En la mente de un obseso compulsivo con los virus: ¡°La sociedad no est¨¢ preparada¡±
Chema Ortiz teme enfermar de un virus o una bacteria. Prescindi¨® del sexo y se autoconfin¨® entre 2006 y 2008. Ahora su miedo es real. No es un caso ¨²nico
Chema Ortiz empieza el ritual de llegar a casa. Se frota los pies en el primer felpudo, el que est¨¢ justo a la entrada. Cuando gira la llave, salta y cae sobre el segundo felpudo. ¡°Segunda limpia de seguridad¡±. Estira la mano hacia su derecha, donde tiene colocado un zapatero, y coge un palillo para repasar las suelas. Despu¨¦s pasa un trapo de usar y tirar. Frota bien. Se pone las zapatillas de andar por casa. Se limpia las manos concienzudamente. Se cambia de ropa. Se vuelve a limpiar. Termina su protocolo y respira ya en su ¡°zona de confort¡±, donde todo sigue milim¨¦tricamente colocado. Limpio. Impoluto. Chema, con 36 a?os reci¨¦n cumplidos, sufre un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) diagnosticado a los 13, que le provoca una preocupaci¨®n excesiva por la limpieza, los virus, las bacterias. Ahora, en tiempo de pandemia, su temor se multiplica. Con la covid-19, sus a?os de terapia han saltado por los aires. ¡°Porque son mis miedos de siempre, con lo real a?adido¡±.
En la Comunidad de Madrid hay entre 39.000 y 65.000 personas con un trastorno mental grave, seg¨²n el Plan Estrat¨¦gico de Salud Mental 2018-20. Pero estas estad¨ªsticas no reflejan las consecuencias de un hecho como el confinamiento, el miedo al virus, a contraer una enfermedad o los efectos de la desescalada. Los expertos creen que no se sabr¨¢ su incidencia en la poblaci¨®n hasta dentro de varios a?os.
Los miedos de siempre
Chema se cuida para no contagiarse y para no contagiar a los dem¨¢s. ¡°Y eso que yo no tengo ninguna enfermedad f¨ªsica, pero siempre procuro dar todo limpio, ordenado, perfecto¡±. Se ha le¨ªdo libros de psicolog¨ªa, sociolog¨ªa, antropolog¨ªa. Necesita convivir consigo mismo. ¡°El tema de los g¨¦rmenes es muy emocional, muy primitivo, porque el tema del miedo a una enfermedad es uno de los m¨¢s primarios que hay¡±. Dice que eso le hace ser muy esclavo. Busca la perfecci¨®n, la limpieza absoluta, la simetr¨ªa y se viste siempre de manera conjuntada. Hoy toca el verde. Pantalones verdes, camisa a cuadros verde, camiseta interior verde y reci¨¦n limpia, para que su piel no toque directamente con la camisa.
¡°El tema del miedo a una enfermedad es uno de los m¨¢s primarios que hay¡±
La ducha es un suplicio. La mente le lleva por un laberinto peligroso que le hace pensar que lo que sale de las tuber¨ªas no es agua limpia, sino miles de bacterias que acaban reboz¨¢ndose en su cuerpo. Cocinar, un horror. Todo puede estar podrido, infectado, tener anisakis. Las relaciones sexuales ya las ha descartado. Todas sus novias le han dejado por lo mismo. Hace tiempo lo hac¨ªa ¡°por complacerlas¡± pero, minutos antes, a escondidas, se tomaba un Lexat¨ªn. Y no funcionaba. Descubri¨® que el miedo a contaminarse superaba al deseo. Incluso cuando empez¨® a ir a las discotecas con los amigos, visitar al ba?o se convert¨ªa en un conflicto. Suciedad, or¨ªn, olores¡ gastaba papel a raudales para evitar tocar cualquier superficie. Ya entonces, un beso en la mejilla le espantaba. Se escabull¨ªa y se iba al lavabo a frotarse. Que no quedara nada. Nada de nada.
Utiliza un m¨®vil con tapa, sin WhatsApp, para tocar las teclas lo imprescindible. Solo para descolgar y llamar. Su ordenador tiene las letras borradas de tanto limpiar el teclado. Usa un peque?o aspirador para que las motas m¨¢s insignificantes no se cuelen por ninguna rendija. Que no quede nada. Nada de nada.
Lo real a?adido
El confinamiento le ha hecho revivir experiencias que cre¨ªa tener ya controladas. Habla de un cortafuegos que su mente hab¨ªa conseguido organizar antes de la pandemia para frenar el p¨¢nico. ¡°Porque el miedo es como el fuego, si no lo controlas un poco, te acaba quemando¡±. Agradece el trabajo de Violeta, su psic¨®loga, con quien ha seguido una terapia de exposici¨®n y prevenci¨®n de respuesta y hab¨ªa alcanzado un equilibrio ¡°entre lo que piensas y lo que haces¡±. Aguantaba mejor el desorden, sal¨ªa a la calle con ciertas prevenciones, pero sin exagerar, ten¨ªa algo de vida. Pero lleg¨® la pandemia y los malos recuerdos.
Se remonta a 2006, cuando tuvo un confinamiento autoimpuesto que dur¨® dos a?os. Dos a?os enteros en ¡°una c¨¢rcel de lujo¡±, su casa, de la que sali¨® un par de veces ¡°por razones m¨¦dicas¡±. Su cabeza explot¨®, se adentr¨® en una profunda depresi¨®n y se encerr¨®, literal y metaf¨®ricamente. En aquella ¨¦poca engord¨® hasta los 110 kilos. Se estabiliz¨® despu¨¦s con trabajo, psic¨®logos y medicaci¨®n: ¡°Tomo antidepresivos porque me doy cuenta de la enfermedad que tengo. Y otra cosa que es ISRS, inhibidores de recaptaci¨®n de serotonina¡±. En 2008 empez¨® a salir a la calle con guantes y patucos, y evitaba rozar barandillas, pomos o asientos comunes. Recuerda que para volver al exterior se ayud¨® de un manual de la NASA que explica c¨®mo los astronautas vuelven a acostumbrarse a la brisa en su cara, al sol en la piel, a que alguien les toque de nuevo.
Su dolencia en realidad trata del miedo ¡°a la exposici¨®n con otros seres humanos, a la calle¡±, y por tanto debe reducir al m¨¢ximo las posibilidades de un contagio. De peque?o le expulsaron del colegio por faltar a clase cada cierto tiempo (¡°adem¨¢s, los padres de mis compa?eros se quejaban porque no quer¨ªan a un ni?o con enfermedad mental en clase¡±) y de mayor le han despedido de varios trabajos por necesitar ¡°recargarse¡± en casa tras varios d¨ªas de ¡°exposici¨®n¡±. Es complicado llevar una vida com¨²n. Si sale un d¨ªa, esa noche el est¨®mago se le cierra, no cena, y necesita al menos 24 horas para desinfectarse del todo. Guarda en su bolsillo una tarjeta azul que acredita una discapacidad mental y que ense?a cada vez que busca un trabajo. No ha tenido suerte. Vive del dinero que le dan sus padres.
Reaprendi¨® a salir a la calle y a socializar gracias a movimientos asociativos donde encontr¨® refugio y comprensi¨®n, como en la Afaep (asociaci¨®n de familiares y amigos de enfermos ps¨ªquicos) y la federaci¨®n Salud Mental Madrid. Tambi¨¦n ha aprendido a cargar con el estigma. ¡°La sociedad no est¨¢ preparada¡±.
El coronavirus lo ha trastocado de nuevo. Ver gel hidroalcoh¨®lico en cualquier rinc¨®n, los guantes, las mascarillas¡y las noticias sobre un virus que no ha desaparecido, tiene un resultado demoledor en su anterior cortafuegos: es como darle un gramo de coca al drogadicto, una botella de ginebra a un borracho, provocarle ansiedad al ansioso.
La tormenta perfecta
¡°Muchas personas tienen miedo a retomar la vida anterior al coronavirus. No se atreven a salir de casa¡±, explica Adriana Sanclemente, coordinadora de la Federaci¨®n de Salud Mental Madrid.
Javier Prado, psic¨®logo cl¨ªnico y vocal de la asociaci¨®n Anpir (Asociaci¨®n Nacional de Psic¨®logos Cl¨ªnicos y Residentes) piensa que la covid-19 ha supuesto una ¡°tormenta perfecta¡± para Chema y pacientes como ¨¦l. Se prev¨¦ que los profesionales sanitarios en primera li?nea sufrir¨¢n entre un 5% y un 15% de trastorno de estre?s postrauma?tico. Tambie?n experimentara?n reacciones intensas ¨Cprincipalmente a causa del miedo al contagio¨C otros colectivos por la prolongacio?n de la cuarentena o por la pe?rdida de seres queridos. Y los m¨¢s afectados ser¨¢n las personas con psicopatologi?a previa. ¡°A los pacientes con TOC les est¨¢ costando desescalar. Porque ahora ya no se trata de un miedo infundado, su miedo existe, tienen la sensaci¨®n de que ten¨ªan raz¨®n y sus trastornos se sistematizan¡±, explica Prado.
¡°A los pacientes con TOC les est¨¢ costando desescalar. Porque ahora ya no se trata de un miedo infundado, su miedo existe¡±Javier Padro
El psic¨®logo cl¨ªnico incide en el problema del estigma asociado a los trastornos mentales. ¡°A la gente con un problema de salud mental le cuesta creer que lo tiene¡±, en parte porque no quieren que les tachen de locos. Por eso mismo, contin¨²a, los efectos de la pandemia en la salud mental de muchas personas no se ver¨¢n reflejados en las estad¨ªsticas hasta dentro de un tiempo. ¡°Quiz¨¢s se atrevan a ir al m¨¦dico dentro de unos ocho o diez a?os, cuando el problema sea grave¡±.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) advierte que una de cada cuatro personas padecer¨¢ una enfermedad mental a lo largo de su vida. Apunta tambi¨¦n que el sistema de vida actual va a producir que, en 2030, la primera causa de discapacidad a nivel mundial sea psicosocial. Actualmente, el 3% de la poblaci¨®n tiene un comportamiento psic¨®tico y hace unos meses se estimaba que unas 650 personas podr¨ªan presentar un primer trastorno de esas caracter¨ªsticas el pr¨®ximo a?o en Madrid. Tras la pandemia, esos n¨²meros cambiar¨¢n, explica Prado. ¡°Tambi¨¦n puede pasar en Barcelona o determinados sitios de Castilla la Mancha. Pero claramente la magnitud del estr¨¦s en Madrid ha sido la mayor de todo el pa¨ªs¡±.
Chema ha vuelto a llevar consigo su botiqu¨ªn de emergencia, un pastillero donde tiene a mano Lexat¨ªn, pasiflora y valerianas. Le da tranquilidad. Igual que el gel, los guantes, la mascarilla y la distancia de seguridad. Lleva a?os yendo al psic¨®logo y tiene que empezar ahora, de nuevo, a crear nuevas herramientas.
¡°Es curioso, muchos no van al especialista porque piensan que est¨¢n locos y no quieren que se lo digan¡±, apunta Prado. ¡°Pero en realidad ahora sufren de exceso de cordura¡±.
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