El Madrid de Mariano de Cavia
El desconocimiento general sobre el zaragozano, de cuya muerte se cumplen este martes cien a?os, no hace justicia a su importancia en la historia del periodismo espa?ol
Una de las fuentes m¨¢s populares de Madrid se encuentra en Pac¨ªfico, junto a los Jardines del Buen Retiro. Se trata de un pedestal de piedra sobre el que se levantan varias esculturas de bronce que, seg¨²n el Ayuntamiento de Madrid, representan patos ¨Cotros testimonios consultados aseguran que son gaviotas¨C alzando el vuelo. Lo llamativo es que las alas de los palm¨ªpedos se mueven cuando fluye el agua. El monumento fue ideado por el arquitecto municipal Manuel Herrero Palacios y las esculturas son obra de Gerardo Mart¨ªn Gallego. Distrae la atenci¨®n del nombre de la plaza donde se encuentra: Mariano de Cavia, bautizada en honor del escritor y periodista zaragozano de cuya muerte hoy se cumplen cien a?os. El desconocimiento general sobre su persona no hace justicia a su importancia en la historia del periodismo espa?ol.
Mariano de Cavia naci¨® en Zaragoza en 1855 y, en 1881, se traslad¨® a Madrid, donde comenz¨® a escribir en el peri¨®dico El Liberal. All¨ª naci¨® su secci¨®n ¡°Plato del d¨ªa¡±, cuyo primer art¨ªculo, en 1886, se iniciaba con una alusi¨®n a dos populares establecimientos madrile?os del momento: ¡°Este de hoy no es de casa de Lhardy ni de Pecastaing¡±. El restaurante Lhardy, inaugurado en 1839, contin¨²a su andadura en su emplazamiento original: el n¨²mero 8 de la Carrera de San Jer¨®nimo.
En cuanto al Pecastaing, era una tienda de ultramarinos situada en la calle del Pr¨ªncipe, n¨²mero 11. La secci¨®n ¡°Plato del d¨ªa¡± finaliz¨® en 1895, cuando su autor abandon¨® El Liberal para pasarse a la redacci¨®n de El Heraldo de Madrid y, posteriormente, a la de El Imparcial. En 2009, la Hemeroteca Municipal, con el patrocinio del Ayuntamiento de Madrid, public¨® un facs¨ªmil que recopila 559 ¡°platos del d¨ªa¡±, en los que es posible apreciar el ingenio del periodista a la hora de perfilar cr¨®nicas del Madrid de la ¨¦poca en las que juega con el vocabulario culinario: ¡°estofado a la espa?ola¡±, ¡°abusos a la parrilla¡±¡
Existe un episodio en la biograf¨ªa de Mariano de Cavia que merece una atenci¨®n especial: el d¨ªa en que anunci¨® un incendio ficticio en el Museo del Prado y sembr¨® el p¨¢nico en la ciudad
Sus art¨ªculos madrile?os alcanzaron una gran popularidad, a lo que contribuyeron sus cr¨®nicas taurinas, muchas de ellas recopiladas en dos vol¨²menes: De pit¨®n a pit¨®n (1891) y Notas de Sobaquillo (1923) ¨C¡°Sobaquillo¡± era el seud¨®nimo con el que firmaba dichas cr¨®nicas¨C.
Sin embargo, existe un episodio en su biograf¨ªa que merece una atenci¨®n especial: el d¨ªa en que anunci¨® un incendio ficticio en el Museo del Prado y sembr¨® el p¨¢nico en la ciudad. Fue el 25 de noviembre de 1891, cuando public¨® en El Liberal un art¨ªculo titulado ¡°La cat¨¢strofe de anoche. Espa?a est¨¢ de luto. Incendio del Museo de Pinturas¡±.
Se trata de un ir¨®nico relato del proceso de destrucci¨®n del museo: desde el anuncio ¨C¡±A las dos de la madrugada [¡] nos telefoneaban desde este centro oficial con las siguientes palabras: El Museo del Prado est¨¢ ardiendo¡±¨C, pasando por la devastaci¨®n de famosos cuadros, hasta llegar a un recordatorio de la importancia a nivel mundial del museo y una cr¨ªtica a los responsables: el Gobierno de C¨¢novas del Castillo, al que bautiz¨® con sorna ¡°la Jettatura¡±. ?nicamente al final del art¨ªculo se pod¨ªa leer: ¡°Ah¨ª va [¡] la rese?a de los tristes sucesos¡ que pueden ocurrir aqu¨ª el d¨ªa menos pensado¡±.
Muchos madrile?os no leyeron esta reveladora conclusi¨®n y se lanzaron a la calle con la intenci¨®n de contemplar el incendio del emblem¨¢tico edificio. El p¨¢nico general provocado por Mariano de Cavia recuerda a aquel otro cap¨ªtulo protagonizado por una intervenci¨®n radiof¨®nica de Orson Welles en la CBS, en 1938, que convenci¨® a bastantes estadounidenses de que los alien¨ªgenas hab¨ªan llegado a la Tierra ¨Cen realidad, se trataba de una dramatizaci¨®n de La guerra de los mundos de H. G. Wells¨C.
Sin embargo, el zaragozano no pretend¨ªa darse a conocer, sino llamar la atenci¨®n sobre las deplorables condiciones de conservaci¨®n del museo, que ese mismo a?o hab¨ªa sufrido dos incendios controlados en su pinacoteca. Su alarmismo amaestrado fue un ¨¦xito y C¨¢novas tom¨® medidas para llevar a cabo ciertas mejoras.
Mariano de Cavia result¨® un personaje pol¨¦mico. T¨ªmido, poco ambicioso, de vida desordenada. En Luces de bohemia, escribi¨® Valle-Incl¨¢n: ¡°?Ni que se llamase este curda Don Mariano de Cavia! ?Ese s¨ª que es cabeza! ?Y cuanto m¨¢s curda, mejor lo saca!¡±. Su afici¨®n a la bebida lo convirti¨® en un asiduo de los caf¨¦s ¨CFornos, Castilla, Levante, Plater¨ªas, Colonial¡¨C y tabernas, como la de la Concha en la calle Arlab¨¢n, punto de encuentro de bohemios y cr¨¢pulas al que tambi¨¦n acud¨ªa Julio Camba.
Formaba parte, junto con otros escritores como Gald¨®s o Clar¨ªn, del ¡°Bilis Club¡±, una tertulia c¨¦lebre por sus cr¨ªticas demoledoras al poder establecido que se reun¨ªa en la Cervecer¨ªa Inglesa y, posteriormente, en la Cervecer¨ªa Escocesa de la calle Pr¨ªncipe. En la cervecer¨ªa de la calle de Hileras beb¨ªa con Manuel Machado y Rub¨¦n Dar¨ªo, que le dedic¨® aquel ¡°Nocturno¡± que comienza: ¡°Los que auscultasteis el coraz¨®n de la noche¡¡±. Por aquel reino de la madrugada lo recordaban sus contempor¨¢neos junto a su fiel criado Manso, pues nunca lleg¨® a casarse. Aunque pose¨ªa un piso en el n¨²mero 18 de la Carrera de San Jer¨®nimo, prefer¨ªa vivir en el Hotel T¨¦rminus, ubicado en la misma calle.
La importancia de su trayectoria profesional fue p¨²blicamente reconocida cuando en 1916 le ofrecieron ocupar el sill¨®n de la ¡°A¡± en la Real Academia Espa?ola, pero tuvo que rechazar la propuesta debido a problemas de salud mental. En 1917 entr¨® en la redacci¨®n de El Sol, donde cultiv¨® sus ¨²ltimas cr¨®nicas. Falleci¨® el 14 de julio de 1920 en el sanatorio del Doctor Le¨®n, que fue abierto en 1917 para cubrir tratamientos psiqui¨¢tricos.
Este se encontraba originalmente en el Paseo de Mar¨ªa Cristina, muy cerca de la antigua Glorieta de Mar¨ªa Cristina, hoy llamada Plaza de Mariano de Cavia en honor al personaje erudito, independiente, liberal, que ya contribuye a conformar las ra¨ªces del periodismo espa?ol y cuyo nombre no se recuerda lo suficiente. En el centro de la plaza, las alas de las aves de bronce contin¨²an atrayendo todas las miradas.
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