Masones y ¡®finezza¡¯ vaticana
Ha llovido mucho desde que la izquierda en Catalu?a buscaba en el espiritismo o la masoner¨ªa la alternativa para hacer frente al catolicismo que proteg¨ªa el ¡®statu quo¡¯ de la Lliga y legitimaba las arbitrariedades del poder
Francesc Maci¨¤ y Llu¨ªs Companys ¨Cprimeros presidentes de la Generalitat democr¨¢tica¨C estuvieron vinculados a la masoner¨ªa. No puede decirse lo mismo de los actuales dirigentes de Esquerra: Oriol Junqueras y Pere Aragon¨¨s. Aunque la extrema derecha se empe?a en vincularlos a la conspiraci¨®n internacional de la fraternidad del tri¨¢ngulo y el comp¨¢s, lo cierto es que el l¨ªder de ERC es creyente a carta cabal. Por su parte, el presidente de la Generalitat afirma ser cat¨®lico y lo m¨¢s heterodoxo que ha hecho ha sido pertenecer en sus a?os mozos a la Colla de Diables de les Forces Infernals de Pineda de Mar, su localidad natal.
Y es que ha llovido mucho desde que la izquierda en Catalu?a ¨Cdesde los anarquistas a ERC¨C buscaba en el espiritismo o la masoner¨ªa la alternativa para hacer frente al catolicismo que proteg¨ªa el statu quo de la Lliga y legitimaba las arbitrariedades del poder. Todo cambia. Y, este lunes, Aragon¨¨s y el Papa departieron 40 minutos. Concluyeron que el di¨¢logo es el camino m¨¢s seguro para hallar soluciones: en Espa?a y en Palestina. Todo muy obvio. Pero a veces tanto di¨¢logo conduce a la entrop¨ªa. Y Puigdemont y su negociaci¨®n con el PSOE ha restado protagonismo a la audiencia papal a Pere Aragon¨¨s. Una ocasi¨®n perdida para dar relumbr¨®n al president de la Generalitat, que iba bien ense?ado por Junqueras. No en vano, el l¨ªder de ERC tuvo permesso pomeridiano para acceder durante dos veranos a los archivos vaticanos. All¨ª, cuando Joseph Ratzinger ¨Cluego pont¨ªfice¨C hac¨ªa funcionar la maquinaria del ex Santo Oficio, Junqueras dialogaba con el cardenal sobre todo de f¨²tbol, pues el prelado b¨¢varo era un entusiasta del Bayern y, el l¨ªder de ERC, del Bar?a. Temas amables, pues, mientras el dicasterio para la Doctrina de la Fe ¨Cbajo las ¨®rdenes de Ratzinger¨C interrogaba y sancionaba a te¨®logos y prelados sospechosos de ser poco adictos a la ortodoxia wojtyliana como Boff, Gustavo Guti¨¦rrez, Pere Casald¨¤liga o Schillebeeckx, entre muchos otros. Si con Junqueras suced¨ªa esto, ahora cabe pensar que Aragon¨¦s tampoco habr¨¢ querido molestar sacando a colaci¨®n el desagradable asunto de la pederastia en la Iglesia espa?ola y las dichosas indemnizaciones a las v¨ªctimas.
Los nuevos tiempos imponen ser pragm¨¢ticos. Atr¨¢s queda el periodo en que Jordi Pujol buscaba la comuni¨®n entre fe y naci¨®n catalana, en los a?os ochenta. El motivo del viaje del actual presidente era mucho m¨¢s prosaico: evaluar el peso que el Vaticano quiere dar al milenario de la abad¨ªa de Montserrat (2025) y a la culminaci¨®n de las obras del templo de la Sagrada Familia, adem¨¢s de charlar un rato con un sociable Papa argentino tambi¨¦n sobre la ley de amnist¨ªa.
En sus 23 a?os al frente de la Generalitat, Pujol no logr¨® que el papa polaco Juan Pablo II dijera ¡°?Bon Nadal!¡±. Ni siquiera con motivo del denominado ¡°milenario de Catalu?a¡±. Lo intent¨® todo. Acudi¨® en 1981 a Roma con una Gran Enciclop¨¨dia Catalana bajo el brazo. Se la mostr¨® abierta por su Cracovia natal. Se acompa?¨® de 4.000 catalanes devotos. Ni siquiera el facs¨ªmil del misal de Santa Eul¨¤lia, ni el libro de oro del rosario en Catalu?a conmovieron a Wojtyla, bombardeado por los informes que los nuncios Mario Tagilaferri, primero, y Lajos Kada, despu¨¦s, le enviaban previniendo del ¡°chantaje¡± de CiU al Gobierno de turno, sobre todo al Ejecutivo derechista de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Ahora con un Papa m¨¢s receptivo hacia la sociedad y, por contra, unos obispos empe?ados en tapar los casos de pederastia, todo es distinto. Eso s¨ª, el Vaticano por la propia din¨¢mica conservadora de la curia, es poco amigo de cambios. Y ello incluye no sumarse a la aventura independentista catalana y seguir pidiendo al propio Montserrat que el castellano sea lengua vehicular con el Papa. Hay que abrirse a los nuevos signos de los tiempos, pero con precauci¨®n.
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