Arooj Aftab, flotando entre lo mundano y lo espiritual
La vocalista pakistan¨ª deleit¨® en Apolo con un ser¨¢fico concierto
La globalizaci¨®n suele presentarse como uno de los males de nuestros d¨ªas, e incluso en el apartado cultural puede pensarse que comporta cierta uniformizaci¨®n bajo el mandato de un mercado que m¨¢s gana cuanto m¨¢s estandarizada sea la oferta y el posterior consumo. Es un debate que ante conciertos como el de Arooj Aftab salta por los aires como un mar de confetis impulsados por el viento. Nacida en Arabia Saud¨ª, crecida y educada en Lahore y asentada en los Estados Unidos, donde fue a estudiar en la Berklee School Of Music, esta pakistan¨ª de 39 a?os re¨²ne en su m¨²sica lo mejor de los mundos de los que ha bebido y en los que ha vivido. S¨®lo decir que entre sus favoritos se encuentran cosas tan aparentemente distantes como la m¨²sica de Billie Holiday y el flautista indio y director musical Hariprasad Chaurasia.
Arooj es pues una mujer de hoy que no olvida cuales fueron sus ayeres. Su primer contacto con el p¨²blico barcelon¨¦s lo tuvo en el Primavera Sound de 2022, donde su concierto, en formato tr¨ªo con contrabajo y arpa, fue como un remanso de paz en medio de la barah¨²nda, un tiempo suspendido y flotante. En la sala Apolo compareci¨® en formato cuarteto, con el mismo contrabajista, Petros Klampanis, guitarra y viol¨ªn, tocado ¨¦ste tanto con arco como pellizcando sus cuerdas con los dedos. Y fue sencillamente ser¨¢fico gracias a una voz delicad¨ªsima que pareci¨® flotar ingr¨¢vida sobre una escueta aunque rica base musical tejida parsimoniosamente por sus instrumentistas. Desde la inicial Suroor hasta la final Mohabbat, la vocalista despleg¨® una sutileza y espiritualidad que dej¨® al p¨²blico inm¨®vil, como si no quisiera perturbar el vuelo de aquella mariposa, am¨¦n de silencioso, atento y ajeno a los dispositivos m¨®viles. Un concierto de sala con todas las ventajas de un recinto as¨ª.
Pero adem¨¢s, contrastando con aquella paz, Arooj mostr¨® su faceta de mujer mundana, amante de la noche, bromista y suelta, sin duda estimulada por el vino que no dej¨® de beber en todo el concierto (tambi¨¦n reparti¨® ¡°chupitos¡± entre el p¨²blico de las primeras filas). Esto contrast¨®, copa en mano, con las definiciones, parcialmente correctas, que la han se?alado como artista neo suf¨ª, pues pese a estructurar en parte sus textos en forma de gazales ¡ªforma po¨¦tica de las literaturas cl¨¢sicas ¨¢rabe, persa, turca y de las zonas idiom¨¢ticas del urdu (Pakist¨¢n, India)¡ª y coquetear con la m¨²sica qawwali (de origen religioso originaria de la India isl¨¢mica), Arooj no deja de ser un verso libre. Su contemporaneidad, am¨¦n de unas gafas de sol grandes y negras que evocaban a Martirio, a?ade a los aires indost¨¢nicos del viol¨ªn influencias de jazz, espl¨¦ndido el trabajo de Petros Klampanis, pop y folk, en manos de los acordes de su guitarrista y ritmos groovies, menos presentes en Apolo por la falta de percusi¨®n, apenas apuntada por el contrabajista en un par de temas. Un cruce de caminos que converge en la voz de Arooj, que canta en urdu buena parte de su repertorio. Y tambi¨¦n efluvios flamencos seguramente no conscientes pero s¨ª evocables en este rinc¨®n del mundo.
En los conciertos previos de los que ha trascendido el listado de interpretaciones suele mantener el patr¨®n de lo visto en Apolo, con temas de sus dos mejores discos, Vulture Prince y el m¨¢s reciente Night Reing. En Apolo se estableci¨® la diferencia con otras actuaciones gracias a la presencia de Silvia P¨¦rez Cruz, con la que improvis¨® en una versi¨®n no particularmente brillante de Last Night, en la que Silvia se adapt¨® como pudo a una Arooj tirando a imprevisible. Fue, pese a todo, un buena muestra de complicidad en un espl¨¦ndido concierto adem¨¢s est¨¦ticamente bello, ya que las luces, en tonos constantes morados, azules y violetas, marcaban una zona de penumbra en la que Arooj, vestida de negro, se refugiaba cuando sus instrumentistas abordaban los solos, convirti¨¦ndose en una presencia fantasmal s¨®lo delimitada por el contorno de su cuerpo. Delicadeza, fragilidad y belleza para una voz a la que s¨®lo falta escuchar en directo acompa?ada por una banda completa para comprobar si piano, arpa y percusi¨®n mejoran lo casi inmejorable.
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