Invierno de ¡®scroll¡¯
Se presagia un invierno de trastornos obsesivos compulsivos desatados y de fuertes marejadas cibern¨¦ticas
La tarde del s¨¢bado, la ¨²ltima antes del cambio de hora letal, escuch¨¦ el relajante sonido de las hojas de los ¨¢rboles caducos del Retiro crujiendo bajo mis pies y a mi amiga M¨®nica, que caminaba a mi lado, decirme por en¨¦sima vez que ella tampoco sab¨ªa c¨®mo resolver el dilema de Internet.
Ambas somos periodistas y las redes son una herramienta esencial para nuestro trabajo. Pero ambas sabemos que ese es el argumento trampa en el que nos refugiamos para justificar nuestra dependencia. De la misma manera que cada ansioso ciudadano del siglo XXI tiene su medicamento favorito, cada uno escoge una red social hecha a la medida de su personalidad.
Nosotras podr¨ªamos ser de las que pasan diapositivas compulsivamente en Tinder, de las que van a buscar gresca a los muros de Facebook, de las que chequean cada tres minutos el Whatsapp o de las que cazan corazones en Instagram. Sin embargo, somos de las que buscamos novedades continuamente en Twitter. Ah¨ª precisamente fue donde el director y guionista Javi Giner describi¨® el Madrid con el que se hab¨ªa topado la semana pasada despu¨¦s de una temporada fuera de la ciudad: ¡°Aunque los reencuentros han sido muy alegres y el trabajo no ha podido ser m¨¢s feliz, se ha instalado una especie de bruma sobre la ciudad. La gente est¨¢ muy deprimida, muy exhausta, irascible, hist¨¦rica, ap¨¢tica, medicada¡¡±.
De todos estos adjetivos aplicados a la Villa y Corte quiz¨¢ los m¨¢s novedosos sean el primero y el quinto. A esta metr¨®poli, como a todas en realidad, la pandemia le ha quitado la fuente primaria de su alegr¨ªa, la espontaneidad. Lo que conduce irremediablemente a un bloqueo ap¨¢tico que est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con esa sensaci¨®n que tan bien describ¨ªan Isa Calder¨®n y Luc¨ªa Lijtmaer en la ¨²ltima entrega de imprescindible podcast Deforme Semanal Ideal Total: ¡°Porque el futuro ya no existe y el pasado no nos vale para nada, estamos anestesiadas en este presente lleno de incertidumbre¡±. Adem¨¢s de alegre, Madrid siempre ha sido una ciudad fren¨¦tica. Por lo tanto exhausta. Ergo hist¨¦rica e irascible.
Y para lidiar con ella siempre nos ha hecho falta alg¨²n tipo de medicaci¨®n, legal o ilegal. C¨®mo olvidar aquel informe de 2013 publicado en la revista cient¨ªfica Chemosphere que dec¨ªa que el Manzanares y el Jarama conten¨ªan restos de coca¨ªna, anfetaminas, opi¨¢ceos y ansiol¨ªticos en concentraciones r¨¦cord en toda Europa. No todo el mundo guarda en su agenda el tel¨¦fono de un camello, por supuesto, pero todo el mundo usa las redes sociales, que son unas calles llenas de dealers.
M¨®nica y yo nos fuimos del Retiro sin hacernos la foto bajo las flores gigantes del Palacio de Cristal que en estos d¨ªas llenan Instagram. Ya les digo que ese no es nuestro tal¨®n de Aquiles. Se presagia un invierno de trastornos obsesivos compulsivos desatados y de fuertes marejadas cibern¨¦ticas. Conviene no olvidar que tanto en la vida real como en la virtual hay que cuidarse. Ahora que Madrid vive en Internet, tengan cuidado ah¨ª fuera.
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