Manrique abre el Lliure con una Gaviota que enfatiza la vulnerabilidad del artista
El director del teatro barcelon¨¦s firma para la inauguraci¨®n de temporada una puesta en escena ¡°apasionada¡± de la obra de Ch¨¦jov
En unos tiempos en que las gaviotas se prodigan en los escenarios europeos (este a?o las ha habido o las habr¨¢ en Par¨ªs, Viena, Berl¨ªn, Mil¨¢n, Anvers, Londres y Madrid, sin olvidar la que ofrece Guillermo Cacace en Salt este mismo viernes), la que aterriza en el Lliure, en Barcelona, el jueves para alzar el tel¨®n del teatro es muy especial. La gavina, una de las grandes obras de Ch¨¦jov, es la pieza que ha escogido Julio Manrique, director del colectivo desde el pasado febrero, para inaugurar su primera temporada completa al frente del mismo. Toda una declaraci¨®n de intenciones, pues se llame mouette, m?we, gabbiano, seagull o gaviota (seg¨²n donde se monte), la emblem¨¢tica ave chejoviana, s¨ªmbolo de esperanza y tambi¨¦n de muerte, significa sobre todo una apuesta por el mejor teatro de texto universal, por la b¨²squeda de excelencia actoral y por el deseo de sumergir al p¨²blico en el hermoso vaiv¨¦n de emociones del autor ruso.
El montaje de Manrique (Lliure de Montju?c, Sala Fabi¨¤ Puigserver hasta el 3 de noviembre) se hace sobre una adaptaci¨®n de Marc Artigau, Cristina Genebat y el propio Manrique que deja la representaci¨®n en dos horas y que cuenta en el reparto en los papeles principales con Daniela Brown (Nina, la joven actriz ansiosa de triunfar), Nil Cardoner (Konstantin Tr¨¦plev, el joven dramaturgo que quiere crear nuevas formas art¨ªsticas), Cristina Genebat (Irina Ark¨¢dina, su madre y estrella veterana del escenario), David Verdaguer (Boris Trigorin, el escritor consagrado), y David Selvas (Sorin, hermano de Irina y due?o de la finca donde transcurre la pieza). Los otros int¨¦rpretes son Marc Bosch, Adeline Flaun, Clara de Ramon, Xavier Ricart y Andrew Tarbet. La escenograf¨ªa, centrada en el lago de la hacienda (curiosamente La gavina de 1997 de Flotats en el TNC estaba orquestada en torno a una piscina), la firma Lluc Castells y el vestuario, que de manera ins¨®lita deja un margen de elecci¨®n cada funci¨®n a los int¨¦rpretes, es de Alejandro And¨²jar.
Manrique habla de su espect¨¢culo, ¡°hecho con respeto y valent¨ªa¡±, pose¨ªdo por ese emotivo chejovismo que embarga, impregna, a cuantos se acercan a los textos de Anton Pavlovich y que trata de disimular con algunas frases gruesas. ¡°Otra vez Ch¨¦jov, s¨ª¡±, apunta, ¡°despu¨¦s de haber dirigido Les tres germanes y de haber sido Vania en el montaje de 2021 de Korsunovas, vamos a intentar hacer nuestro puto Ch¨¦jov, un enco?amiento dif¨ªcil de explicar¡±. Y sin embargo, dicho esto, lo explica magn¨ªficamente: La gavina, dice, resuena con muchas cosas interesantes para inaugurar la nueva etapa de un teatro. Est¨¢ Konstantin y su deseo de crear formas nuevas (esperemos que Julio no acabe como ¨¦l, ni como la gaviota, disecada), y su derrota; est¨¢ Irina y su miedo a envejecer en un oficio en el que la edad no perdona a las mujeres; est¨¢ Nina, cuyos logros no se corresponder¨¢n con sus sue?os, est¨¢ el debate sobre la creaci¨®n, sobre lo nuevo y lo viejo, incluso la idea de la ¡°generaci¨®n tap¨®n¡±. Y, est¨¢, y eso ha querido enfatizarlo Manrique, ¡°la vulnerabilidad del artista¡±. Y por encima de todo, la emoci¨®n. ¡°No s¨¦ que hay en este m¨¦dico ruso, en su mirada, en su comprensi¨®n del alma de las personas, que me conmueve y desasosiega¡±, reflexiona. ¡°Su prop¨®sito era algo revolucionario: mostrar la humanidad como es, apelar a tener el valor de vernos como somos, sombras incluidas¡±.
Manrique destaca la capacidad de Ch¨¦jov de ser muy preciso, de mostrar el detalle. ¡°Con una mezcla de compasi¨®n y crueldad, tomando distancia, haciendo comedia y tragedia¡±. El director resume: ¡°No s¨¦, es muy, muy bueno¡±. La direcci¨®n de actores, subraya, es fundamental para montar un Ch¨¦jov: ¡°Es la cosa. Hay que ir trabajando el texto poco a poco, fragment¨¢ndolo, desmenuz¨¢ndolo, para no pasar nada por alto. Son obras hechas de micropart¨ªculas¡±. ?Echa de menos no actuar ¨¦l, siente envidia? ¡°Hostia, no t¨ªo, me alegro mucho de no tener que salir¡±.
Dice del montaje de referencia de Flotats, con N¨²ria Espert, Ariadna Gil y Josep Maria Pou (y el propio Flotats como Trigorin) que lo tiene en la cabeza y ha vuelto a verlo en v¨ªdeo. ¡°Era muy distinto, mucho m¨¢s largo, tres horas, m¨¢s can¨®nico, lo que no quiere decir mejor o peor, con grandes int¨¦rpretes. Nosotros hemos querido hacer una Gavina muy viva. No de suspiros, densidad y tiempo que pasa. La gavina es una obra llena de deseo, de anhelo. De gente que tiene ganas de vivir, aunque no sabe c¨®mo hacerlo. La nuestra quiere ser una Gavina apasionada, de gran pulsi¨®n de vida, aunque acabe con una pulsi¨®n de muerte¡±.
Julio Manrique destaca el ¡°ADN Lliure¡± del montaje, y recalca la importancia del espacio esc¨¦nico y la colocaci¨®n del p¨²blico. El lago como elemento escenogr¨¢fico alude, se?ala, al espejo, a la manera en que todos los personajes ¡°se miran, se comparan, y al hacerlo sufren y se compadecen¡±. Recuerda que como en todas las obras de Ch¨¦jov, en La gavina ¡°hay un misterio que se nos escapa, que es el sentido de la vida¡±.
En cuanto a la comparaci¨®n con Les tres germanes (que ¨¦l mont¨® en el 2020), dice que hay conexiones entre ambas obras,¡± pero La gavina es m¨¢s punki, m¨¢s cruel¡±. Eso tiene que ver, dice, ¡°quiz¨¢ con el momento vital en que Ch¨¦jov la escribi¨® o con que aborda temas del mundo del teatro y la creaci¨®n que le eran muy cercanos¡±..
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