Francisco Guarido, el alcalde ¡°normal¡± que resiste en el feudo de izquierdas de Zamora
El ¨²nico regidor de IU en una capital de provincia apunta a un tercer mandato basado en la cercan¨ªa con los ciudadanos
El bar La Esquina de Zamora parece un museo de excepciones: all¨ª se pueden tomar unas ca?as y picotear unos montados sin levantar las cejas al ver la cuenta, y uno puede encontrarse al ¨²nico alcalde de Izquierda Unida (IU) en una capital de provincia. Francisco Guarido recarga, con cerveza, las energ¨ªas. El ajetreado ritmo pol¨ªtico que llevaba ha sido revalidado con la confianza social: gan¨® de largo las elecciones, aunque en esta ocasi¨®n sin mayor¨ªa absoluta. El anta?o conserje de un colegio tiene hoy las llaves de la ciudad, ampar¨¢ndose en algo tan anormal en su gremio como la normalidad. As¨ª consigui¨® el voto de quien, a escala auton¨®mica o nacional, elige opciones conservadoras. ¡°Soy normal, me quieren demasiado, no me lo merezco¡±, resume.
Zamora (59.400 habitantes) no se conquist¨® en una hora en tiempos de Sancho II de Castilla, ni tampoco en estos tiempos en los que se habla m¨¢s de ¡°sanchismo¡± que de gesti¨®n municipal. La alianza con el PSOE, que aup¨® a Guarido al mando en 2015, lleg¨® tras d¨¦cadas de activismo, calle y movimientos sociales. En 2019, arras¨® con mayor¨ªa absoluta. Y sedujo a los zamoranos mediante un peri¨®dico. El regidor recuerda con cari?o c¨®mo en la oposici¨®n y durante las ¨¦pocas asamblearias crearon una revista, que fue repartida buz¨®n a buz¨®n, en la que explicaban sus propuestas y analizaban las grietas del consistorio, en aquel momento gobernado por el PP: ¡°Me pusieron cinco querellas, pero el juez las archiv¨®, me jugu¨¦ mucho en lo personal, pero ten¨ªamos raz¨®n¡±.
Guarido y su equipo publicaron un plan de urbanismo del PP con ¡°irregularidades¡± y recibieron a cambio un proceso judicial por supuesta revelaci¨®n de secretos. Tambi¨¦n salieron absueltos: ¡°Todo el mundo lo sab¨ªa, la gente lo agradeci¨®¡±. La tinta y el papel les ha funcionado durante los 16 a?os de oposici¨®n y los ocho de poder local. Esta campa?a repartieron 35.000 ejemplares de 80 p¨¢ginas relatando la gesti¨®n ejecutada y los proyectos de futuro. Las ediciones provienen de fondos saneados del partido, porque los concejales donan parte del sueldo. Guarido gana 36.000 euros anuales tras reduc¨ªrselo a la mitad.
El ¨¦xito solo ha permutado una rutina del alcalde: ya no va andando al Ayuntamiento debido al aluvi¨®n de personas que le paran para plantearle sus circunstancias. Lo dem¨¢s sigue igual. La melena, ahora canosa, la acompa?a con una camisa de manga corta poco habitual en primera l¨ªnea pol¨ªtica. En el despacho no hay trajes, tampoco grandes ornamentos, m¨¢s all¨¢ de unos mu?ecos artesanales, pu?o en alto, que una ni?a le regal¨® cuando gan¨® los comicios. El regidor comunista no tiene hoces, ni martillos, tampoco bustos de Karl Marx, ni nada muy simb¨®lico, porque no quiere incomodar a quien acuda a sus dominios, sea de la ideolog¨ªa que sea. S¨ª que hay un cuadro por la Semana Santa, emblema de Zamora y tan lejano del credo del primer edil como presente en sus rezos econ¨®micos: ¡°Es un negocio para la ciudad, para la hosteler¨ªa y las tiendas, c¨®mo no protegerlo¡±.
Los m¨¢s de 150.000 visitantes a las procesiones de abril no vieron a Guarido y sus concejales en la fila de autoridades, tradici¨®n cancelada nada m¨¢s acceder al mando. ¡°Hemos separado lo religioso de lo civil y la gente nos vota, ?Ser¨ªa desastroso salir en esa foto!¡±, explica el pol¨ªtico, sabedor de que entre cat¨®licos tambi¨¦n triunfa su programa ateo. Al principio sorprendi¨® que no jurara el cargo arrodillado ante el Cristo de las Injurias, parafernalia poco convincente para quien escucha el manido ¡°aldea gala de la izquierda¡± para referirse a su feudo. ¡°No me aburre, es una frase bonita, con cari?o, desdramatiza la situaci¨®n, pero parece que estamos aislados cuando colaboramos con la Junta de Castilla y Le¨®n (PP-Vox) o la Diputaci¨®n (PSOE)¡±. ¡°Lo m¨¢s bolchevique son las camisetas del portavoz en los plenos¡±, remata el alcalde, que siempre rechaz¨® la entente de IU con Podemos y que en Zamora ha impuesto su sello con medidas clave como reducir la deuda, pagar r¨¢pido a los proveedores o atajar la corrupci¨®n. Un matiz progresista es segmentar las ayudas seg¨²n las rentas, incide. ¡°A la gente no se la puede enga?ar, hemos subido los impuestos seg¨²n el IPC y lo entienden¡±, agradece.
El alcalde recibe tres llamadas, con La Internacional como timbre, durante la ma?ana. Una, de su esposa y teniente de alcalde, Laura Rivera: ¡°Nos llevamos la pol¨ªtica a casa y discutimos como con cualquier concejal¡±. Otra de David Gago, l¨ªder socialista en Zamora, emplaz¨¢ndolo a verse para negociar la nueva legislatura. ¡°Lo conozco desde que era un ni?o¡±, matiza. La ¨²ltima, de spam, le hace soltar alg¨²n improperio.
El lado m¨¢s natural sale poco antes de abandonar el despacho al preguntarle por el truco de su popularidad: ¡°Me quieren demasiado, co?o, no lo merezco, no voy por ah¨ª dando palmaditas a los viejos¡±. Ese ¡°por ah¨ª¡± incluye su bar talism¨¢n en el barrio humilde donde vive y se crio tanto en lo personal como en lo pol¨ªtico. Los parroquianos lo vacilan al verlo: ¡°Ponle lo de siempre, el whisky de 30 a?os¡± y le conceden un piropo de los que ponen colorado: ¡°?Es campechano de verdad, no como el Rey [em¨¦rito, Juan Carlos I]!¡±. Al rato le dir¨¢n lo de siempre, que hay que cambiar un banco porque hay obras y alguna persona mayor no tiene donde sentarse, baldosas que bailan y ramas que podar.
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