Los sin techo a?oran el pabell¨®n 14 de Ifema
El albergue de emergencia municipal, que cierra el domingo, se ha convertido en un emblema. 19 de sus acogidos prefieren volver a la calle antes que a otro albergue
Curtido en dar descanso a sus huesos entre cartones durante quince a?os, Carlos cumpli¨® los 56 el pasado 17 de mayo a cubierto. Le lleg¨® el aniversario en el albergue de emergencia municipal abierto durante el estado de alarma para 150 personas sin hogar en Ifema. Fue de los primeros en acceder a ese pabell¨®n 14 que acoge las instalaciones desde que se inauguraron el pasado 20 de marzo y que este domingo cerrar¨¢n sus puertas de forma definitiva. Se acabaron las atenciones y comodidades que ¨¦l mismo y otros usuarios reconocen que han disfrutado en el que, para el Ayuntamiento, es el ¡°emblema¡± de la atenci¨®n a los sin techo durante la pandemia. El espectro de los que han pasado por Ifema es variopinto. Desde los que, como Carlos, no tienen nada a otros como Luca, rumano de 54 a?os, que este mismo lunes 1 de junio retoma su trabajo para Mapfre. Volver¨¢ al piso de Vallecas donde pagaba ¡°200 pavos¡± por una habitaci¨®n en un piso compartido.
Desde hace semanas, los servicios sociales del Ayuntamiento sondean y entrevistan a los acogidos en Ifema para saber si tienen familiares, ingresos econ¨®micos o posibilidades para vivir fuera de la ¨®rbita de las ayudas municipales. Algunos disponen de medios y han optado por salir por su cuenta, otros han sido recolocados en otros centros de la red municipal. En estos d¨ªas buscan tambi¨¦n realojo para 17 demandantes de asilo. El Consistorio, por medio del Samur Social, ha llevado a cabo solo entre el mi¨¦rcoles y el jueves 25 derivaciones desde el recinto ferial a otros dispositivos para personas sin hogar, principalmente a plazas de la campa?a de fr¨ªo. Otros 19, entre ellos Carlos, han rechazado esa reubicaci¨®n. Alegan ¡°motivos personales¡±, seg¨²n servicios sociales. Lo cierto es que las alabanzas al albergue de Ifema se tornan en duras cr¨ªticas cuando se habla de otros albergues de la red para personas sin hogar.
¡°Yo sigo en Ifema hasta que me den boleto¡±, se?ala Carlos. Pero es tajante en cuanto al realojo: ¡°antes de ir a otro albergue municipal como el Pozo o Pinar, vuelvo a la calle¡±. Se distanci¨® de su familia hace un par de d¨¦cadas e insiste en que la b¨²squeda de empleo es una espiral de puertas cerradas. Se encuentra sin trabajo, sin ingresos ni ayudas y sin acceso posible a la anunciada renta m¨ªnima, pues ni siquiera est¨¢ empadronado. De todas formas, el Samur Social puede gestion¨¢rselo sin necesidad de tener vivienda. Carlos, en todo caso, se ha convertido en un sin techo de largo recorrido. Sabe de qu¨¦ habla cuando dice que prefiere dormir al raso antes que ser trasladado a las plazas de la campa?a de fr¨ªo, esas que cada invierno se emplean para que los sin techo pasen la noche y que el estado de alarma ha convertido en plazas de estancia fija 24 horas.
¡°Aqu¨ª tengo miedo. Vivo entre borrachos y drogadictos. Yo no deber¨ªa estar aqu¨ª¡±Usuario del albergue de Ifema trasladado al de Pinar de San Jos¨¦
Algunos de los que han sido trasladados a campa?a de frio echan de menos las condiciones de vida en el albergue de Ifema. ¡°Aqu¨ª tengo miedo. Vivo entre borrachos y drogadictos. Yo no deber¨ªa estar aqu¨ª¡±, cuenta un hombre enviado por los servicios sociales a primeros de mayo desde el recinto ferial al albergue municipal de emergencia de Pinar de San Jos¨¦. ¡°En Ifema nos tomaban la temperatura dos veces al d¨ªa, nos abr¨ªan la mochila y para registrarla y echaban al que llegaba bebido. Aqu¨ª en Pinar hay latas de cervezas en los ba?os, que est¨¢n horribles. Hasta han pillado a un tipo con cuatro botellas de alcohol en la habitaci¨®n¡±, a?ade por tel¨¦fono este hombre al que El PA?S conoce de anteriores reportajes pero que prefiere que no se publique su identidad.
Todos los testimonios de usuarios recogidos para este reportaje coinciden en que el nivel de atenci¨®n y servicios de Ifema nada tienen que ver con los otros de la red de los servicios sociales. ¡°Est¨¢bamos bastante bien. Se preocupaban por nosotros y pon¨ªan m¨¢s inter¨¦s¡±, explica a trav¨¦s del tel¨¦fono Esteban, de 55 a?os, trasladado tambi¨¦n a Pinar de San Jos¨¦ este lunes. Durante tres d¨¦cadas ha trabajado como mozo en Mercamadrid y, por un conflicto con sus jefes hace ocho meses, se qued¨® en el paro. La habitaci¨®n en la que viv¨ªa con su mujer en una pensi¨®n de Ant¨®n Mart¨ªn les costaba 1.100 euros al mes y tuvieron que dejarla. Lo ¨²nico bueno que ve en el traslado a Pinar de San Jos¨¦ es que cuenta con habitaciones para mujeres y es ah¨ª donde est¨¢ acogida Luc¨ªa, su pareja. Insiste en que ¡°aqu¨ª el ambiente es muy tenso. En cuanto pueda, salgo¡±.
A finales de julio cerrar¨¢ tambi¨¦n el otro albergue de emergencia abierto durante la pandemia, como el de Ifema, con 150 plazas solo para hombres sin hogar. Es el situado en el polideportivo Juan Antonio Samaranch. El ¨¢rea de servicios sociales mantendr¨¢ abiertas las plazas de la campa?a de frio convertidas en 24 horas (384) y a?adir¨¢ algunas en pensiones (50) y apartamentos (60). Otras 30 m¨¢s ser¨¢n espec¨ªficas para mujeres. El concejal Pepe Aniorte, responsable de los servicios sociales del Ayuntamiento, considera al albergue de Ifema el ¡°emblema¡± de las atenciones desplegadas para que las personas m¨¢s vulnerables de Madrid puedan hacer frente a la pandemia durante el estado de alarma.
Carlos sali¨® a pasear el mi¨¦rcoles con otros dos compa?eros del albergue. Los tres son veteranos desde que se abri¨® el pasado 20 de marzo. Ten¨ªan permiso para salir de diez de la ma?ana a tres de la tarde. Antes de regresar, compartieron bocadillos, cerveza y reflexiones sentados en un banco en las inmediaciones del recinto ferial. Cada vida es un mundo y Florencio, de 60 a?os, y Luca, rumano de 54, no se encuentran en el pozo del que Carlos trata de salir hace dos d¨¦cadas. Luca oculta detr¨¢s de sus gafas de sol la seguridad de que el lunes recupera su empleo como apagafuegos para todo de la aseguradora Mapfre. Es pintor, alba?il, carpintero, fontanero, electricista¡ Pero eso no le impide asegurar que en Ifema ha vivido estos setenta d¨ªas ¡°de puta madre¡±.
¡°Esa noche llor¨¦ a mares¡±.Florencio sobre su primera noche en la calle
¡°Esa noche llor¨¦ a mares¡±. Florencio cumplir¨¢ 61 a?os el pr¨®ximo 13 de junio y recuerda con amargor el pasado 27 de febrero. Era la primera vez que dorm¨ªa en la calle, junto al parque del Calero, en el barrio de la Concepci¨®n. Tras 42 a?os cotizados, el 8 de enero de este a?o dej¨® voluntariamente su trabajo de auxiliar de servicios en el aeropuerto. Estaba cansado de turnos interminables. No sab¨ªa la que se avecinaba con la crisis del coronavirus y, ahora, se arrepiente de haber echado cuentas para vivir de la prestaci¨®n de desempleo que calcula que le durar¨¢ este a?o y 2021. Admite su error.
¡°Jam¨¢s me hab¨ªa visto en esta situaci¨®n, pero la culpa es m¨ªa¡±. Viv¨ªa alquilado por 350 euros al mes en un semis¨®tano ¡°comido por el puto moho¡± de la calle Virgen de ?frica. Las desavenencias con la propietaria sobre a qui¨¦n corresponde mantener la vivienda acabaron con ¨¦l en la calle y despu¨¦s en Ifema. Enviud¨® el 25 de septiembre de 2001. El d¨ªa del decimocuarto aniversario de su boda, un infarto fulminante se llev¨® a su mujer a los 39 a?os. ¡°Si tuviera un hijo no estar¨ªa aqu¨ª ahora¡±. Carlos escucha y lo mira, pero no a?ade nada en ese momento. ?l tiene una hija de 33 a?os en un pueblo de La Coru?a. ¡°Ella es feliz y no voy a volver ahora a meterme en su vida¡±, deja caer despu¨¦s. Tras rechazar ser realojado por el Ayuntamiento, Carlos se ve de nuevo en la calle. Pero no tiene miedo. ¡°T¨² eres un experto¡±, comenta Florencio mientras apura el pico del bocata y pasa al cigarro.
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