Vampire Weekend en el Primavera: una fiesta para no despeinarse
Los norteamericanos han abierto el tramo nocturno de una jornada que en la tarde tuvo mucho acento local
Hay grupos que parecen haber nacido para los festivales por alegres, desenvueltos y f¨¢ciles de escuchar. Y lo de f¨¢cil no significa que sean una nader¨ªa. Es el caso de Vampire Weekend, encargados de abrir la noche del jueves en uno de los dos escenarios principales del festival. La banda norteamericana parece tener dos almas, una primera, a la que apelaron con White Sky¡± primer tema del concierto, africana y blanca. No es un ox¨ªmoron, a menos que as¨ª se considere el Graceland de Paul Simon, sonido en el que en parte se apoyan. Guitarras agudas, una voz en un tono que puede sonar parecida a la de Simon y alegr¨ªa. Encima White Sky tiene un estribillo tarareado, lo que lo convierte en muy comprensible. La otra alma de Vampire es un pop m¨¢s elaborado y complejo, quiz¨¢s menos comercial, que han expuesto en su ¨²ltimo disco y que lleg¨® con la tercera canci¨®n del repertorio, la espl¨¦ndida Classical. M¨²sica pop pues para inciar el tramo nocturno del festival, ese en el que los gatos ya casi ni se ven.
Como ocurre con los jueves del Primavera, la asistencia es m¨¢s floja que el fin de semana, lo que ha supuesto que con Vampire casi se pod¨ªa llegar al escenario sin usar m¨¢s de lo estrictamente necesario los codos. Ezra Koening, su l¨ªder y vocalista, dijo lo que se dice en estos casos, que estban muy conentos de volver al festival. El p¨²blico no fue m¨¢s original y respondi¨® como en estos casos, aplaudiendo y mostrando esa alegria propia de estar ante un grupo esperado. La actuaci¨®n de Vampire vivi¨® en ese alambre entre lo africano y lo m¨¢s digamos post-africano del disco Only God Was Above Us, un t¨ªtulo muy Stella Maris, por cierto. En el primer apartado cayeron hits como Kape Cod Kwassa Kwassa o A-Punk, mientras que en el segundo destacaron Capricorn o Connect. Una fiesta, aunque comedida, no para perder el oremus. Quiz¨¢s se guardaban fuerzas para otros d¨ªas o para Pulp, que ser¨ªan otro de los platos fuertes de la jornada.
Por la tarde las jornadas en el festival suelen tener un patr¨®n similar. Por un lado el espacio ya se abri¨® al p¨²blico en su totalidad. Como a esas horas a¨²n no hay demasiada asistencia en las barras s¨®lo hay camareros y camareras que miran con desolaci¨®n a quien pasa delante, con una expresi¨®n de aburrimiento y soledad de tal calibre que hasta entran ganas de hacer una consumici¨®n s¨®lo por empat¨ªa y complicidad. Claro que tambi¨¦n viene a la cabeza que horas m¨¢s tarde apenas podr¨¢n hacer caso a nadie, desarbolados por las prisas de los consumidores, entonces casi invisibles exceptuando al que atienden. El sol cae y en los escenarios se busca la sombra y los artistas, mayormente locales, act¨²an ante un p¨²blico por lo general conocedor e interesado. Los extranjeros, que s¨®lo suelen mostrar inter¨¦s por lo que ya conocen, guardan energ¨ªas para cuando el sol haya ca¨ªdo. Son los vampiros del Primavera.
En ese contexto el arranque de la jornada ha tenido dos l¨ªneas. Por un lado el pop, vestido con ropajes urbanos por parte de Mar¨ªa Hein, un nuevo talento que llega de Felanitx. Mostr¨® ganas de estrellato, subida en un podio donde dejarse ver, la sonrisa metalizada por esos aditamentos que se duda severamente sirvan para una mejor masticaci¨®n. Pero lo que en su pase dej¨® helado no fueron estos detalles menores, peaje est¨¦tico, sino una espl¨¦ndida voz que le permiti¨® versionar Alenar de la, dijo, su admirada Mar¨ªa del Mar Bonet. Cort¨® el aliento. Con un m¨²sico que disparaba bases y tocaba trompeta, as¨ª supli¨® el tromb¨®n de Rita Pag¨¦s en Cansada de tu. Realiz¨® una convincente actuaci¨®n bajo imagenes de anime y manga. Tambi¨¦n son¨® Mushkaa en Temps, y hasta la voz de su madre en Mama. El poso de Ferran Palau y el Sr Chen se nota en el sonido de algunas canciones, con dejes rhythm and blues, lo que muestra la apertura de miras de una artista muy joven que tambi¨¦n tiene ra¨ªces en el folk como muestra la incorporaci¨®n a su repertorio de su particular lectura del tema popular La dama de Mallorca.
Tambi¨¦n en clave pop, pero menos urbano pese a sus toques electr¨®nicos, sutiles, fue la actuaci¨®n de Renaldo & Clara, como la de Hein en los escenarios grandes de la explanada de entrada al recinto. La m¨²sica de Clara Vinyals, que tiene una voz extremadamente dulce de la que no parece pueden salir maldades y s¨ª tan s¨®lo candor, puede hacer pensar en primera instancia que su porpuesta es demasiado meliflua. Demostraci¨®n ambiental: un joven desgre?ado que no ser¨ªa modelo de suavizante capilar, con un gorro de pescador con a?os de intemperie y m¨¢s aspecto de ser fan de Manu Chao que del tierno pop, se mec¨ªa ondulante mientras sonaban piezas como El riu, Rodones o L¡¯amor fa calor entre otras. Y no s¨®lo era este j¨®ven, p¨²blico muy distinto y de toda tipolog¨ªa, se ondulaba igual ante una propuesta con m¨¢s fondo y variedad de la que una escucha apresurada puede sugerir. Y dato curioso de complicada explicaci¨®n, las c¨¢maras, mejor dicho, los tel¨¦fonos usados como tales, al igual que en el resto de los conciertos del primer tramo de la jornada, brillaban literalmente por su ausencia. ?Demasiada luz?, ?pocas cervezas que estimulen la necesidad de convertirlo todo en recuerdo? Misterio. Lo que no es misterio es el precio de la cerveza, este a?o a 5 euros. Emborracharse, en especial si es con trago largo, unos 10 euros, resulta m¨¢s caro que una cura de desintoxicacion.
Y lo que en verdad es un misterio de los grandes es la raz¨®n por la que el Ministerio de Sanidad no patrocina el festival. O bien un gimnasio de esos elegantes que dan toallas con logotipos que ya adelgazan y su clientela usa maillots que yugulan las venas de puro prietos. La fibra muscular de la asistencia al Primavera seguro que aumenta en estos d¨ªas, y la salud cardiovascular se ve grandemente favorecida por las caminatas en pos de las diversas actuaciones. Porque las otras dos que marcaron el inicio de jornada ya tuvieron lugar en los escenarios de Mordor, a¨²n muy poco ocupados, justo en el extremo opuesto del recinto. La banda local de rock y garaje Mujeres lucieron all¨ª como en casa, con multitud de amigos entre la asistencia, muchos de ellos en pleno ¨¦xtasis bailable mientras sonaban sus temas. Entre la asistencia, los ni?os de dos de sus amigos, a horcajadas sobre sus hombres, luc¨ªan una camiseta confeccionada para la ocasi¨®n que rezaba ¡°la m¨²sica florece con mujeres¡±. A estas persona, y personitas, ha dedicado el tr¨ªo Un sentimiento importante, antesala de ¨¦xitos euforizantes como Siento muerte, Al final abrazos o Aquellos ojos. M¨¢s tarde, Yago Alcover, su cantante y guitarrista, se mostraba feliz por el cari?o recibido y por la ilusi¨®n de haber abierto un escenario en lugar de cerrarlo, como es habitual en su caso, dijo. El otro grupo que ha lucido vigor fue Derby Motoreta¡¯s Burrito Cachimba, cuyo nombre ya casi ocupa toda una cr¨®nica. Los sevillanos, con un aspecto propio de los tiempos gloriosos del rock, que en sus venas no se ha dilu¨ªdo, han hecho una vigorosa actuaci¨®n pautada por el gazpacho de influencias de su rock andaluz, entre progresivo y psicod¨¦lico. Encima sus letras tienen miga, una suerte de po¨¦tica que han explotado en temas como Gitana o Las leyes de la frontera.
Ya con el sol de vacaciones y el airecilo indicando que esto es primavera, no verano, y el mar es el vecino, el festival puede presumir de algo muy especial: el Auditori. Entrar en ¨¦l ofrece una imagen prosaica, decenas de bocadillos y toda suerte de viandas all¨ª rehenes dada la escasa urbanidad de quienes cuando se pod¨ªa entrar sin limitaciones dejaban el recinto como un bebedero de patos. La urbanidad es para algunos una extra?a enfermedad tropical que mejor no contraer. Dentro todo oscuro, quiz¨¢s por ello hab¨ªa mucho extranjero, y en el escenario tres focos blancos cayendo sobre un pianista, una mesita con un vaso, se supone de agua y sobre Kurt Wagner, con su sempiterna gorra ocultado con la visera su cara. No cuenta, la cara, Wagner tiene una voz c¨¢lida y profunda que podr¨ªa listar tipolog¨ªas de bacterias fecales y ser¨ªa hermoso. No se dedic¨® a la microbiolog¨ªa, sino a cantar desnudas canciones de su inclasificable grupo, Lambchop. Un remanso de paz roto en el exterior por el trapero Dillom, que como buen argentino usaba una formaci¨®n de rock como apoyo a sus composiciones. En su caso, adem¨¢s de que en su pais el rock sigue siendo muy, pero que muy vigente, cabe decir que elrigen de Dillom es punk, y punkis eran las pintas de sus m¨²sicos.
Finalmente, y como punto nost¨¢lgico y emotivo, en un escenario, el dedicado a Steve Albini, se escuch¨® el ¨²ltimo disco, To All Trains, de su grupo Shellac, unos asiduos al festival que as¨ª, con este homenaje, la escucha de un disco en un acto pre?ado de simbolismos, le rend¨ªa homenaje. El p¨²blico asisti¨® respetuoso a esa escucha que ornamentalmente ofreci¨® unas flores como recuerdo al gran productor y m¨²sico recientemente fallecido .
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