El ¡°lujo¡± de tener perro durante la cuarentena: ¡°Los quiero m¨¢s que a mis primos hermanos¡±
En Madrid, en 10 de los 21 distritos de la capital, hay m¨¢s perros que ni?os de entre 0 y 9 a?os
Esta ma?ana, sin duda, hac¨ªa un d¨ªa de perros. Igual que ayer, anteayer y todos los d¨ªas que vendr¨¢n hasta nueva orden. A las doce, en Lavapi¨¦s, es la hora punta. Hay muchos perros, pero en el fondo, son los mismos perros que antes. Tatiana habla con ellos. Los entiende perfectamente. Tiene ese don. Y tener un don en estos tiempos es mucho. Sobre las doce y cuarto, Lena, una perra de dos a?os blanca y negra muy traviesa mezcla de Pitbull ¡°con otra raza¡±, le ha dicho a Tatiana que hab¨ªa que salir de casa echando leches. ¡°Me ha dicho que no pod¨ªa m¨¢s¡±, cuenta. De modo que Tatiana, de 73 a?os, ha agarrado la correa beige, se ha puesto un abrigo largo negro y ha salido con lo puesto, casi en pijama, a dar un paseo. El primero del d¨ªa.
¡°Ella ¡ªla perra¡ª ten¨ªa muchos amiguitos en la plaza del Museo Reina Sof¨ªa. Ah¨ª se juntaban todos, correteaban, se lo pasaban muy bien. Ahora, nada. No puede¡±. A Lena le pasa lo que a todos, pero ella no lo entiende. O lo entender¨¢ si se lo explica su due?a. ¡°Es muy buena¡±, insiste. Un cambio de estos d¨ªas es que si antes de la crisis del coronavirus todos los perros eran buenos, ahora son muy buenos. Dice que la adopt¨® en una perrera y que ella¡ªla due?a¨D esto de la pandemia lo lleva como puede. ¡°No veo a mi familia, no veo a nadie¡±. Pese a que ha salido sin mascarilla y sin guantes, dice que no tiene s¨ªntomas. ¡°No me junto con nadie y por eso ella ¡ªla perra¨D est¨¢ asustada. Salgo dos veces al d¨ªa y voy un segund¨ªn de nada al Carrefour a comprar algo¡±. En un segund¨ªn, ya se sabe, hay muchos minutos.
¨D ?Alg¨²n vecino le ha dicho de sacarla a pasear?
¨D No, no, por favor. Es m¨ªa.
¡°En todo caso¡±, levanta el dedo ¨ªndice, ¡°pagar¨ªa yo porque la sacaran¡±. Y dicta una sentencia por si no ha quedado claro: ¡°A Lena la quiero m¨¢s que a muchos de mis primos hermanos¡±. De un esquinazo de la calle Santa Isabel sale Trevo, un joven de 30 a?os, junto a Ropis, un perro de ocho a?os. Trevo y Ropis han quedado con Eva y su perra. Por las dudas, aclaran: ¡°Manteniendo las distancias¡±. Mantener la distancias significa que uno camina por la acera izquierda y la otra, por la de la derecha. ¡°Vamos hablando¡±. Eva, de 28, dice que su bulldog negra es un centro de atenci¨®n. ¡°Vienen a saludarle, que es lo peor de todo¡±. A Ropis, no. ¡°A m¨ª perro no lo tocan¡±, r¨ªe ¨¦l.
En Madrid, en diez de los 21 distritos de la capital, hay m¨¢s perros que ni?os de entre 0 y 9 a?os. Ahora y antes. El registro del a?o pasado se cerr¨® con 278.460, eso es, 86 perros por cada mil vecinos. Eran 264.000 en 2014 (83 por cada 1.000 personas). En Villa de Vallecas hay un 39% de perros m¨¢s que entonces. Hay m¨¢s canes que cr¨ªos tambi¨¦n en los distritos de Chamber¨ª, Salamanca, Moncloa, Puente de Vallecas, Latina, Tetu¨¢n, Moratalaz, Ciudad Lineal y San Blas.
En el nuevo Madrid que ha surgido tras el confinamiento, los paseadores de perros forman ya una peque?a burgues¨ªa. Una ¨¦lite intocable. A los que pasean ociosos por la calle, con las manos en los bolsillos, la gente le grita desde los balcones: ¡°?Vu¨¦lvete a tu casa!¡±. Son irresponsables, inc¨ªvicos, desalmados. Pero todo cambia si llevas un animal atado con correa. Te conviertes en un buen vecino. Alguien que no est¨¢ ah¨ª abajo salt¨¢ndose una norma sino aliviando la necesidad de un ser vivo. Alguien con una causa, un prop¨®sito, una meta. La vida, hasta que te mueres, se trata de tener un objetivo. Y ellos lo tienen. Como Paco y Nines, un matrimonio que saca a sus tres perros (Nana, Apolo y Chiqui) de paseo por la zona de Islas Filipinas. Tienen nietos, pero para qu¨¦ nos vamos a enga?ar, son m¨¢s de perros. ¡°No nos dejan a los ni?os para cuidarlos. Lo que menos quieren nuestros hijos ahora es estar ahora con nosotros. Es ley de vida¡±, dicen los dos, porque la frase la empieza uno y el otro la remata, como Messi y Su¨¢rez.
Antes los sacaban tres o cuatro veces al d¨ªa. Ahora solo dos: ¡°No hay que abusar¡±. A Paco no le agrada del todo que ahora la gente se aparte tanto y que huya cuando uno de sus perros se lanza a saludar a un desconocido. Los perros sienten ese rechazo. ¡°Son mejores que muchas personas¡±, dice, echando mano de un cl¨¢sico, y a?ade: ¡°Hay mucha gente retorcida. El perro jam¨¢s, ya puedes hacerle lo que quieras". Nines luce un abrigo de pieles exuberante, como el de los guardianes de la noche de Juego de Tronos, porque es una persona ¡°muy friolera¡±. En un rato, los cinco, los tres perros y el matrimonio, se volver¨¢n a encerrar en casa. Se entretendr¨¢n con la tele y la radio. Hablar¨¢n de pol¨ªtica, aunque sin grandes dramas. Y, cuando los perros se sientan inquietos, volver¨¢n a la calle. A su paseo interminable.
La epidemia deja un rastro f¨²nebre en la ciudad, de fondo suenan las trompetas del Apocalipsis. Pero hay peque?os gestos que, por m¨ªnimos que sean, salvan a toda la humanidad. Jos¨¦ Manuel, de 56 a?os, recorre varios kil¨®metros en moto, desde Atocha hasta el barrio de Chamber¨ª, para darle un paseo a Yaiza, la perrita de su hermana. Ella tiene lupus, es inmunodeprimida. ¡°Me deja a la perra en el rellano de la escalera. Veo a mi hermana de lejos. Le doy un paseo a la perra, poco porque ya es mayor y se cansa. Despu¨¦s se la dejo en el mismo lugar¡±, explica Jos¨¦ Manuel. As¨ª dos veces al d¨ªa. Si cuando todo esto acabe resulta que existe el cielo perruno, Jos¨¦ Manuel ser¨¢ San Pedro.
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