C¨®mo ve un ciego en tiempos de no tocar
Los establecimientos y los medios de transporte se est¨¢n llenando de se?ales visuales que indican las medidas que han de tomarse en su interior para prevenir y protegerse del coronavirus
?Habr¨¢ alguien en Espa?a que si se cruzase con Fernando Sim¨®n no le reconociera? El jefe del Centro de Coordinaci¨®n de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad lleva m¨¢s de dos meses y medio meti¨¦ndose en nuestras casas a diario. Es probable que sea la persona a quien m¨¢s veces he visto y escuchado desde mediados de marzo; se disputa ese primer puesto con Salvador Illa, el ministro de Sanidad.
Alberto Daud¨¦n no le reconocer¨ªa. Tuvo que preguntar qu¨¦ aspecto ten¨ªa ese hombre de peculiar voz, porque no ve ni sus caracter¨ªsticos ojos claros ni sus canas, aparentemente rebeldes. Daud¨¦n es ciego total desde los 20 a?os, ahora tiene 57, y, claro, tampoco era consciente de que la mayor¨ªa sabemos qu¨¦ forma tiene el coronavirus SARS-CoV-2. Porque preguntar c¨®mo es una persona es habitual, ?pero un virus? ?Alguno podr¨ªa describir el de la gripe con el que llevamos toda la vida conviviendo? Sin embargo, esas esferas con pinchitos que est¨¢n cambiando el mundo son una imagen recurrente en este mundo que no cambia y donde ¡°todo es visual¡±, asegura Daud¨¦n, que sabe ¡ªporque se lo cuentan¡ª que todo se est¨¢ llenando de indicaciones y de pegatinas con normas y maneras de actuar en la presente anormalidad (de normal esto tiene poco).
Muchos hemos deseado cerrar los ojos y volver a principios de a?o cuando no sab¨ªamos lo que se nos ven¨ªa encima y que ver¨ªamos cosas que no creer¨ªamos. A esa sensaci¨®n de incertidumbre generalizada, Daud¨¦n le a?ade el no ver y el s¨ª tocar en estos tiempos en los que mantener las distancias y el que no haya contacto f¨ªsico es la medicina preventiva m¨¢s recomendada. ?l mantiene que ¡°el tacto son sus ojos, para nosotros tocar es ver las cosas¡±. Le queda agarrarse a otra de las indicaciones: lavarse las manos, porque con guantes pierde sensibilidad y le dificulta la lectura en braille. Salir a hacer los recados de una ma?ana cualquiera es ¡°una aventura¡±. ¡°Pero, ?qu¨¦ voy a hacer? no me voy a quedar en casa¡±.
A la carrera de obst¨¢culos de la antigua normalidad hay que sumarle los de esta anormalidad. Provisto de mascarilla, gel desinfectante y su bast¨®n, Daud¨¦n va al estanco, est¨¢ a pocos metros de su casa y el camino lo tiene controlad¨ªsimo. Saluda a Raquel, la kiosquera, apenas se la ve detr¨¢s del parapeto de revistas y peri¨®dicos, se levanta y responde al saludo. Ha pasado all¨ª toda la cuarentena, abriendo a diario. ¡°Si le veo le digo: ¡®Hola¡¯, para que sepa que estoy aqu¨ª¡±. Daud¨¦n contin¨²a guiado por su bast¨®n. ¡°Recomiendan tener uno de interior y otro de exterior. No s¨¦ qu¨¦ har¨¦, todav¨ªa no he ido a ning¨²n sitio cerrado solo. Una cosa que tambi¨¦n ha cambiado es c¨®mo oigo el sonido que hace el bast¨®n, es por la mascarilla, escucho todo diferente. Por eso recomiendan pon¨¦rsela en casa, para habituarse¡±, cuenta. Llega al estanco, entra y llega hasta el mostrador en el que se apoya. Ha pasado por delante de varios carteles con las instrucciones para acceder al establecimiento: el nuevo horario, que solo puede haber una persona dentro, los dem¨¢s esperan fuera. Tambi¨¦n ha pisado una banda pegada en el suelo en la que se indica la distancia para pedir y no pegarse al mostrador. Nada de esto existe para ¨¦l, ciego total, ni para las personas con alguna discapacidad visual que les impida percatarse. ¡°Yo no puedo controlar los dos metros de distancia. Dependemos de la gente¡±.
Daud¨¦n ha ido al estanco a informarse sobre el abono transporte que compr¨® el 13 de marzo y no us¨® porque se decret¨® el estado de alarma al d¨ªa siguiente. A¨²n no ha cogido el transporte p¨²blico, que es su manera habitual de moverse. ¡°Me tendr¨¢n que decir si el autob¨²s va lleno o puedo entrar o si me siento en un puesto que no se puede. Si lo indica una pegatina, no la voy a ver¡±.
Est¨¢ claro que los obst¨¢culos se han multiplicado. A la caca de perro que evit¨® porque le avis¨¦, se unen malas hierbas que salen de alg¨²n parterre que lleva casi tres meses sin desbrozar y que toman parte de la acera¡ Y un ¡°cuidado ah¨ª¡± no sirve porque no sabe si es por un toldo demasiado bajo o por un obst¨¢culo en la acera. Llega a la panader¨ªa, tambi¨¦n le conocen. Por casualidad, se para sobre una de las cintas pegadas en el suelo que se?ala la distancia entre clientes. Se ha percatado de que hab¨ªa alguien por la voz. Cuando Marif¨¦, la panadera, acaba de atender, se dirige a Daud¨¦n, le conoce desde hace a?os, le da en la mano la bolsa con la baguetina y la minichapata que ha pedido. Con otro cliente no lo har¨ªa.
De vuelta a casa, Daur¨¦n aprovecha que va acompa?ado para que le lea los carteles que hay pegados en el portal, dice que a veces hay pero que ¨¦l no lo sabe. Le leo el t¨ªpico cartel que hay en muchas comunidades desde hace semanas sobre el uso de espacios comunes, nada importante que no sepa. Le interesaba, sobre todo, si dec¨ªa algo sobre la piscina. Le preguntar¨¢ m¨¢s adelante a alg¨²n vecino. La presente anormalidad va a consistir en echar mano de la gente m¨¢s que antes, no hay indicaciones sonoras. Pero encontrar¨¢ a quien le ayude. En Madrid hay gente pa¡¯to.
Cifras y letras
Las frases
¡°Cojo el bast¨®n, el gel, la mascarilla y adi¨®s. Tienes que seguir movi¨¦ndote, ya saldr¨¢ el Sol por donde sea. El mundo es el que es y todo es visual. Cuanto m¨¢s te quedes en casa, peor te va a ir¡±, Alberto Daud¨¦n.
¡°Para nosotros, tocar es ver las cosas¡±, Alberto Daud¨¦n.
¡°Tenemos la oportunidad de hacer una labor pedag¨®gica a todo el mundo¡±, Alberto Daud¨¦n.
En n¨²meros
De los 72.231 afiliados a la ONCE en Espa?a en 2019, 9.939 viven en la Comunidad de Madrid.
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