As¨ª es la prueba de coronavirus que hace el Gobierno a las familias: ¡°Mi mujer ha dado positivo y yo negativo¡±
Sanidad inici¨® el lunes el estudio a 36.000 hogares para conocer la expansi¨®n real de la pandemia
A las cuatro de la tarde del mi¨¦rcoles son¨® el tel¨¦fono fijo de un vecino de Getafe: ¡°Buenas tardes, Nacho. Estamos elaborando un estudio nacional sobre el coronavirus y ha sido seleccionado. ?Quiere formar parte de ¨¦l?¡±. Nacho, abogado de 46 a?os, pens¨® que aquello era una broma, que seguro que era alg¨²n teleoperador de Jazztel que ten¨ªa el d¨ªa gracioso. Pero no. Tras escuchar lo del sondeo, se incorpor¨® r¨¢pidamente del sof¨¢ y consult¨® a su mujer, de 40 a?os. ¡°S¨ª, queremos¡±. Los dos aceptaron formar parte de los 36.000 hogares con los que el Gobierno est¨¢ testando desde el lunes la expansi¨®n real de la pandemia en Espa?a. Tras la afirmaci¨®n, vinieron tres preguntas m¨¢s: ¡°?Cu¨¢ntos son en casa?, ?cu¨¢ntas habitaciones tiene?, ?cu¨¢ntos metros cuadrados?¡±. Y la hora de la cita: ¡°?Qu¨¦ horario le viene bien?, ?ma?ana o tarde?¡±.
Adem¨¢s del pinchazo en el dedo para el test r¨¢pido, se pide, de manera voluntaria, la participaci¨®n en otro informe que requiere la extracci¨®n de m¨¢s sangre
A las 15:37 de este jueves suena el telefonillo de casa. Una furgoneta de una empresa de transporte, una camioneta de la Cruz Roja y un turismo blanco de la marca Peugeot aparcaron en su puerta. El Estado vestido para el sondeo. Nacho, perplejo, observa todo desde el alfeizar de la ventana del sal¨®n. Dice que de los tres veh¨ªculos salieron cinco personas: una coordinadora, dos enfermeras y dos conductores. La encargada forma un corrillo y ordena a una de las sanitarias que se vaya enfundando el traje de protecci¨®n (EPI), un uniforme blanco que parece un disfraz de astronauta. A continuaci¨®n, la enfermera se ajusta unos guantes, unas gafas protectoras, una mascarilla y coge con una mano un estuche con los test y el material sanitario y con la otra un taco de folios: ¡°Ya subo¡±.
Es una joven de unos 25 a?os. ¡°Buenas tardes, vengo a haceros un pinchazo en un dedo". Tambi¨¦n les dijo que, de manera voluntaria, est¨¢n elaborando otro informe que requiere la extracci¨®n de m¨¢s sangre. El matrimonio acepta. Los dos se sientan en el sof¨¢ observando c¨®mo la enfermera coloca un empapador de beb¨¦s en la mesa y comienza a sacar los materiales. La mujer de Nacho es la primera en pasar la prueba. Mientras, ¨¦l lee en voz alta los documentos para ir adelantando el tiempo: el objetivo de la prueba, el consentimiento, la protecci¨®n de datos y una novedad de la que no hab¨ªan sido informados. Si quieren, el test se repetir¨¢ dos veces m¨¢s con una separaci¨®n de tres semanas entre muestra y muestra. Aceptan.
El domicilio de Nacho ha sido seleccionado al azar por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Los hogares est¨¢n representados por todos los grupos de edad, sexo y localizaci¨®n geogr¨¢fica. El tama?o muestral elegido por provincia var¨ªa entre las 900 personas en las ciudades aut¨®nomas de Ceuta y Melilla y las 6.000 en la Comunidad de Madrid. ¡°Con los datos, se podr¨¢ hacer una estimaci¨®n del porcentaje de poblaci¨®n espa?ola que se ha visto afectado por este virus¡±, seg¨²n explic¨® el lunes Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, que ha dise?ado el estudio.
15 minutos despu¨¦s, Nacho y su mujer ya conocen los resultados. La prueba ha durado una media hora. ?l ha dado negativo. ¡°Pero a principios de mes tuve un fuerte dolor de lumbares y un picor de ojos durante un d¨ªa¡±. Su mujer, positivo: los anticuerpos han detectado que lo ha pasado. ¡°Tuvo fiebre a mediados de marzo durante 48 horas. Pero despu¨¦s, ni rastro¡±. La sanitaria sale de casa con todos los materiales utilizados y los tira en un contenedor que ellos mismos han tra¨ªdo:
¡ª Ha tenido suerte de no pillarlo.
¡ª Soy vasco.
C¨®mo el coronavirus cambiar¨¢ para siempre a los hospitales
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