El h¨¦roe en la puerta de al lado
En los recuerdos del Madrid confinado perdurar¨¢n tambi¨¦n los voluntarios que contribuyeron a hacer que el estado de alarma fuera m¨¢s llevadero
Detr¨¢s de cada intento por frenar la curva contagios del coronavirus hay una historia. M¨¢s all¨¢ de la primera l¨ªnea, donde los sanitarios y el resto de trabajadores de hospitales atienden a los enfermos, muchos ciudadanos dedican sus cuarentenas a hacer que los d¨ªas en estado de alarma sean m¨¢s llevaderos. Unos donan tiempo y energ¨ªa; otros, recursos materiales. Algunos profesionales ofrecen su trabajo desinteresadamente. Y, entre todos, consiguen que la vida en la ciudad confinada sea un poco m¨¢s f¨¢cil para quienes lo tienen m¨¢s dif¨ªcil.
Las herramientas solidarias de Jonathan
Jonathan Garrido es fontanero desde los 16 a?os. Es aut¨®nomo desde 2007, actualmente como proveedor de Mapfre. ¡°Una noche me llamaron de la empresa y me dijeron que si pod¨ªa ir a ayudar a reparar las fugas en el nuevo hospital de Ifema¡±, recuerda Garrido, de 37 a?os. ¡°Hab¨ªa escuchado muchas cosas del coronavirus, pero no m¨¢s entrar en el pabell¨®n se me pusieron todos los pelos de punta¡±, dice. La noche antes de que fuera el Rey a visitar las instalaciones del hospital de campa?a, ayud¨® a que quedaran acondicionados los bajos del pabell¨®n 9. ¡°Estuve con mis herramientas desde las 23.00 hasta las 8.00 buscando fugas y repar¨¢ndolas para que el ox¨ªgeno pudiera llegar correctamente a los respiradores de cada cama que estaba poniendo el ej¨¦rcito. No s¨¦ si me van a pagar o cu¨¢nto, a m¨ª me llamaron y no me lo pens¨¦ dos veces para ir y ayudar¡±, explica d¨ªas despu¨¦s. Esos ¡°bajos¡± de los que habla se dieron a conocer en un v¨ªdeo que se hizo viral en redes sociales y que mostraba el trabajo que hicieron en tiempo r¨¦cord con ayuda de voluntarios como ¨¦l.
Cita con Adri¨¢n a la hora de la comida
Adri¨¢n Rojas, de 34 a?os lleg¨® hace 11 de Argentina a vivir a Malasa?a. Hace un a?o abri¨® en la calle Esp¨ªritu Santo el restaurante Casa 28. El 12 de marzo cerr¨® las puertas del local por la crisis sanitaria pero no ha dejado de cocinar ni un solo d¨ªa. Se le ocurri¨® poner en marcha un peque?o banco solidario con comida y bebida que ten¨ªa guardada por si alguien ten¨ªa hambre. Los vecinos que lo necesitaban arrasaron. D¨ªas despu¨¦s, puso un cartel: ¡°Hoy alubias gratis¡±. A?adi¨® a su uniforme una mascarilla, guantes y unas gafas protectoras, abri¨® una de las ventanas del restaurante y cre¨® una especie de barra en donde la gente puede llenar su tupper. ¡°La cola ha ido aumentando a lo largo de los d¨ªas¡±, cuenta Rojas. Primero iban los sin techo del barrio, despu¨¦s las personas mayores que est¨¢n solas y ahora van las familias numerosas. Han llegado a pasar m¨¢s de 60 personas. Las tiendas de mercados de abastos y comercios cercanos han decidido echarle una mano y todos los d¨ªas le donan comida para que pueda seguir sirviendo comida caliente a quien lo necesite. ¡°Me indigna que el Gobierno les de Telepizza y Rodilla a los ni?os, yo con cinco euros har¨ªa comida para diez personas¡±, dice. Los men¨²s van cambiando. Este domingo son lentejas, el s¨¢bado fue estofado y el viernes hamburguesa. ¡°Me encantar¨ªa abrir la ventana y no ver a nadie, pero la realidad es otra. Mientras que la gente me necesite aqu¨ª seguir¨¦ cocinando¡±, afirma.
El peri¨®dico y los buenos d¨ªas de Yolanda
Yolanda Burgue?o lleva trabajando en su papeler¨ªa de la calle de S¨¢nchez Preciado 24 a?os, as¨ª que ha visto crecer, y envejecer, a muchos clientes. Antes de la crisis sanitaria realizaba varios voluntariados. En estas semanas ha ido organiz¨¢ndose para aprovechar su tiempo fuera del horario laboral. Un d¨ªa una clienta le dijo que necesitaba acetato para hacerle una visera protectora a su hermana enfermera. ¡°Le regal¨¦ el acetato [que tiene por las carpetas para dossiers] y me puse a hacer viseras con un tutorial en Youtube y se las donamos a la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz¡±, cuenta. ¡°Seguimos abiertos porque la gente nos necesita para informarse, vienen por la prensa y a algunos les servimos de consuelo¡±, afirma tras la mascarilla y colocando, con guantes, varios diarios. Les pregunta qu¨¦ tal, comprueba que los que viven solos tienen bien apuntado su n¨²mero de m¨®vil por si necesitan algo. El otro d¨ªa ayud¨® a una clienta a reinstalar el WhatsApp. ¡°Ni ella ni su marido sab¨ªan c¨®mo hacerlo y ahora mismo para ella es como quedarse incomunicada de su familia, que vive lejos¡±. Cada peque?o detalle cuenta, se?ala, y asegura que atender estos d¨ªas con una sonrisa, aunque sea tras la mascarilla, ¡°tambi¨¦n ayuda¡±.
Laura cuida la salud que no se ve
Mucha gente necesita acompa?amiento, gente que est¨¢ sola y ha perdido a un ser querido
Laura Garc¨ªa, terapeuta familiar de 44 a?os, ha creado junto a otros profesionales un gabinete de crisis gratuito para apoyar a los enfermos de coronavirus sin recursos, una ayuda que se canaliza a trav¨¦s de los servicios sociales. Entre psic¨®logos, educadores sociales y trabajadores sociales han conformado esta peque?a unidad en diferentes municipios de la Comunidad de Madrid. ¡°Empezamos a pensar c¨®mo pod¨ªamos ayudar en esta crisis y nos dimos cuenta de que mucha gente necesita acompa?amiento, gente que est¨¢ sola y ha perdido a un ser querido a causa del coronavirus¡±, explica Garc¨ªa. Este grupo de voluntarios llama varias veces a la semana a los usuarios y les ofrecen un acompa?amiento en sus procesos de duelo, los escuchan y les ense?an herramientas para sobrellevar las emociones y el autocuidado. ¡°Es muy importante tener una rutina para poder manejarse en esta situaci¨®n y no exigirse demasiado¡±, indica. Cuando el estado de alarma se acabe el grupo de voluntarios planea continuar la ayuda a las personas con las que se est¨¢n implicando.
Carreras solidarias en el taxi de Jos¨¦
Desde que se decret¨® el estado de alarma los taxistas de Madrid trasladan gratuitamente a personal sanitario de sus casas a sus centros de trabajo. La asociaci¨®n del taxi ofreci¨® al Consistorio 500 veh¨ªculos. Uno de estos conductores es Jos¨¦ Arnold, de 65 a?os, taxista desde hace casi dos d¨¦cadas. ¡°Esto no es que yo haya decidido ayudar, es que es mi forma de ser, mi filosof¨ªa¡±, comenta. Los sanitarios llaman a la aplicaci¨®n de Radiotaxi y hacen la petici¨®n de su servicio. Cada d¨ªa lleva entre cuatro y seis m¨¦dicos o enfermeras al hospital. ¡°Me encanta ver el esp¨ªritu de lucha con el que van a trabajar cada d¨ªa¡±, dice. Hace unas semanas no los conoc¨ªa y ahora los considera sus amigos. En estas semanas Arnold calcula que ha hecho 60 servicios que normalmente costar¨ªan 20 euros cada uno. ¡°Pongo mi tiempo, mi gasolina y me expongo a contagiarme, pero en esta crisis cualquier esfuerzo es poco¡±, cuenta. A Arnold no le sorprende la solidaridad que se est¨¢ viendo en toda la ciudad: ¡°Somos espa?oles y siempre lo damos todo en las crisis, en mi taxi se han subido muchas personas que est¨¢n ayudando desde su barrio y eso me hace sentir muy orgulloso de nosotros como madrile?os¡±.
El apoyo de Chema a los transportistas
El presidente de la ONG Gastronom¨ªa Solidaria, Chema de Isidro, de 49 a?os, pasa noches en vela junto a otros 400 voluntarios para alimentar a los m¨¢s de 800 transportistas de Mercamadrid que llegan con los camiones llenos de comida para abastecer la ciudad. ¡°Les cambia la cara cuando ven el caldo calentito. Vienen de muy lejos, sin parar y con este fr¨ªo¡ Lo agradecen mucho¡±, afirma. La frase que m¨¢s le repiten: ¡°Ya era hora de que alguien pensase en nosotros¡±. Su servicio se prestar¨¢ de lunes a s¨¢bado hasta que acabe el estado de alarma. La bolsa de voluntarios permite hacer dos turnos de trabajo para cubrir las ocho horas de entrega. El reparto comienza a las 22.00 y termina a las 6.00. Para facilitar el reparto por todo Mercamadrid, adem¨¢s de un punto fijo han conseguido la colaboraci¨®n de Foodtrucks, que les cedi¨® tres veh¨ªculos para distribuirlos por el recinto. El men¨² incluye caf¨¦, fruta, caldo, bocatas de diferentes tipos y bebidas. ¡°Vivimos en el pa¨ªs m¨¢s solidario del mundo, yo sab¨ªa que se iba a presentar esta ola de solidaridad¡±, considera De Isidro. La ONG asegura que mientras haya transportistas que necesiten combustible ¡°para el alma¡±, ellos estar¨¢n trasnochando con ellos.
Irune contra la soledad de los mayores
Un paseo por Madrid R¨ªo o ir a una cafeter¨ªa vegana son los planes que tienen pendientes: Felisa Rey, de 86 a?os, e Irune Elosegi, de 26, que quedaban una vez a la semana antes de la crisis por la expansi¨®n del Covid-19 en Madrid. Ahora tienen citas por tel¨¦fono y videollamadas en donde hablan por horas de su vida, viajes y los libros que est¨¢n leyendo. Ambas se conocieron hace dos meses y desde entonces se han vuelto amigas con 60 a?os de diferencia. Luchan juntas contra la soledad, que en Madrid tiene nombre de mujer: de las 261.800 personas de 65 o m¨¢s a?os que viven solas en la regi¨®n, 192.000 son mujeres; es decir, un 73,3%, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Un grupo de j¨®venes voluntarios, en colaboraci¨®n con la ONG Grandes Amigos, lleva tiempo peleando contra este problema del siglo XXI, especialmente dram¨¢tico ahora en el caso de las personas mayores que son grupo de riesgo ante el coronavirus. ¡°Los han aislado y ahora es cuando m¨¢s nos necesitan, porque si nos sienten cerca estar¨¢n m¨¢s tranquilos¡±, dice Elosegi. ¡°Al comienzo estaba preocupada porque no sab¨ªa c¨®mo lo ¨ªbamos a gestionar por tel¨¦fono¡±, reconoce Elosegi que lamenta que ahora ya no puede coger del brazo a Felisa mientras pasean. ¡°Se pierde el contacto f¨ªsico y muchas veces es m¨¢s importante de lo que te crees¡±, dice Elosegi que ha estado llamando a Felisa casi a diario esta semana para saber c¨®mo est¨¢. En los dos meses que llevaban vi¨¦ndose antes del estado de alarma, Irune y Felisa se han convertido en amigas. El tel¨¦fono no ha sido un obst¨¢culo para hablar del coronavirus, de sus inquietudes o de la muerte.
Sergio y Juan, la solidaridad a domicilio
Cargan decenas de cajas de comida en una furgoneta en el barrio de Hortaleza y por delante les espera una ruta de 20 casas por las que van a repartir comida y productos esenciales a familias con pocos ingresos, escaso acceso a ayudas sociales y con una o varias personas con discapacidad a su cargo. ?ngeles Ramos, una jubilada de 70 a?os con toda la energ¨ªa del mundo, supervisa la tarea. Es la fundadora de la ONG ?ngeles urbanos, centrada en personas con discapacidad. Antes de la crisis del coronavirus, cada domingo medio centenar de familias acud¨ªan a la sede de la entidad para recoger alimentos. Para evitar el desplazamiento, Fundaci¨®n ONCE les ha cedido una furgoneta y les destina dos voluntarios cada lunes. Esta semana, al volante Sergio Moreno, recepcionista de 48 a?os: ¡°Llevo siendo voluntario un a?o y medio, me lo coment¨® un amigo y como tengo tiempo libre, me gust¨® la idea. Ahora tengo incluso m¨¢s porque me han hecho un ERTE¡±. A su lado Juan Tamames, estudiante de 21 a?os, que se hizo voluntario hace unos d¨ªas porque quer¨ªa encontrar un modo de aportar algo. ¡°Mi padre es cirujano y, vi¨¦ndole llegar cada d¨ªa destrozado, pens¨¦ que yo tambi¨¦n necesitaba hacer algo para ayudar¡±, apunta. Es el mismo gesto que han hecho con la Fundaci¨®n Once, en apenas 15 d¨ªas, otras 126 personas.
Ana y su peque?o ej¨¦rcito de costura
Archivadores, bolsas de basura y guantes de fregar han sido los precarios trucos de los sanitarios para protegerse estos d¨ªas. Una enfermera del hospital Puerta de Hierro mand¨® un grito de auxilio al grupo de WhatsApp de su escuela de costura. Ana Bustamante, de 58 a?os, profesora de La Vieja Escuela, en Torrelodones, se puso manos a la obra para organizar a sus alumnas, unas 70 mujeres de todas las edades, desde los ocho a los 75 a?os. Mand¨® un v¨ªdeo tutorial a la directora de urgencias del hospital, otra de sus alumnas, para que le hiciera correcciones. Las aplic¨® y rehizo el v¨ªdeo que envi¨® al resto de sus estudiantes. Entregaron m¨¢s de 4.000 pantallas. En los ¨²ltimos d¨ªas sus agujas e hilo crean batas: llevan unas 400 y, gracias a la donaci¨®n de tela de una alumna de la escuela, esperan poder ofrecer otras 500 en los pr¨®ximos d¨ªas. Es un peque?o grano de arena ¨Den los hospitales se usan miles a diario¨D , y una forma de demostrar toda la implicaci¨®n ciudadana en estas semanas de crisis sanitaria. ¡°No s¨¦ cu¨¢nto material estar¨¢ fabricado Amancio Ortega con su infraestructura, pero nosotras con lo poquito que disponemos, ?igual hasta le superamos!¡±, bromea Bustamante.
Con informaci¨®n de Julia F. Cadenas y Patricia Peir¨®
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