La Batalla de Valencia, nueva temporada
La necesidad de taponar fugas en el PP y enraizar a Carlos Maz¨®n como l¨ªder recarga la disputa identitaria como munici¨®n para el debate pol¨ªtico
No hace falta ser un profeta del Antiguo Testamento ni un visionario como George Orwell para vislumbrar que la derecha de aqu¨ª est¨¢ en v¨ªsperas de una batalla y la va a dirimir con la munici¨®n que mejor le ha funcionado. La que deriva del manido trampantojo de que el valenciano no es catal¨¢n, la madre de todas la fakes. La que permiti¨® al franquismo asear su tenebroso pasado en tiempos de confusi¨®n hacia la democracia y presentarse como salvador del pueblo frente al b¨¢rbaro invasor catal¨¢n. Lo necesita como siempre, pero lo necesita m¨¢s que nunca. Tambi¨¦n como entonces para evitar la dispersi¨®n entre los suyos (que salgan las cuentas) y para criminalizar al adversario que gobierna. Pero tambi¨¦n ahora para enraizar a su nuevo enviado (Carlos Maz¨®n) como l¨ªder y ablandar las resistencias org¨¢nicas y las suspicacias que suscita entre las antiguas demarcaciones de dell¨¤ del X¨²quer y dell¨¤ Uix¨®.
El recurso es un conglomerante y viene de lejos. En 1977 Emilio Attard, inspirado en el prop¨®sito disruptivo de Adolfo Su¨¢rez, cerr¨® la puerta en UCD al franquismo reformista, el que quer¨ªa adaptarse para seguir en la pol¨ªtica. Como l¨ªder regional del partido, se rode¨® de liberales (Joaqu¨ªn Mu?oz Peirats, Francesc de Paula Burguera, Jos¨¦ Antonio Noguera de Roig o Jos¨¦ Luis Barcel¨®) y abraz¨® la catalanidad de la lengua (lo de la derecha de toda la vida de don Teodoro Llorente y don Wenceslao Querol), as¨ª como la hist¨®rica bandera de las cuatro barras y la flamante denominaci¨®n Pa¨ªs Valenciano. Los agraviados no se resignaron, buscaron una sustantividad de choque en la orilla opuesta (el localismo lacrado y enojado) y fundaron la rama nativa de Alianza Popular (Alberto Jarabo Pay¨¢) o Uni¨®n Regional Valenciana (Ignacio Carrau, Ram¨®n Izquierdo). La fractura imposibilit¨® la victoria de UCD. Si la derecha quer¨ªa ganar, ten¨ªa que confluir en un mismo proyecto y este, adem¨¢s, deb¨ªa neutralizar la cultura de la izquierda.
El encargado de compactarlo fue Fernando Abril Martorell. Sucumbieron los liberales y fueron asumidos los postulados del franquismo reformista (el valencianismo anticatalanista) con todos los medios para librar una confrontaci¨®n de sentimientos con la izquierda que abrir¨ªa un abismo entre valencianos (la c¨¦lebre Batalla de Valencia), pero que unir¨ªa a la derecha. Ahora la derecha, a pesar de que la espuma del champ¨¢n de la Puerta Sol asfixia a Ciudadanos, vuelve a ser consciente de que hay fisuras que, convenientemente hurgadas, pueden acabar siendo un ca?¨®n de agua en la bodega y complicar el asalto a la Generalitat. Puede que el recurso centrista de Ciudadanos no d¨¦ m¨¢s de s¨ª, pero a su (todav¨ªa) figura m¨¢s relevante en la Comunidad Valenciana, Fernando Giner, le queda mucho particularismo por explotar bajo la bandera de un regionalismo netamente anticatalanista, que es de donde viene y donde puede haber mercado hu¨¦rfano.
Si ese es un riesgo en la periferia sociol¨®gica masticable, el flanco interno abierto por Francisco Camps removiendo ese mismo caldo constituye una amenaza, si cabe, m¨¢s inquietante. El PP considera que Camps es irreciclable (todav¨ªa tiene causas pendientes) y el expresidente es un animal herido con sentimientos no biodegradables. El partido solo le ofrece una incierta reivindicaci¨®n de su figura, mientras ¨¦l quiere una rehabilitaci¨®n por la puerta grande. Los ingredientes del desencuentro y la temperatura a la que se cuecen son los propicios para desencadenar el salto de Camps, por su cuenta, como candidato a la alcald¨ªa de Valencia, a la que se postula con insistencia envuelto con la senyera y perfumado con el tarro de las esencias. Dentro o fuera del partido, su opci¨®n puede desestabilizar a Maz¨®n, que quiere a Mar¨ªa Jos¨¦ Catal¨¢ (su principal cofrade) como alcaldesa de Valencia.
Al d¨²o designado desde Madrid, espoleado por el ADN de su partido, no le queda otra que meter el cubo hasta el fondo de ese pozo ciego y remover su sopa fundacional para re?ir por la hegemon¨ªa del discurso. Y ya se van marcando los perfiles. La carrera por tomar posesi¨®n de los s¨ªmbolos ha empezado. Pero la renta de situaci¨®n est¨¢ de parte de Camps, que ech¨® a andar en Alianza Popular: puede sumar damnificados, tiene el terreno abonado, arraigo, relato acreditado y coreograf¨ªa de espasmos anticatalanes y esencialistas. Fue ¨¦l quien, obsesivamente y con tono moralizante, revalencianiz¨® el PP tras la etapa liderada por el preceptor de Maz¨®n. Eduardo Zaplana instaur¨® una identidad que no se basaba en los sentimientos sino en los elementos: fuego ?(el incendio del monte donde se edific¨® Terra M¨ªtica, bronceado de yate y barbacoa), agua (trasvase, playa y Aguas de Valencia), tierra (PAI y recalificaci¨®n urban¨ªstica), aire (solemnidad vac¨ªa y viento en popa) y ¨¦ter (lo que no se ve¨ªa pero un¨ªa y ahora se vuelve materia en el C¨®digo Penal). Frente a eso, Camps aviv¨® el esp¨ªritu botiguer valenciano (el de parroquianos, mesa camilla, malta El Miguelete, pasamaner¨ªa, confesionario y casal fallero).
Lo carg¨® de simbolismo y se acopl¨® el yelmo del rey conquistador. No s¨®lo degluti¨® el libro gordo del jesuita Robert Ignatius Burns, sino que acomod¨® su agenda a la estela del fundador del Reino de Valencia. Primero, en v¨ªsperas del 9 de octubre, reuni¨® a los suyos en el monasterio del Puig, desde donde el rey dirigi¨® sus tropas hacia la conquista de Valencia en 1238. Luego se subi¨® a la cima del monte Penyagolosa, en la que el monarca levant¨® la ermita de Sant Joan tras la reincorporaci¨®n de Valencia a la cristiandad, y arranc¨® su campa?a electoral en Morella, que fue la primera plaza conquistada a los sarracenos. Frente a eso, Maz¨®n llama a la puerta con una foto en el parterre con la estatua de Jaume I en profundidad de campo y comiendo churros en una chocolater¨ªa tras asistir a la Missa d¡¯Infants. No hay color. Aunque con lo del delirante allanamiento de la Comunidad Valenciana por parte de la imperial Catalu?a ya est¨¢ apretando el acelerador y le va a empatar a Camps. Que vuelve el lobo.
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