Sonrisas p¨²blicas y privadas
Los socialistas han logrado un buen rendimiento de la negociaci¨®n: reivindicarse como socio imprescindible para los presupuestos ante el partido que lo menospreciaba como apestado ¡°del 155¡å
El PSC actual tiene dos rostros visibles: el de Salvador Illa, serio, con voz l¨²gubre y aire solemne, y el de Alicia Romero, alegre, vitalista y jovial. Como si de un reparto de papeles se tratara, esos rostros han reflejado el estado de ¨¢nimo socialista y la marcha de la negociaci¨®n de los Presupuestos esta ¨²ltima semana. El mi¨¦rcoles, Illa, el serio, advert¨ªa del riesgo de que el acuerdo con Pere Aragon¨¨s descarrilara: el PSC ¡ªofendido porque ERC hab¨ªa pedido ayuda a Pedro S¨¢nchez¡ª exig¨ªa el 100% de sus propuestas para dar el s¨ª. Algo funcionar¨ªa en este amago de plante porque el president tard¨® pocas horas en asumir ¡°la contradicci¨®n, el coste y el desgaste pol¨ªtico y personal¡± de aceptar la ronda del Vall¨¨s, macroproyecto de asfalto que no gusta a los republicanos.
El lunes, el rostro de la negociaci¨®n era Romero, la sonriente, que insinuaba que las conversaciones iban ¡°bien¡±. Y as¨ª fue. La imagen de la n¨²mero dos del partido precedi¨® al acuerdo. Y el Govern con el menor apoyo de la Historia logr¨® un hito: aprobar sus cuentas.
?se es el elemento fundamental que justifica el entusiasmo de ERC: la supervivencia del Ejecutivo en solitario de Aragon¨¨s est¨¢ garantizada por un a?o, tiempo suficiente para demostrar capacidad de gestionar asuntos incluso m¨¢s trascendentes que los que han ocupado los debates p¨²blicos y privados: la sanidad, la educaci¨®n, la dependencia. El chaparr¨®n de los viejos compa?eros procesistas es m¨¢s f¨¢cil de aguantar cuando sabes que tienes 11 meses de margen para ir tirando.
Los socialistas, por supuesto, han obtenido un buen rendimiento de la negociaci¨®n: reivindicarse como socio imprescindible para el asunto m¨¢s importante de la gesti¨®n gubernamental, adem¨¢s, ante un partido que s¨®lo unos meses atr¨¢s los menospreciaba como apestados ¡°del 155¡å. Y Pedro S¨¢nchez, indirectamente, ha vuelto a caer de pie: ERC no se descolgar¨¢ de la mayor¨ªa de la investidura.
Esta confluencia de intereses trae consigo un giro pol¨ªtico que a nadie se le ha pasado por alto: el hundimiento de los bloques que cre¨® el proc¨¦s, aquella divisi¨®n r¨ªgida de los partidos catalanes seg¨²n su visi¨®n territorial ¡ªlo que se llama el eje nacional¡ª y no seg¨²n su modelo de sociedad. 10 a?os se cumplen desde que Artur Mas reneg¨® de su alianza con Alicia S¨¢nchez-Camacho para abrazar el soberanismo (neutralizando de paso el 15-M en Catalu?a), y 13 desde el final del tripartito. En aparente paradoja, esta fractura se ha producido en la legislatura ¡°del 52%¡±, cuando m¨¢s votos independentistas se hab¨ªan cosechado. No est¨¢ claro que PSC, ERC y, sobre todo, los comunes, defiendan hoy un mismo modelo de sociedad, pero sus coincidencias han pasado por delante de una estrategia independentista que hace tiempo que dej¨® de ser unitaria.
Digan lo que digan en Junts per Catalunya, este acuerdo no augura una reedici¨®n del tripartito, la campa?a municipal lo confirmar¨¢. Es un pacto ocasional, aunque importante, que ha permitido sonre¨ªr al Govern y, en privado, tambi¨¦n a Salvador Illa.
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