Cierra Casa Patas, templo por antonomasia del flamenco en Madrid
El tablao, con 32 a?os de historia, deja sin trabajo a 26 empleados y abre un par¨¦ntesis hasta la recuperaci¨®n del turismo
A la inacabable lista de v¨ªctimas del coronavirus se suma desde este viernes Casa Patas, probablemente el tablao con m¨¢s prestigio y leyenda en las calles de Madrid. El emblem¨¢tico templo flamenco y su restaurante anexo no llegar¨¢n a levantar el cierre que echaron el pasado 13 de marzo, despu¨¦s de que su propietario, Mart¨ªn Guerrero, haya llegado a la conclusi¨®n de la ¡°inviabilidad econ¨®mica¡± del establecimiento tras el zarpazo terrible de la covid-19 sobre el turismo en la ciudad. Sobrevive esforzadamente la Fundaci¨®n Conservatorio Flamenco Casa Patas, que prev¨¦ reabrir sus puertas a partir de la fase 2 (si todo va bien, el lunes 8 de junio) para retomar las clases de sus cerca de dos centenares de alumnos, entre baile flamenco, guitarra, cante y caj¨®n.
Estamos al borde del concurso de acreedores y eso ser¨ªa una cat¨¢strofe mayor para todos. Lo mejor es un cierre ordenado, garantizando los derechos de los trabajadores y conservando el local y el prestigioMart¨ªn Guerrero
La noticia circulaba a modo de runr¨²n en los mentideros del cante jondo desde principios de la semana, pero no se hizo oficial hasta la tarde del viernes. ¡°No es un posible cierre. Lamentablemente, es la pura realidad¡±, suspiraba la directora de la Fundaci¨®n, Bego?a Fern¨¢ndez, de guardia en las instalaciones de la calle de Ca?izares, en el eternamente flamenco barrio de Lavapi¨¦s. La centralita era un hervidero de llamadas de aficionados y clientes habituales, entre incr¨¦dulos y desolados, por no hablar de las 26 familias que se quedan sin sustento con esta desaparici¨®n.
Hasta las tres cuartas partes de las reservas en Casa Patas eran de p¨²blico extranjero
Mart¨ªn Guerrero, madrile?o de 46 a?os e hijo del fundador de Casa Patas, Enrique Guerrero, llegaba a ¨²ltima hora al local para confirmar que el cierre es una decisi¨®n irreversible. ¡°Estamos al borde del concurso de acreedores y eso ser¨ªa una cat¨¢strofe mayor para todos. Lo mejor es un cierre ordenado, garantizando los derechos de los trabajadores y conservando el local y el prestigio. Ahora mismo toca sacar fuerzas de flaqueza y aguantar el tir¨®n, que es muy duro, hasta que la situaci¨®n se revierta¡±.
Casa Patas se nutr¨ªa sobremanera del p¨²blico extranjero, que copaba hasta las tres cuartas partes de las reservas. Es una referencia ineludible en todas las gu¨ªas tur¨ªsticas de la ciudad, casi siempre en t¨¦rminos muy elogiosos. A modo de punto de inflexi¨®n, The New York Times certific¨® ya en el a?o 2000 que era ¡°el ¨²nico destino¡± para el aut¨¦ntico aficionado al flamenco, a diferencia de otros tablaos ¡°con espect¨¢culos de medio pelo a cargo de aburridos artistas del entretenimiento¡±. Esa prevalencia del visitante for¨¢neo permiti¨® a este local lidiar con cierta entereza ante la crisis de 2008, pero la merma de ingresos pronosticada para el momento actual era superior al 80 por ciento. ¡°Reabrir ser¨ªa un suicidio. Una debacle. Nadar a contracorriente para acabar ahog¨¢ndonos¡±, en resumen de Guerrero.
Casa Patas naci¨® como taberna en 1984 y estableci¨® una programaci¨®n estable de flamenco a partir de 1988. A lo largo de estas 32 temporadas, con espect¨¢culos la pr¨¢ctica totalidad de d¨ªas, contrataba a entre 300 y 400 artistas al a?o.
En la semana negra del lunes 9 de marzo, cuando todo se torci¨® para siempre, la bailaora La Truco era quien encabezaba el cartel, con El Truco (su hijo) y Pepa Carrasco como principales acompa?antes. El viernes 13 se baj¨® la persiana con el deseo de ¡°volver a recibiros pronto con los brazos flamencos abiertos¡±.
Ese abrazo no se producir¨¢ ya. O no en una larga temporada, porque Mart¨ªn s¨ª sue?a con una reapertura ¡°cuando se restablezcan las circunstancias¡±. ?Cu¨¢les? ¡°Un regreso significativo a la movilidad internacional. Si Espa?a ven¨ªa recibiendo 84 millones de turistas, necesitar¨ªamos recuperar entre un 60 y 70 por ciento para contemplar la viabilidad de un negocio como este¡±.
Al menos, s¨ª regresar¨¢n a las aulas del piso superior los cerca de 140 alumnos de baile, 30 de guitarra, 15 de cante jondo y cuatro de caj¨®n y percusi¨®n flamenca. Ellos se quedan por ahora como legatarios de ese peculiar¨ªsimo ambiente de Casa Patas, siempre propenso a la chispa, a la magia. O, en t¨¦rminos m¨¢s espec¨ªficos, al duende. Desde la calle se acced¨ªa al restaurante, de extensa barra de madera, a la vieja usanza, y paredes abigarradas de decoraci¨®n flamenca y fotograf¨ªas de valor casi muse¨ªstico.
Al fondo, bien aislado detr¨¢s de un muro, lleg¨¢bamos al tablao, por el que han pasado todos los grandes de estas tres ¨²ltimas d¨¦cadas, incluidos aquellos artistas m¨¢s iconoclastas y menos sujetos al dictado de la ortodoxia. Era casi tan ameno prestar atenci¨®n al escenario como a las mesas, donde no era raro encontrarse con caras conocidas (Sabina, que vive a un paso, lo frecuent¨® con especial ardor en sus buenos tiempos). Y ello, por no hablar del sin fin de presentaciones, tertulias y dem¨¢s saraos.
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