De matar cucarachas a frenar la pandemia
Ricardo Mart¨ªn es especialista antiplagas pero ahora se enfrenta al coronavirus desinfectando sobre todo aviones
Est¨¢ acostumbrado a las ratas y a las cucarachas. Estos bichos que repugnan a cualquiera han sido el d¨ªa a d¨ªa los ¨²ltimos a?os de Ricardo Mart¨ªn, t¨¦cnico de salud ambiental. Habla de ellas casi como amigas. Contrasta con el respeto que le tiene al coronavirus, la nueva alima?a que ocupa su vida. Podr¨¢ ser muy profesional contra las plagas, pero el papel de exterminador le va como a un Cristo dos pistolas. ¡°A las ratas intento cazarlas antes de matarlas. Meterlas en un cubo o algo. Hasta he acabado llevando alguna a la protectora de animales para que all¨ª la esterilicen¡±.
Esa familiaridad suya con los temidos visitantes, cruzada con el ambiente de p¨¢nico con que le reciben all¨ª donde va a combatir plagas, hace que su trabajo sea tambi¨¦n hacer de psic¨®logo. ¡°En esto me ayuda mi mujer, que es terapeuta ocupacional¡±, cuenta dicharachero este hombre nacido hace 40 a?os en Plasencia (C¨¢ceres) pero residente en Alcobendas (Madrid). ¡°Soy algo m¨¢s que un fumigador o un matarratas¡±.
Las ratas, las cucarachas o las orugas salen estos d¨ªas en sus conversaciones con un cierto toque de nostalgia. Nada que ver con el Covid-19, del que habla con cierto reparo aunque asegura entre risas que ¡°pocos viven tan desinfectados como yo¡±.
Hace semanas que Ricardo Mart¨ªn, que tambi¨¦n ha actuado en el circo mientras tocaba la guitarra pedaleando sobre un monociclo, vive apartado de las plagas. El monotema del virus lo tiene absorbido desde que el pasado 31 de enero aterriz¨® en el aeropuerto Adolfo Su¨¢rez-Madrid Barajas un avi¨®n con que repatriaba a un grupo de espa?oles desde la ciudad china de Wuhan, origen de la pandemia. Fue Ricardo el que desinfect¨® esa aeronave de la que toda Espa?a estuvo pendiente.
Ese d¨ªa se produjo un vuelco. Se acabaron las plagas, de momento. La mayor¨ªa de los casos se trata de encargos preventivos, pero hay cierto miedo a lo desconocido y lo invisible en cada una de sus actuaciones. ¡°Esta semana ten¨ªa que haber ido a unos pinares a colocar unos anillos en los troncos para las orugas¡±. Imposible. ¡°Estamos desbordad¨ªsimos y mi jefe ha aparcado todo¡±. Gestinsa (Gesti¨®n Integral de la Salud Ambiental), de la que Mart¨ªn es empleado, tiene hoy en el coronavirus un pilar esencial en su trabajo y no puede atender las llamadas de otras empresas que reclaman sus servicios.
Mart¨ªn reconoce que ser¨ªa mucho m¨¢s feliz en el campo con la procesionaria. Adem¨¢s es menos peligroso que enfundarse el equipo de seguridad y andar de la Ceca a la Meca en compa?¨ªa de La Gloria. La marca del fabricante ha terminado dando nombre al carrito del que tira y en el que lleva el desinfectante. Lo bombea en forma de lluvia conocida como pulverizaci¨®n nebulizada. En apenas 15 minutos ha hecho efecto el l¨ªquido contra virus, bacterias y hongos y se puede volver a entrar.
Este viernes a las seis y media de la ma?ana ya estaba en danza. Un edificio de catorce plantas de oficinas en la zona de M¨¦ndez ?lvaro. Una cafeter¨ªa en Arturo Soria. Un almac¨¦n en Villaverde. Un edificio cerca de la Puerta de Alcal¨¢. Ya con la noche pisando el acelerador, desinfectaba la sede de una empresa de limpieza y un avi¨®n junto a la terminal 1 del aeropuerto Adolfo Su¨¢rez-Madrid Barajas. Afirmaba rotundo que su jefe cuida a sus empleados. Llevaba catorce horas trabajando, no se queja y todav¨ªa no sab¨ªa si al levantarse al d¨ªa siguiente, s¨¢bado, tendr¨ªa que volver al tajo. Y as¨ª fue. M¨¢s aviones.
Poco antes de las 11 de la ma?ana se hab¨ªa plantado en uno de los controles por los que acceden los trabajadores del aeropuerto. Pero se tuvo que dar media vuelta. El vuelo ven¨ªa con retraso. A veces, para poder acceder le hacen las pruebas con un detector Ion Scan 600 para drogas y explosivos. Para agilizar ese proceso de superar los controles que ahora hace con frecuencia, est¨¢ realizando una formaci¨®n. ¡°Lo primero que nos ense?aron fue lo relacionado con la seguridad y los atentados terroristas en los aviones. Lo llaman interacciones il¨ªcitas¡±.
¡°Pomos de puertas, reposabrazos, barandillas¡¡±, Ricardo Mart¨ªn explica qu¨¦ zonas son las m¨¢s propensas a que el invisible virus encuentre acomodo. ¡°Lo tenemos en el m¨®vil o en las barras de los bares¡±. Mart¨ªn habla con pasi¨®n de su trabajo. Da igual ratas, cucarachas, orugas o virus y bacterias. Al bajarse la capucha, su pelado irregular, con una cresta que le baja hacia la nuca, es m¨¢s irregular todav¨ªa. Y brilla un gran piercing que atraviesa su oreja izquierda con dos agujeros.
El anuncio del estado de alarma del presidente del Gobierno le pilla, c¨®mo no, enfundado en su mono blanco. Media docena de veces repiti¨® solo el viernes, un d¨ªa loco, el ritual bien aprendido pero necesario de ponerse ese equipo EPI (Equipo de Protecci¨®n Individual). Buzo de pl¨¢stico, mascarillas con filtro FFP3, gafas de protecci¨®n y guantes de nitrilo. Hasta la llegada de la pandemia, lo que ¨¦l hace ahora se hac¨ªa esencialmente en el ¨¢mbito sanitario.
El negocio vuela en medio de la actual ¡°psicosis¡±, reconoce Jos¨¦ Capilla, gerente de Aeron¨¢utica Gesti¨®n, empresa con base en Barajas que reclama los servicios de Gestinsa, donde trabaja Mart¨ªn. El tel¨¦fono no deja de sonar. Iberia, Iberia Express, Air Nostrum, Evelop, Wamos as¨ª como compa?¨ªas de vuelos privados. ¡°Algunos de los aviones se desinfectan cada vuelo¡±, asegura Capilla, para ¡°garantizar la seguridad del pasaje y la tripulaci¨®n¡±. No escapan ni los aviones de alt¨ªsimos ejecutivos de este pa¨ªs. ¡°Es un trabajo muy especializado¡±.
Tras la desinfecci¨®n que lleva a cabo Ricardo Mart¨ªn o su compa?ero, un grupo de limpiadoras se afana en acabar de dejar la aeronave lista para el siguiente vuelo. Siempre con prisas. ¡°?Llevas el carrito para evacuar las aguas fecales?¡±, preguntan desde la base. ¡°S¨ª claro, ahora mismo le sacamos la mierda al avi¨®n¡±, contesta una chica al otro lado del altavoz.
Helena coordina al personal mientras conduce por el entramado de carreteras que van de una terminal a otra. Lleva varios d¨ªas trabajando con una mascarilla de gama baja. Es consciente de ello. ¡°Aqu¨ª me tienes, en plan Michael Jackson. Ahora me doy cuenta de que ¨¦l fue el primero en darse cuenta de que todos vamos a morir¡±. Y venga risas entre terminales. Hay un mundo de asfalto y t¨²neles en el recinto aeroportuario de muchos kil¨®metros con se?ales y hasta Guardia Civil que te puede multar, recalca esta empleada que no para de recibir y hacer llamadas.
Ricardo sigue a lo suyo mientras se desprende del mono. ¡°Ahora tenemos trampas de cucarachas con olor a algod¨®n de az¨²car. Alucinante. Llevo una en el coche de ambientador¡±.
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