Econom¨ªa de plataformas, un caramelo envenenado
Las supuestas facilidades que presuntamente deber¨ªa posibilitar este modelo acaban redundando en un extraordinario perjuicio para estos trabajadores y trabajadoras
La limpieza de la casa, una asesor¨ªa legal, la traducci¨®n de un texto, que nos traigan comida o un libro son actividades y tareas que cualquiera puede pedir c¨®modamente desde el m¨®vil. Es tan sencillo y tan atractivo para el cliente, para el consumidor, que ni siquiera reparamos en que ese caramelo envuelto con un vistoso y brillante papel aloja en su interior un amargo veneno, el de la precariedad.
Porque esta met¨¢fora, la del caramelo envenenado, representa una realidad que se ha vuelto tremendamente familiar. Econom¨ªa de plataformas, colaborativa o digital son algunos t¨¦rminos para referirse a un modelo de producci¨®n que tiene en los llamados, los repartidores, su figura m¨¢s representativa. En grandes ciudades nos hemos acostumbrado a ver c¨®mo estos trabajadores y trabajadoras, pertrechados con grandes mochilas, se echan a la calle sobre sus bicicletas para llevar pedidos a cualquier rinc¨®n de la ciudad y bajo cualquier circunstancia clim¨¢tica. Y lo hacen sometidos a la tiran¨ªa que les imponen, no solo las reglas ideadas por las empresas detr¨¢s de las aplicaciones, sino tambi¨¦n sus p¨¦simas condiciones laborales. Pero los no son los ¨²nicos.
Bajo el paraguas de los entornos digitales han florecido multitud de empresas que act¨²an como intermediarias entre la sociedad y estas personas que, como se hac¨ªa y se ha hecho desde tiempo inmemorial, ofrecen su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Personal de limpieza, traductoras, abogados o repartidores sufren la explotaci¨®n que supone ver mermados sus derechos laborales debido a las condiciones en las que se ven obligados a desempe?ar su labor. Las supuestas facilidades que presuntamente deber¨ªa posibilitar este modelo acaban redundando en un extraordinario perjuicio: bajo la figura de falsos aut¨®nomos, terminan por ofrecer un servicio del que son esas empresas de multiservicios digitales las grandes beneficiarias.
Por ello, desde CCOO no solo hemos insistido a lo largo de los ¨²ltimos a?os en se?alar, alertar y denunciar estas circunstancias en todos los ¨¢mbitos, sino que tambi¨¦n hemos dedicado nuestros recursos a asesorar a muchos de esos profesionales. La cultura del emprendimiento individualista promocionada y difundida con avidez por el neoliberalismo no puede servir de coartada para mantener un modelo laboral basado en la precariedad y la explotaci¨®n. Es tiempo de cambiarlo. Necesitamos nuevas reglas. Pero si las ¡°grandes leyes¡± no llegan, hagamos otras ¡°m¨¢s peque?as¡±: convenios colectivos. Como escrib¨ªa Eduardo Galeano ¡°gente peque?a, que en lugares peque?os, hace cosas peque?as... que son las que cambian el mundo¡± y en ello estamos empe?ados en el sindicato.
Jaime Cedr¨²n es secretario general de CCOO Madrid y Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªnez es secretario general de Servicios de CCOO.
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