El nuevo paradigma forestal y los Grandes Incendios Forestales. Unas bases para el cambio en la respuesta
Necesitamos fomentar la gesti¨®n agroforestal y no entorpecerla para luchar contra los fuegos, as¨ª como generar econom¨ªa y mejorar las condiciones de vida en el medio rural
Como consecuencia del ¨¦xodo rural y la subsiguiente desagrarizaci¨®n de la segunda parte del siglo XX, actualmente nos encontramos en un contexto forestal desconocido en nuestro territorio desde el Neol¨ªtico. El bosque crece masivamente sobre la retirada agraria del ser humano y seg¨²n todas las previsiones, es una situaci¨®n que no s¨®lo ha venido para quedarse, sino que va a tomar cada d¨ªa m¨¢s relevancia: las masas forestales no van a dejar de crecer y los bosques van a ostentar el protagonismo territorial del siglo XXI.
Este nuevo paradigma, que podr¨ªa ser interpretado por alguien como una buena noticia, realmente no lo es ni de lejos para el paisaje cultural mediterr¨¢neo, hist¨®ricamente caracterizado por el mosaico agroforestal. Muy al contrario, este proceso es un descalabro para un socioecosistema generado por el ser humano a trav¨¦s de milenios de interacci¨®n.
Adem¨¢s de otras muchas consecuencias de esta situaci¨®n (p¨¦rdidas de biodiversidad, culturales, insostenibilidad de las cadenas econ¨®micas, desvertebraci¨®n territorial¡), los incendios, y en especial los Grandes Incendios Forestales (en adelante GIFs), emergen con fuerza como los ¨²nicos gestores de un excedente de biomasa forestal que repito, no dejar¨¢ de crecer. Y tienen mucho tajo por delante, si tenemos en cuenta que ya en este momento la superficie forestal y la cantidad de biomasa por hect¨¢rea son las mayores desde hace milenios en nuestro territorio.
A?adiendo a la ecuaci¨®n el calentamiento global, la etiqueta GIFs trata (sin ¨¦xito) de definir un fen¨®meno que se ha mostrado indefinible, porque est¨¢ en continuo crecimiento y rompe cualquier molde. Por ello, los servicios de emergencias numeran distintas generaciones de GIFs, como innovaciones de comportamiento catastr¨®ficas, hasta aqu¨¦l momento desconocidas. Sin m¨¢s, estos GIFs ocupan el vac¨ªo dejado por los gestores tradicionales del paisaje cultural mediterr¨¢neo, causando graves (cada vez mayores) emergencias que duran d¨ªas, que amenazan vidas y propiedades humanas, que emiten grandes cantidades de CO2 y que no se pueden controlar pese a la cantidad de recursos invertidos en equipos de extinci¨®n.
Porque ante esta problem¨¢tica damos como ¨²nica respuesta la extinci¨®n, por mucho que es evidente su ineficacia para gestionar esta tendencia catastr¨®fica. Aunque tenemos grandes equipos de extinci¨®n (seguramente los mejores del mundo), esto no soluciona el problema: los GIFs son cada vez m¨¢s frecuentes y estrepitosamente mayores y acostumbran a superar durante horas o d¨ªas en m¨¢s de 10 veces la m¨¢xima capacidad de extinci¨®n de los medios, a los que hip¨®critamente les pedimos que los controlen. Y esto sin considerar que (en las condiciones actuales), cuantos m¨¢s incendios forestales apaguemos, mayores ser¨¢n los GIFs del futuro, una cuesti¨®n a la que los expertos le llaman ¡°la paradoja de la extinci¨®n¡±. Vaya, que la extinci¨®n (cuando puede) soluciona el problema inmediato, pero incrementa el riesgo potencial de GIF.
As¨ª, mientras el margen de mejora de los sistemas de extinci¨®n es muy poco, tanto en medios como en tecnolog¨ªa, la peligrosidad de los incendios seguir¨¢ creciendo, y ya no s¨®lo por la acumulaci¨®n de biomasa sino tambi¨¦n por el estr¨¦s de los bosques a causa del cambio clim¨¢tico y el exceso de densidad. El camino de la extinci¨®n como ¨²nica soluci¨®n ya no tiene recorrido ni sentido alguno. Estamos afrontando un fen¨®meno (constantemente) nuevo con herramientas antiguas, que adem¨¢s de ser ineficientes en la soluci¨®n del problema, son muy caras y mayormente consumidoras de queroseno (y por tanto muy contaminantes), adem¨¢s de actuar cuando el da?o (ambiental, social y econ¨®mico) ya est¨¢ hecho, entre otros problemas.
La realidad es tozuda y se impone aunque determinadas ideolog¨ªas no quieran verlo. No olvidemos que tambi¨¦n estamos en el mundo de las fake news y, despu¨¦s del ¨¦xodo rural, somos una sociedad mayoritariamente compuesta y gobernada por neourbanitas que han perdido el contacto diario con la realidad del territorio rural. Aparte est¨¢n los intereses pol¨ªticos, econ¨®micos, personales, etc... que siempre encuentran la forma de justificarse en las m¨¢s diversas modalidades. Si inventarse pir¨®manos o culpables suele ser una herramienta f¨¢cil de autojustificaci¨®n, otros sostienen que no hay que preocuparse, porque siempre ha habido incendios (??cierto, pero hablamos de GIFs!!!), o que nada podemos hacer, porque el problema es el cambio clim¨¢tico (he aqu¨ª un desistimiento con trampa). En definitiva, todo recuerda a los m¨²sicos del Titanic: se trata de seguir tocando la m¨²sica para entretener a la perdiz y no mirar de frente a la realidad.
Esta realidad es tan sencilla como que no hay otra salida que ser proactivos y pensar algo tan simple como que el incendio m¨¢s importante es el que todav¨ªa no se ha producido y que por eso hay que evitar que se produzca, en lugar de lamentarse (interesada y fugazmente, por cierto) cuando acaba de ocurrir.
De pol¨ªtica de altura, de escala y de largo plazo, hacemos poca. No practico afirmaciones gratuitas si digo que la pol¨ªtica territorial valenciana desde la transici¨®n se puede sintetizar a grandes l¨ªneas con la dial¨¦ctica entre ultraprotecci¨®n y ultradestrucci¨®n, siempre al servicio de los intereses urbanos y en contra del territorio rural. Y con ello no entro en partidismos, porque esto ha sido una cuesti¨®n que han seguido todos los gobiernos de la Generalitat Valenciana y con la que los poderes f¨¢cticos econ¨®micos (con su greenwashing) convergen con los ultraconservacionistas (con su rewilding). Una dial¨¦ctica dipolar que asfixia (creo que no sin intenci¨®n) al territorio y su sociedad rural y amenaza con seguir haci¨¦ndolo hasta que no quede nadie gestionando la agroforesta.
Mientras en el litoral y en las ciudades ¡°todo vale¡± nos encontramos con que (por ejemplo), el territorio forestal valenciano actualmente tiene una protecci¨®n sobredimensionada (m¨¢s del 50% lo est¨¢) y creo que equivocada, ya que esta protecci¨®n mayoritariamente supone una lista prohibiciones o restricciones a la gesti¨®n, que se hace en contra de los propietarios o sin su aceptaci¨®n con el ¨²nico objetivo de mantener un estatismo te¨®rico irreal, burocr¨¢tico (yo dir¨ªa desp¨®ticamente ilustrado) y antiecol¨®gico que, de hecho, niega la propia identidad del paisaje cultural mediterr¨¢neo. Todo ello, sin aportar valor a?adido a los gestores agrarios tradicionales, sino al contrario, causando m¨¢s despoblaci¨®n y abandono (l¨¦ase al eminente Artur Aparici).
Pero nunca es tarde. Debemos abrir los ojos y dar un paso por el cambio de modelo en lo que se refiere a la vertebraci¨®n territorio-sociedad. Para empezar, ser¨ªa necesario que la sociedad (hoy, recuerdo, mayoritariamente urbana) asuma el nuevo paradigma en el que estamos inmersos. Y que una vez asumido (que creo que todav¨ªa estamos lejos de ello), busquemos soluciones a este profundo problema.
De todo lo expuesto se desprende que de entrada, para luchar contra los incendios, necesitar¨ªamos fomentar la gesti¨®n agroforestal y no entorpecerla. Y de hecho, propondr¨ªa otorgar una medalla a los pocos agricultores que resisten en el territorio, porque hacen una labor impagable, social, ecol¨®gica y econ¨®micamente, en lugar de obstaculizarlos en su labor e incluso criminalizarlos cuando hay un accidente (el ejemplo de T¨¤rbena es reciente y de libro). Sin ellos, los incendios del futuro ser¨¢n much¨ªsimo mayores.
Y paralelamente, ser¨¢ indispensable generar econom¨ªa y mejorar las condiciones de vida en el medio rural, para vertebrar el territorio y la sociedad y as¨ª abandonar progresivamente el actual escenario. Pero esto no se ha de hacer de cualquier manera, y entenderlo es de vital importancia: cualquier medida venga (de nuevo) a explotar el territorio, como los proyectos realizados y ¡°cobrados¡± desde la ciudad que no inciden sobre el territorio m¨¢s que en su impacto ambiental, no cambiar¨¢ nada y ser¨¢ m¨¢s de lo mismo: no nos hagamos trampas jugando solitarios. Necesitamos fomentar honestamente la econom¨ªa en el territorio, circular y de proximidad, adem¨¢s de todas aquellas medidas que conduzcan a la justicia e igualdad de oportunidades entre los habitantes urbanos y rurales, muy desequilibradas a d¨ªa de hoy.
Y desde abajo, el consumidor-a, que ¡°vota¡± cada d¨ªa con su compra (y de paso, tambi¨¦n el que vota cada cuatro a?os), debe saber que hay esperanza, que podemos cambiar esta situaci¨®n, y depositar sus ¡°votos¡± en consecuencia. Que existen productos y pol¨ªticas que construyen y vertebran el territorio y que como consecuencia de ello, apagan GIFs. Y otr@s que lo explotan y lo destruyen.
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