Esquerra y las horcas caudinas
La falta de una mayor¨ªa de los republicanos fuerza a los republicanos a renunciar y a asumir las peticiones del PSC
Las vidas de Esquerra Republicana y del socialista franc¨¦s Jules Guesde guardan curiosos paralelismos. Ocho a?os despu¨¦s de la Comuna de Par¨ªs, Guesde recorri¨® los c¨ªrculos obreros de Francia para tomar el pulso al centenar de puntos que Karl Marx hab¨ªa propuesto en La Revue socialiste para elaborar el programa del Partido Obrero a las legislativas de 1881. Esa consulta constat¨® que los trabajadores franceses estaban mucho m¨¢s interesados en mejorar sus derechos sociales, en las medidas reformistas y para consumo instant¨¢neo, que en preparar el asalto al poder.
En Catalu?a, a un decenio del inicio del proc¨¦s, ERC tambi¨¦n est¨¢ aprendiendo que el puente entre el programa m¨ªnimo y el m¨¢ximo es largo. Entre lo cotidiano y la independencia hay mucho trecho que recorrer. El congreso celebrado por el partido de Oriol Junqueras este s¨¢bado y la negociaci¨®n de los Presupuestos de la Generalitat ilustran cu¨¢n duro resulta trazar una estrategia independentista en solitario ¨Cpor la v¨ªa de la negociaci¨®n¨C y lo angosto que es el camino para tratar de aprobar con un Gobierno en minor¨ªa (25% del Parlament) las cuentas para 2023.
La ponencia pol¨ªtica debatida en el Congreso de Esquerra tiene ¨Ccomo en el caso del Partido Obrero franc¨¦s con la consecuci¨®n del comunismo¨C una parte que enfatiza el desider¨¢tum de la autodeterminaci¨®n y luego se hace hincapi¨¦ en el buen gobierno, es decir, las alubias cotidianas. Los republicanos saben que ¨Cde dar por buenos los resultados de la consulta de 2017, que no fueron validados ni por los propios observadores internacionales que los promotores buscaron¨C solo un 43,03% de las personas con derecho a voto particip¨® en el refer¨¦ndum. Se est¨¢ lejos, pues, de suelo m¨ªnimo del 50% que ahora el Congreso de ERC ha aprobado y que exige (f¨®rmula Montenegro) un 55% de votos favorables. Pero en ese camino que no se antoja ni f¨¢cil ni corto, hay que mostrar capacidad de gobernar. Y con 33 diputados ello obliga a pasar por las horcas caudinas del partido que gan¨® las elecciones, el PSC. Son cosas de la pol¨ªtica y de la democracia. Y las alubias cotidianas son fundamentales.
Los herederos de la vieja Converg¨¨ncia ¨Cahora en el trono de la pureza independentista¨C deber¨ªan recordar que CiU apoy¨® el trasvase del Ebro que propon¨ªa el PP para evitar quedarse en minor¨ªa y perder el Govern. Hay que evitar dar lecciones, ya que en Catalu?a ha habido patriotas que han vendido territorio a cambio de votos. Cuando algunas estrategias negociadoras ponen sobre la mesa el discutido cemento ¨Cel cuarto cintur¨®n y la ampliaci¨®n del aeropuerto¨C y los macrocasinos, hay que tragar sapos y poner buena cara si se quiere gobernar lo cotidiano. Sobre todo, cuando se ha desde?ado y menospreciado al partido que lo propone. Adem¨¢s, los anaqueles de la gesti¨®n no realizada est¨¢n llenos de proyectos que eran ¡°clave¡± y han pasado a la eternidad del olvido. La vida da muchas vueltas y la pol¨ªtica tambi¨¦n. ?Alguien imaginaba que se liquidar¨ªa el delito de sedici¨®n o se indultar¨ªa a los presos del proc¨¦s? Aunque en el terreno de la autodeterminaci¨®n los logros sean escasos, los activos que puede presentar Esquerra se antojan m¨¢s tangibles que la metaf¨ªsica de Junts. No pasa un d¨ªa sin que la derecha espa?ola y sus socios ultras le recuerden al Gobierno central sus ¡°concesiones¡± a los independentistas. Hacer pol¨ªtica es desgaste. En eso Catalu?a tampoco es diferente.
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