Las deudas del narco gallego no se entierran: la venganza del hijo de un traficante asesinado 26 a?os despu¨¦s
Antonio Cores est¨¢ en prisi¨®n por apu?alar a uno de los dos implicados en la sangrienta ejecuci¨®n de su padre cuando ¨¦l era un ni?o
Una de las represalias m¨¢s violentas entre narcos gallegos de los a?os noventa, cuando el tr¨¢fico de coca¨ªna en la r¨ªa de Arousa se convirti¨® en la lanzadera del negocio en Europa, ha resucitado de los archivos policiales para explicar un apu?alamiento ocurrido en la noche del pasado 15 de septiembre en Vilagarc¨ªa. La v¨ªctima es uno de los dos ¨²nicos condenados hace 26 a?os en el asesinato con ensa?amiento de Ram¨®n Cores Caldelas, por aquel entonces correa de transmisi¨®n de los capos para la distribuci¨®n de estupefacientes. Su hijo Antonio ten¨ªa 12 a?os cuando su padre apareci¨® carbonizado dentro de su coche en una cuneta. Ahora ha sido detenido por atacar a Arturo Garc¨ªa Lamas, de 54 a?os, recadero del difunto implicado en su asesinato y que se recupera en el hospital de varias cuchilladas en la boca y el hombro izquierdo.
La polic¨ªa baraja la hip¨®tesis de que Antonio Cores Romero, de 38 a?os, actu¨® con ¨¢nimo de venganza, ya que hay antecedentes de que entre ambos ha habido m¨¢s que amenazas. El enfrentamiento se agri¨® a¨²n m¨¢s despu¨¦s de que Garc¨ªa lograse esquivar la condena de 19 a?os que le impuso el tribunal de la Audiencia de Pontevedra y de la que solo lleg¨® a cumplir dos. Tras la revisi¨®n de su recurso de apelaci¨®n ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, sali¨® en libertad. El fallo emitido en noviembre de 2000 consider¨® que fue testigo pero no ejecutor de los tres disparos que acabaron con la vida de Cores porque solo consta que facilit¨® la garrafa de gasolina con la que se quem¨® su coche con el cuerpo dentro.
M¨¢s de 26 a?os despu¨¦s de aquellos hechos, el pasado 15 de septiembre, agresor y v¨ªctima coincidieron pasadas las diez de la noche en la terraza de un bar situado a pocos metros del Ayuntamiento de Vilagarc¨ªa de Arousa y la sede de la Polic¨ªa Local. Empu?ando una navaja, el agresor inici¨® una pelea que dej¨® malherido a Garc¨ªa, quien logr¨® defenderse y evitar que una de las acometidas le alcanzara el cuello. Acab¨® refugi¨¢ndose dentro del establecimiento hostelero del que Cores sali¨® tambale¨¢ndose del local. Finalmente se entreg¨® en la comisar¨ªa de polic¨ªa, donde ya se hab¨ªa puesto en marcha un operativo en su b¨²squeda.
El arma no apareci¨®, a pesar de que el detenido asegur¨® a los agentes de la Polic¨ªa Local que la hab¨ªa tirado en un contenedor de basura. Despu¨¦s de prestar declaraci¨®n en los juzgados de Vilagarc¨ªa, Cores ingres¨® en prisi¨®n sin posibilidad de fianza por un delito de tentativa de asesinato. No tiene antecedentes ni aparece investigado por ning¨²n supuesto delito como el tr¨¢fico de drogas, al contrario que la v¨ªctima, que acumula un amplio historial delictivo. Este dato avala la hip¨®tesis policial de que el hijo de Cores acudi¨® al bar que frecuentaba Garc¨ªa para tomarse la justicia por su mano, obsesionado con ajustar viejas cuentas por el asesinato de su padre.
¡°No ten¨ªa ning¨²n motivo para matar a su patr¨®n¡±
Mientras Severino Pad¨ªn Leiro, el otro implicado en el asesinato de Cores Caldelas, cumpli¨® ¨ªntegramente la condena de 22 a?os que le cay¨®, su c¨®mplice Arturo Garc¨ªa solo cumpli¨® dos a?os tras admitir el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) su recurso de apelaci¨®n y acordar su excarcelaci¨®n. El tribunal consider¨® que el reo no hab¨ªa sido el autor material del asesinato y apreci¨® que del fallo de primera instancia ¡°no se constataba prueba de cargo suficiente para destruir la presunci¨®n de inocencia¡± de Garc¨ªa Lamas. Result¨® llamativo que el tribunal, en los hechos probados, situase a Garc¨ªa Lamas en el lugar de los hechos y diera por probado que fue testigo del despiadado crimen y, al mismo tiempo, valorase por encima de otra consideraci¨®n que fue ¡°fundamental¡± para el resolver el caso que el acusado reconociese lo ocurrido para que no quedara impune.
El TSXG dio as¨ª credibilidad a la versi¨®n de Garc¨ªa Lamas pese a que quedaron algunos interrogantes sobre la veracidad de sus declaraciones. Dijo que no tuvo que ver con los disparos que acabaron con la vida de su patr¨®n y que su participaci¨®n solo consisti¨® en conducir el coche en el que llevaba la botella de gasolina con la que se quem¨® el autom¨®vil de Cores Caldelas. Portaba esa botella, seg¨²n qued¨® probado, por un fallo en el marcador de gasolina del autom¨®vil que obligaba al conductor a tener siempre disponible combustible extra.
¡°Se vulner¨® el principio de presunci¨®n de inocencia y se le conden¨® sin pruebas¡±, sentenci¨® el alto tribunal gallego. Por ello el acusado vio archivada su condena por los delitos de asesinato, robo, tenencia il¨ªcita de armas y da?os. La decisi¨®n fue mal recibida en el entorno de la v¨ªctima porque consideraron que Arturo Garc¨ªa hab¨ªa colaborado al fin y al cabo en la sangrienta ejecuci¨®n de quien era su jefe y le daba de comer y, al parecer, no fue por dinero. Ese dato refuerza la hip¨®tesis de que fue un asesinato por encargo y un ajuste de cuentas de terceras personas.
Ram¨®n Antonio Cores Caldelas vivi¨® peligrosamente. Siempre estuvo bajo los focos policiales, incluso implicado en varios procesos. El primero de ellos fue el juicio de la Operaci¨®n N¨¦cora del que sali¨® absuelto. El 24 de marzo de 1998, este vecino de la peque?a localidad pontevedresa de Portas apareci¨® carbonizado junto al Peugeot 605 que conduc¨ªa, en la cuneta de una pista cerca de la carretera que une los municipios de Caldas de Reis y Catoira.
Despu¨¦s de recibir tres disparos, el cad¨¢ver de Cores Caldelas y su coche fueron rociados con gasolina para destruir huellas. El m¨®vil, seg¨²n la sentencia de la Audiencia de Pontevedra, fue robar el dinero que la v¨ªctima acababa de cobrar por la venta de una partida de coca¨ªna, aunque el TSXG concluy¨® que ese dinero no estaba en poder de Cores sino en manos del propio Arturo Garc¨ªa, su empleado de confianza, seg¨²n ¨¦l mismo relat¨®. Precisamente por ello la sentencia firme del caso Cores no considera l¨®gico que ¡°el condenado quisiera acabar con la vida del que era su patr¨®n y con quien manten¨ªa buena relaci¨®n, pues no ten¨ªa ning¨²n motivo para matarle¡±. Y a?ade el tribunal: ¡°Poca l¨®gica puede existir en matar para robar cuando el supuesto dinero, caso de existir, estaba ya previamente en poder de Arturo¡±.
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