi¨® a su instituto actual cuando ya estaba implantado el tapabocas y ahora solo se lo quita con quien la conoce ¡°de antes¡±. Sami solo le ha visto la cara una vez que quedaron en la calle, en el instituto, Nadia se deja la mascarilla en el patio y come girando la cabeza y retir¨¢ndosela solo moment¨¢neamente para morder. ¡°De aquello hace mucho, va, b¨¢jatela, ?que no me acuerdo de tu cara!¡±, le pide ¨¦l toc¨¢ndole un brazo. ¡°Que no, que no, que no estoy c¨®moda, que me veo fea y como que me falta algo¡±, se zafa ella batiendo las pesta?as con r¨ªmel y la larga melena morena. ?Se la han quitado solo los guapos? ¡°Creo que se la han quitado sobre todo los que tienen m¨¢s confianza en s¨ª mismos¡±, reflexiona Nadia. ?Le llegar¨¢ ese momento a ella? ¡°Si cada vez m¨¢s gente se la quita como parece, igual me animo. A ver la semana que viene¡ o quiz¨¢s la otra¡±. ¡°A tu ritmo, yo te espero¡±, bromea Sami.
Filtro corporal
La distorsi¨®n de la imagen corporal ha sido uno de los efectos de la pandemia y sus confinamientos, seg¨²n la profesora de Enfermer¨ªa Comunitaria en la Universitat de Barcelona (UB) Alba Rosell¨®. ¡°Los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han disparado¡±. Seg¨²n datos del hospital Sant Joan de D¨¦u de Barcelona, los ingresos por TCA aumentaron un 68% en 2021 respecto al 2020. La enfermera compara el uso de las mascarillas entre los j¨®venes como un filtro de la propia imagen, similar al que tanto utilizan en las redes sociales. ¡°Publican im¨¢genes propias basadas en filtros que transforman la realidad. No comparten lo que son, sino lo que desean ser¡±.
Dom¨¦nica lo sabe bien: dej¨® de usar Instagram hace meses por el ¡°da?o¡± que le ocasionaba, a pesar del miedo que ten¨ªa de quedar fuera de su c¨ªrculo de amistades. ¡°Las relaciones digitales han tomado mucha fuerza, y ten¨ªa miedo de quedar excluida del d¨ªa a d¨ªa de mis amigas¡±, cierra.
¡°La ¨²nica manera de superar un miedo es afront¨¢ndolo¡±
Los expertos piden “tiempo” para que los jóvenes se adapten a la vida sin cubrebocas en el aula. “La mayoría se acabará sacando la mascarilla”, considera Teia Plana, coordinadora de la Unidad de TCA del Hospital Clínic. La doctora recomienda “no presionar” a los jóvenes para no generar una resistencia, una idea en la que coincide Roger Ballescà, vicepresidente del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña (COPC): “Cuando existe el miedo a mostrarse, la única manera de superarlo es, precisamente, mostrándose”, reflexiona. “Hay que animarles a perder el miedo al juicio ajeno; acompañándoles y entendiendo qué les preocupa; pero forzarles no es la manera porque se genera una resistencia inmediata”.
Plana entiende que ver al resto de compañeros sin cubrebocas puede aumentar el interés para dejar de llevarla, y anima a los profesores y maestros a normalizar la convivencia sin mascarilla en el aula. “Es importante que los jóvenes tengan modelos que ofrezcan espacios para interactuar sin mascarilla", analiza. Ballescà y Plana son optimistas. “La mayoría de jóvenes se la han quitado. La lleva una minoría; y no hay una afectación clínica directa”.
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