La gata de Botero reconcilia al Raval con el Liceo
El p¨²blico acoge con complicidad la ¨®pera ¡®La gata perduda¡¯, compuesta de Arnau Tordera, estrenada con una doble funci¨®n
Decenas, cientos de personas sobre el escenario, muchos de ellos con camisetas estampadas con el rostro de vecinos del Raval, saludando radiantes ante la ovaci¨®n interminable de un aforo c¨®mplice, entregado y puesto en pie. Quiz¨¢ muy conscientes de que esa escena de mil colores, posiblemente, no se vuelva a repetir. Tras 175 a?os de historia, que acaba de celebrar, el Gran Teatre del Liceu ha querido por primera vez abrirse al Raval, el barrio que lo acoge, en busca de estrechar complicidades con el estreno de la ¨®pera en cinco actos La gata perduda compuesta por el m¨²sico Arnau Tordera, en la que han participado directa o indirectamente un millar de vecinos que en muchos casos no hab¨ªan puesto los pies en el teatro de La Rambla, a un tiro de piedra de su casa.
Representada en dos funciones ¡ªqui¨¦n sabe si tendr¨¢ continuidad¡ª, la obra narra la historia de la desaparici¨®n de la c¨¦lebre escultura de Botero, el popular gato (o gata) en la rambla del Raval, en una trama detectivesca que hace un retrato absolutamente reconocible de lo que es este barrio, para las delicias del p¨²blico, el viernes, en su mayor¨ªa, del distrito y con la c¨¢mara del m¨®vil a punto. El libreto de la dramaturga Victoria Szpunberg narra la avaricia de un magnate (el bar¨ªtono Pau Armengol) del Tibidabo que ha pactado la venta de la escultura de Botero a un jeque para construir un nuevo Camp Nou en el barrio. Pero el gato (gata al final) desaparece y el especulador recaba los servicios de una arquitecta (la soprano Roc¨ªo Mart¨ªnez), una comisaria art¨ªstico-cultural (la mezzosoprano Marta Infante) y un detective (el tenor Albert Casals) ¡ªlos dos ¨²ltimos participaron en la ¨²ltima La flauta m¨¢gica programada en julio¡ª con pocos escr¨²pulos para localizarla. La historia, de la mano del bondadoso y sacrificado secretario Joan Sa¨¦z (nominado a los Butaca en 2021) tiene un inesperado y m¨¢gico final.
Mil vecinos del barrio y unas 70 entidades han participado directa e indirectamente en la funci¨®n
La direcci¨®n del Liceo decidi¨® hace hace cinco a?os impulsar un proyecto de este cariz para empezar a saldar una deuda con el Raval, al que le ha dado hist¨®ricamente la espalda ¡ªno solo geogr¨¢ficamente¡ª. Pero no solo quer¨ªa abrirle las puertas, cuenta el compositor, sino tambi¨¦n interpelarlo para que sintiera la obra como suya y fuera protagonista. Tordera revela que en 2018, durante una visita al Liceo mientras estudiaba un m¨¢ster, Valent¨ª Oviedo, director general de la instituci¨®n musical, le comunic¨® que su nombre era uno de los que estaba sobre la mesa para liderar el proyecto. Fue el elegido y no lo dud¨®. En 2020 el l¨ªder del grupo Obeses asumi¨® el encargo de componer esa ¨®pera comunitaria y en catal¨¢n justo cuando estall¨® la pandemia y nadie sab¨ªa si el mundo seguir¨ªa rodando.
En ese trabajo colosal y tit¨¢nico de dos horas de partitura, que activa el programa Opera Prima para buscar nuevos proyectos comunitarios cada tres a?os, se involucraron 70 entidades del distrito para poner voz a los 11 coros o hacer de figurantes o dibujar los carteles o confeccionar el vestuario (las 1.728 piezas de ropa las ha dise?ado Top Manta). M¨¢s de 300 personas llegan a estar de forma simult¨¢nea en el escenario, concebido como una plataforma con dos tramos de escaleras a veces suspendido en el aire ¡ªla casa del magnate¡ª y que desciende cuando alude al Raval.
Con todo el aforo vendido desde hac¨ªa tiempo, la complicidad estaba garantizada ¡ªel segundo acto conmueve con la aparici¨®n masiva de los coros multiculturales¡ª porque no solo muchos espectadores ten¨ªan sobre el escenario a un hijo, una nieta, un hermano, una vecina o un amigo. Es que el Raval estaba ah¨ª delante cuando los di¨¢logos lo describen como una parte de Barcelona indomable (¡°El barrio no se vende; el barrio se defiende¡±) que se rebela contra el clasismo (¡°No nos mir¨¦is con una ceja arqueada y d¨¢ndonos la espalda¡±; ¡°Escrib¨ªs sin mirarnos a la cara¡±), que denuncia (¡°El barrio es un reflejo del sistema¡±), pero tambi¨¦n que tiene esperanza (¡°Quien salva una vida, salva al mundo entero¡±).
No todo es reproche: la ¨®pera, que hace un gui?o a la rumba, tiene un punto c¨®mico con la aparici¨®n de personajes como los grupos de turistas ¡ªcon sombreros de color rosa, amarillo y verde, maletas de ruedas y haci¨¦ndose selfis¡ª o el peque?o traficante con cabeza de camello, que vende todo tipo de drogas. O cuando surge el nombre del futbolista a fichar, Gatinho de Souza. El final lo culmina la gata, convertida en mujer, interpretada por Dianne Ico, cantante barcelonesa de origen filipino (encarna a Nala, personaje del musical El Rey Le¨®n, en Madrid) que narra los seis emplazamientos urbanos que ha tenido la escultura.
El pueblo vence al final al malvado especulador, vestido con ropas doradas, mientras se repite de forma enigm¨¢tica, y sugerente la frase ¡°Hi ha el que es veu i el que no es veu¡±¡ La obra se ha hecho un hueco entre Don Pasquale e Il Trovatore y el tiempo dir¨¢ si se volver¨¢ o no a programar. Los invisibles nunca son protagonistas, como dec¨ªa el libreto, pero esta vez lo fueron. En el escenario, en la platea y en el ¨²ltimo piso. Tan entregados y c¨®mplices, mimetizados con la funci¨®n, que hasta en un divertido juego abuchearon al magnate dorado que les invit¨® en medio de los aplausos a salir a pasear por el barrio.
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