Expulsada de Barcelona y esclava del tren: ¡°Me paso la vida pidiendo favores y perd¨®n por los retrasos¡±
Los cortes del corredor ferroviario en Tarragona vuelven a constatar las dificultades de vivir fuera de Barcelona y mantener all¨ª el empleo
Tras la pandemia, Paola R. y su pareja le dieron una vuelta a su vida. Cogieron a sus dos hijos y le dieron portazo al barrio de Gr¨¤cia de Barcelona para irse a vivir a Castell de Montorn¨¨s (Tarragon¨¨s). Buscaban un entorno mejor, pero tambi¨¦n escapar de las subidas sin fin de los precios de los pisos de alquiler de Barcelona. A cambio, hab¨ªa que pagar un peaje: de estar a siete minutos del trabajo a alejarse a una hora y media con el concurso del tren, pero como esta psic¨®loga pod¨ªa teletrabajar cuatro d¨ªas a la semana, apenas lo conceb¨ªa como un problema.
Pero la presencialidad obligada en la oficina pas¨® despu¨¦s a ser de dos d¨ªas semanales y ahora ya son tres. Y los problemas con los trenes se han sucedido hasta el culmen de esta semana: las obras del corredor ferroviario de Tarragona que se prolongar¨¢n los pr¨®ximos cinco meses, que le obligan a coger un autob¨²s en vez de un tren desde Torredembarra hasta Sant Vicen? de Calders para, desde all¨ª, tomar un ferrocarril hasta Barcelona. ¡°Teniendo en cuenta que tengo jornada reducida ¡ªexplica¡ª, paso casi m¨¢s tiempo en el tren que en el despacho. Y, sobre todo, a veces me reconozco taquic¨¢rdica porque tengo que lidiar con algo que no controlo¡±.
El de Paola R. no es un caso ¨²nico. Anna G¨®mez, otra usuaria habitual de los trenes que conectan Tarragona y Barcelona, dice que desde hace cosa de un a?o y medio se pasa ¡°la vida pidiendo favores y perd¨®n por llegar tarde¡±. Ella tambi¨¦n es una de esas miles de personas que en los ¨²ltimos a?os ha decidido mudarse fuera de la capital catalana pese a mantener all¨ª su puesto de trabajo. ¡°Me he planteado volver, claro, pero ?otra vez volver a empezar? Si lo hago, la ¨²nica raz¨®n ser¨ªa Renfe. Pero si vuelvo que sea porque yo quiera, no porque me obliguen, ?no?¡±, apunta esta mujer de 41 a?os siempre enganchada a un grupo de whatsApp. ?ltimamente se centra sobre todo en los mensajes de un grupo llamado Rep¨²blica Independiente del ?ltimo Vag¨®n en el que hay unas 200 personas. Fue el embri¨®n de la plataforma Dignidad en las V¨ªas, de la que es vicepresidenta.
Hace un a?o, G¨®mez cog¨ªa el tren a las siete de la ma?ana para llegar a su trabajo a las 8.30. Este lunes calcula que tendr¨¢ que tomar un autob¨²s a las 6.05. El mismo problema que Paola y que el de los miles de personas que se trasladan recurrentemente desde Tarragona a Barcelona. Renfe cifra en 15.000 viajeros los afectados por sus ¨²ltimas obras en uno de los corredores con m¨¢s usuarios de Espa?a. El sistema de transporte alternativo durante la primera semana ha puesto de manifiesto una cosa: que el incordio no se limitaba a los autobuses; los trenes han seguido incumpliendo sus horarios.
La realidad es que el n¨²mero de usuarios de esos trenes ha crecido en la ¨²ltima d¨¦cada a causa del ¨¦xodo provocado por los precios del mercado inmobiliario en Barcelona (y que se ha extendido a todo su entorno como las ondas expansivas de una explosi¨®n) y por los deseos de otros de salir de la ciudad en busca de calidad de vida. Mientras reputadas instituciones catalanas como el C¨ªrculo de Econom¨ªa demandan poner en orden la Barcelona de los cinco millones de habitantes, el principal modo de transporte p¨²blico capaz de unir ese territorio hace aguas y, en vez de acortar, alarga las distancias.
La din¨¢mica del mercado inmobiliario se ha mostrado despiadada en la evoluci¨®n de sus precios. Seg¨²n la Generalitat, el precio medio del alquiler en un piso de Barcelona se situaba en los 1.193 euros. Esas rentas se han disparado un 73% en los ¨²ltimos 10 a?os. En Torredembarra, el municipio con estaci¨®n de tren m¨¢s pr¨®ximo a la residencia de Paola R., ese precio se sit¨²a en los 645 euros, que a su vez se ha encarecido en torno a un 50% en una d¨¦cada. La conexi¨®n por tren es uno de los factores para decidirse, pese a que en los ¨²ltimos a?os el numeroso cat¨¢logo de incidencias (aver¨ªas de la infraestructura fija, de los tres, actos vand¨¢licos, efectos de la meteorolog¨ªa y otras cuestiones ajenas a los responsables del servicio) ha restado fiabilidad al sistema.
Cristina S¨¢ez tambi¨¦n viv¨ªa en Gr¨¤cia. Acababa de dar a luz y a su casa lleg¨® un mensaje: daban por finiquitado el contrato de alquiler. Intentaron buscar un piso por los mismos 1.100 euros que pagaban hasta entonces y no fue posible. Al final se fueron a Tei¨¤. ¡°Tenemos vida de pueblo, pero cuando has de ir a trabajar es imposible. Algunos encargos de trabajo los he tenido que rechazar porque no ten¨ªa c¨®mo volver a casa¡±, dice. La poblaci¨®n con tren m¨¢s pr¨®xima es Masnou, cuyo recorrido no deber¨ªa superar los 20 minutos hasta Barcelona. Pero despu¨¦s de algunos problemas, ha decidido apostar por una l¨ªnea de autob¨²s que tarda el doble de tiempo, pero que se ha mostrado mayor fiabilidad.
Llueve sobre mojado
La cuesti¨®n es que llueve sobre mojado. El problema no solo afecta a quienes se mudaron fuera de Barcelona hace unos pocos a?os. Pedro Hidalgo se fue a Altafulla en los primeros a?os de este siglo y no tiene un buen recuerdo: ¡°Ten¨ªamos dos ni?as peque?as y por el precio de la vivienda y por m¨¢s calidad de vida decidimos irnos fuera. A los dos o tres a?os nos dimos cuenta de que ten¨ªamos un problema y que nos hab¨ªamos equivocado¡±. Las ni?as ya ten¨ªan su c¨ªrculo y all¨ª siguen y, como el resto de consultados, asumen que volver a la gran ciudad catalana le costar¨ªa much¨ªsimo, por muchos problemas de log¨ªstica que les cause. ?Cu¨¢nto tarda ahora en llegar a Barcelona? ¡°Ojal¨¢ lo pudiera decir con exactitud ¡ªresponde¡ª, entre una hora y cuarto y una hora y media. Cuando llegamos aqu¨ª en 55 minutos estaba en el centro de Barcelona¡±. Esa incertidumbre es la que ha hecho que G¨®mez siempre que queda, lo haga con m¨¢s de una persona, para no dejar plantado a nadie solo.
Hidalgo es de los que han optado por ir hasta Sant Vicen? de Calders en coche y ahorrarse el autob¨²s. Luego se sube al tren, en el que le gustar¨ªa poder trabajar, pero las sucesivas interrupciones en las redes de datos le complican hacerlo. Cada vag¨®n tiene sus propias historias. Las de quienes no llegan a la hora al trabajo o a los estudios, o a los padres incapaces de llegar al colegio a recoger al hijo y tienen que hacer una llamada a la desesperada. Les desespera, sobre todo, la falta de informaci¨®n y que cuando se suben al tren y este emprende la marcha, empieza una nueva aventura. ¡°S¨¦ de gente que se est¨¢ medicando a causa del estr¨¦s que genera la situaci¨®n¡±, explica Hidalgo, quejoso de la falta de inversiones que provoca el problema.
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