Tarjeta roja
Acabar con el racismo supondr¨ªa desmantelar el ¡®statu quo¡¯ y un cambio en las costumbres
Cuando comenc¨¦ a escribir esta columna me promet¨ª que evitar¨ªa hablar de racismo. Una semana despu¨¦s, se suspende por primera vez un partido de la UEFA por insultos racistas por parte de un ¨¢rbitro a un miembro de raza negra del equipo t¨¦cnico del Istambul Basaksehir y me encuentro en la tesitura de romper mi promesa o serme fiel.
Quiero reflexionar un poco sobre el tema porque ignorar un hecho casi hist¨®rico como ese no tendr¨ªa mucho sentido. Ser¨ªa como ignorar la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn solo por haberme prometido no hablar m¨¢s de ladrillos. El mundo tolera el racismo. Es as¨ª de sencillo.
El racismo se tolera en todos los pa¨ªses del mundo y cuando no es el racismo, es el colorismo, con el fin de perpetuar un sistema en el que unos se sienten por encima de otros. Acabar con el racismo supondr¨ªa, por lo tanto, desmantelar el statu quo, cambiar las costumbres, el verbo, una forma de hacer las cosas que no es culpa de ese ¨¢rbitro racista, sino de todos los racistas que se benefician de que todo siga igual, incluidos aquellos que sin dudar sostienen que no lo son.
Ser¨ªa ideal que el castigo a ese ¨¢rbitro nos sirviera de revulsivo para darnos cuenta de una vez que el racismo no es un juego.
Pienso que cuando ese ¨¢rbitro llam¨® ¡°ese negro¡± a Pierre Webb¨® no lo hizo con mayor intenci¨®n que se?alar un rasgo f¨ªsico. Pero si algo se ha hecho hasta la saciedad a lo largo de la historia racista del mundo es se?alar al negro precisamente por ser negro, por lo que, ciertamente, ya no parece tan inocente.
El asunto es, que en un inesperado giro de guion, varias personas destinadas a enfrentarse decidieron unirse en un objetivo com¨²n, no limitarse a twittear ¡°no racism¡± y actuar, tomar las riendas y abandonar esos campos en los que se persigue un bal¨®n con m¨¢s ah¨ªnco que la injusticia. Y me alegro. Me alegro.
El peligro de este caso est¨¢ en reclamarle a un solo individuo una ejemplaridad que se nos deber¨ªa exigir a todos. Ese ¨¢rbitro ha salido perdiendo siguiendo unas reglas que ya estaban escritas cuando ¨¦l lleg¨®. Pienso en ¨¦l amparado en esa permisividad, en esa legitimidad, en esa impunidad que permite dirigirse con desprecio a las personas negras parapet¨¢ndose en el humor o la buena intenci¨®n.
Si esta situaci¨®n o similares no nos sirven para crear un debate social, para hacer autocr¨ªtica, solo estaremos asistiendo al juicio p¨²blico de un individuo haci¨¦ndole responsable ¨²nico de un problema estructural que es responsabilidad de todos. No olvidemos los pl¨¢tanos, insultos, ruidos de mono, homofobia, machismo y un sinf¨ªn de actitudes previas a esta situaci¨®n que se han disculpado con cambios de tema, risas o la euforia de un gol.
Ser¨ªa ideal que el castigo a ese ¨¢rbitro nos sirviera de revulsivo para darnos cuenta de una vez que el racismo no es un juego, que nos sirviera para cuestionarnos nuestra propia forma de obrar y de nombrar las cosas.
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