Vecinas de un pueblo de A Coru?a se al¨ªan con una refugiada afgana para combatir la despoblaci¨®n
Una abogada de derechos humanos que huy¨® de Kabul encabeza en Sobrado dos Monxes una asociaci¨®n para facilitar la llegada de m¨¢s familias
El municipio gallego de Sobrado dos Monxes (A Coru?a) es conocido por ser una de las ¨²ltimas paradas del Camino de Santiago. En su monasterio, con origen en el siglo X, los religiosos venden dulce de leche a los peregrinos que se alojan en su albergue. ¡°Envasado al silencio¡±, se lee en la etiqueta. El monje Loren, de origen brit¨¢nico, cruza el atrio mojado con un abrigo sobre su h¨¢bito. ¡°Antes eran de lana gorda, pero ahora no abrigan nada¡±, aclara sobre la vestimenta. Loren saluda en ingl¨¦s a Zhore Kohi y Patkin Nazifullah, un matrimonio afgano reci¨¦n llegado al pueblo, y descubre que son sus nuevos vecinos.
La pareja ha concluido en este pueblo del rural gallego un periplo de siete meses de huida que comenz¨® con la ca¨ªda de Kabul en manos de los talibanes. Ella, abogada de derechos humanos, supo desde el primer momento que estaba en el punto de mira del nuevo r¨¦gimen. Una red de ayuda internacional, tejida principalmente por mujeres, ha logrado que el matrimonio se instale entre pastos y quesos de denominaci¨®n de origen. Ahora, con la colaboraci¨®n del Ayuntamiento de Sobrado dos Monxes, han impulsado una asociaci¨®n que ya trabaja en la llegada de nuevas familias afganas y que espera poder traer tambi¨¦n a vecinos ucranios.
Las primeras palabras que han aprendido en espa?ol Kohi y Nazifullah son ¡°hola¡± y ¡°gracias¡±. Lo habitual en los extranjeros, pero en su caso el significado de ambas adquiere un peso particular. Las repiten en voz alta con una amplia sonrisa. En el imaginario de Kohi, Espa?a era ¡°un buen lugar para vivir¡±. Sentada en una de las pocas cafeter¨ªas de Sobrado dos Monxes recuerda que, en una ¨¦poca de juventud en la que vivi¨® en Ir¨¢n, su vecino vendi¨® su casa para mudarse a Espa?a. ¡°Me dijo que hac¨ªa buen tiempo y se viv¨ªa tranquilo¡±, cuenta. As¨ª que cuando le surgi¨® la posibilidad de recalar aqu¨ª, no lo dud¨®.
?ngeles S¨¢nchez, natural de Sobrado dos Monxes, no habla ingl¨¦s, as¨ª que no entiende lo que su nueva vecina narra al otro lado del caf¨¦ con leche, pero los sentimientos no se le escapan. Conoce de primera mano algunos de los sufrimientos que la pareja ha padecido en los ¨²ltimos meses: bajos recursos, falta de luz, de calefacci¨®n, hacinamiento. Esas mismas carencias las vivi¨® de ni?a y las vio m¨¢s tarde en sus vecinas. Fueron las que la impulsaron, hace 20 a?os, a crear una asociaci¨®n de mujeres del rural y por eso tambi¨¦n ha movilizado a Sobrado dos Monxes para acoger a esta familia. ¡°Aqu¨ª todo el mundo es muy solidario¡±, apunta mientras enumera diferentes acciones que han hecho los vecinos para dar asistencia a Kohi y Nazifullah.
A su lado Bel¨¦n Vallina le traduce parte del relato de Kohi. Vallina, natural de Ourense, ha trabajado para la ONU y la OCDE y actualmente es la cofundadora de Eunova, una agencia para la innovaci¨®n y desarrollo territorial centrada en el rural. Ella ha sido la conexi¨®n entre Afganist¨¢n y Galicia. Cuando el pasado agosto comenz¨® la evacuaci¨®n de afganos se uni¨® a otras dos mujeres activistas para organizar la salida del mayor n¨²mero de personas posible. Reconoce que en esos momentos ¡°no hay criterios¡±. Vallina ayud¨® a varias familias que tambi¨¦n han llegado a Galicia: conocidos de conocidos. Supo de Kohi cuando esta ya hab¨ªa logrado llegar a Pakist¨¢n, pero se encontraba en una situaci¨®n muy delicada y necesitaba una residencia fija. A Vallina le hab¨ªan hablado de S¨¢nchez y su trabajo en Sobrado dos Monxes: ¡°Un d¨ªa llam¨¦ a ?ngeles, no la conoc¨ªa de nada, y ah¨ª nos pusimos a enredar¡±.
S¨¢nchez habl¨® con algunos miembros de la asociaci¨®n de mujeres y tambi¨¦n con el Ayuntamiento. Buscaron alojamiento, escribieron cartas de invitaci¨®n de asilo, les proporcionaron clases de espa?ol, inscribieron a Kohi en la Universidad de Santiago para que pueda terminar el m¨¢ster que cursaba en Afganist¨¢n y a Nazifullah en un programa de emprendimiento. El alcalde, Lisardo Santos, subraya que para el pueblo esta pareja ¡°es un revulsivo¡±. Sobrado tiene 1.700 habitantes, aumentar poblaci¨®n no solo supone mayor vida para sus calles, sino tambi¨¦n fijar servicios p¨²blicos para sus vecinos.
Santos explica que el Ayuntamiento tiene capacidad para acoger a varias familias, pero el impedimento que encuentran, incluso m¨¢s que el econ¨®mico, es el burocr¨¢tico. ¡°Tenemos una serie de edificios que se podr¨ªan adaptar para viviendas, pero debido al papeleo nos cuesta trabajo¡±, ejemplifica. El Gobierno ha aprobado una orden ministerial para reducir a 24 horas los tr¨¢mites de acogida y trabajo de los refugiados, pero solo ata?e a los ucranianos. Aun as¨ª, esto da esperanzas a los ayuntamientos que, como este, est¨¢n dispuestos a colaborar. Solo en Galicia hay casi 1.600 plazas disponibles.
Para impulsar esas gestiones Kohi, Vallina y S¨¢nchez han constituido una asociaci¨®n, Impulso y Territorio, en la que la afgana es la presidenta. Su funci¨®n ser¨¢ apoyar el traslado de otras familias refugiadas al rural gallego. Vallina evidencia que la experiencia de Kohi, como abogada, pero tambi¨¦n como demandante de asilo, la convierte en la presidenta perfecta: ¡°Conoce los tr¨¢mites en la embajada, la documentaci¨®n, las lenguas...¡±. Apunta adem¨¢s que para sus compatriotas conocerla de primera mano, siendo un ejemplo de ¨¦xito, les devuelve la ilusi¨®n de recuperar una vida. ¡°Ahora no solo defender¨¢ los derechos de las mujeres afganas, sino tambi¨¦n de las mujeres de aqu¨ª¡±, concluye Vallina.
Huir de Kabul entre bombas
Kohi llevaba ya meses fuera de Afganist¨¢n, refugiada en Pakist¨¢n, cuando apareci¨® la oportunidad de viajar a Galicia. Salir de su pa¨ªs no fue f¨¢cil. Cuando los talibanes entraron en Kabul vaticin¨® que ir¨ªan a por ella. Durante 10 a?os hab¨ªa defendido a mujeres en los tribunales, especialmente aquellas que hab¨ªa sido v¨ªctimas de violencia, y era una reconocida activista de los derechos humanos. As¨ª que se refugi¨® con su familia en otra casa, a la espera de poder abandonar el pa¨ªs. No se equivoc¨®. Al cabo de pocos d¨ªas recibi¨® una llamada.
¡ª?D¨®nde est¨¢s?
¨DEn casa.
¨DNo est¨¢s en casa. Nosotros estamos aqu¨ª.
Kohi recuerda el aeropuerto de Kabul como un campo de batalla. Cientos de personas se agolpaban para coger un vuelo. Tan solo pod¨ªan llevar consigo pasaporte, m¨®vil y lo que les cupiese en una peque?a bolsa de pl¨¢stico, explica mientras muestra de ejemplo el envoltorio de una magdalena. La abogada estaba acompa?ada de su marido y parte de su familia. Cayeron dos bombas en diferentes momentos. Una de ellas mat¨® a casi 200 personas. Kohi se rompe al recordar el p¨¢nico de su sobrino de tres a?os. ¡°Pens¨¦ que ser¨ªa mejor morir en su casa, a manos de los talibanes, que de aquella manera¡±, solloza.
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