La experiencia personal de un conductor de autob¨²s: ¡°Ojal¨¢ cuando vuelvan los atascos contin¨²e la empat¨ªa"
El autor relata c¨®mo ha vivido la soledad en su trabajo, con calles desiertas, sum¨¢ndose a los aplausos sanitarios con el claxon y recibiendo tambi¨¦n el reconocimiento de los vecinos
Empezaba el mes de marzo contento por la llegada de la primavera y una maravillosa noticia: una futura paternidad que me llenaba de alegr¨ªa, mi segundo beb¨¦, todav¨ªa no sab¨ªa si ni?o o ni?a. Llegaba a casa, cada d¨ªa, despu¨¦s de un duro turno al volante de mi bus y las noticias de la televisi¨®n no eran nada alentadoras. Sin apenas darnos cuenta, nos vimos sumergidos en esta locura de pandemia, confinamiento, ni?os sin colegio, gente sin ir a trabajar y, lo que m¨¢s me ata?e, de la noche a la ma?ana mi autob¨²s, mi lugar de trabajo, pas¨® de llevar de 500 personas diarias a llevar cinco o seis pasajeros. La soledad, poco a poco, se apoderaba de todo.
Pasear solo por las calles de Alcorc¨®n, sin turismos, apenas cruz¨¢ndote, con suerte, con alg¨²n cami¨®n de la basura o alg¨²n coche de polic¨ªa. Hac¨ªa turnos dif¨ªciles y el caf¨¦ de primera hora¡ ?madre m¨ªa, que delicia! C¨®mo echaba de menos lo cotidiano. No quedaba m¨¢s remedio que cerrar los pu?os, apretar los dientes y salir a trabajar, con miedo, pero convencido de que era lo que tocaba. No sab¨ªamos c¨®mo actuar, pero hab¨ªa que estar ah¨ª.
Poco a poco empezamos a vislumbrar el futuro: mascarillas, geles hidroalcoh¨®licos¡ Solo trabajaban los coches con mampara de protecci¨®n que al principio no quer¨ªamos y, ahora, son nuestras mejores aliadas. Cada domingo, esperando resoluciones del gobierno que segu¨ªan llegando... Se acababa el pago en met¨¢lico, se reduc¨ªa la ocupaci¨®n a un tercio y, finalmente, el uso obligatorio de las mascarillas. Mientras tanto los d¨ªas pasaban. Cuando aplaud¨ªamos a los sanitarios a las 20 horas ya era de d¨ªa y la pandemia empezaba a retroceder.
En esos aplausos siempre se pod¨ªa o¨ªr el claxon de los numerosos ¡°blaseros¡± [conductores de esos autobuses] que, a esa hora, pasaban por las calles. Y la gente lo reconoc¨ªa, tambi¨¦n les aplaud¨ªan a ellos. Un bonito gesto que ya ser¨ªa lo m¨¢ximo si, cuando todo esto acabe, la empat¨ªa mutua y la simbiosis que se cre¨®, se siguen manteniendo cuando vuelvan los atascos y el loco trasiego de Alcorc¨®n, con sus correspondientes retrasos. Espero que haya comprensi¨®n, empat¨ªa y se recuerde que los ¡°blaseros¡± estuvimos ah¨ª, 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana.
La covid-19 ha llegado para quedarse, tendremos que aprender a vivir con ¨¦l. Ahora, en este reinicio y a partir de cero, tenemos que escoger c¨®mo queremos ser y hacia d¨®nde ir. Ser¨¢n dif¨ªciles de ver esos buses llenos de gente en horas punta, a los ver pasajeros sin mascarillas o, lo m¨¢s deseado por todos nosotros, la retirada del dinero efectivo como m¨¦todo de pago del billete a bordo del bus. En todo esto los gobiernos y empresarios tendr¨¢n que poner de su parte para garantizar un transporte p¨²blico seguro, eficaz y c¨®modo, sin olvidar el compromiso con el medio ambiente.
Pablo Moral Valde¨®n es conductor de Arriva DeBlas en una de las l¨ªneas urbanas/interurbanas del Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad de Madrid
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