En el Isabel Zendal, un hospital el¨¢stico que crece o se encoge seg¨²n la demanda
La pol¨¦mica persigue al nuevo centro de emergencias de Madrid, por el que ya han pasado 1.800 pacientes de covid en dos meses, pero dentro se da la misma rutina de profesionales que se afanan por luchar contra la enfermedad
Se oyen aplausos en uno de los pasillos del hospital Isabel Zendal. Es la ma?ana del jueves 4 de febrero. El origen del ruido est¨¢ justo en una zona despejada que est¨¢n preparando para ampliar plazas para enfermos semicr¨ªticos. All¨ª, unas cuantas decenas de batas blancas y azules se arremolinan frente a una cama. En ella, un hombre y una mujer con una corona de flores diminutas acaban de casarse. Ingresaron juntos: ella ha mejorado mucho, ¨¦l a¨²n no tanto. Mientras se disuelve la peque?a celebraci¨®n, a unas cuantas decenas de metros, un hombre se prepara para que le den el alta. Se marcha a casa, ya recuperado. Va a cruzarse con una familia que llega para entrar en una sala habilitada para las despedidas. Lo cuenta, caminando por esos pasillos en una visita guiada por el recinto, Fernando Prados, el coordinador general del Zendal, centro que registra hasta ahora 23 fallecimientos: ¡°Aunque no est¨¢n permitidas las visitas, cuando es obvio que llega el momento final de un enfermo, hay un espacio para que puedan decir adi¨®s¡±.
A este centro de emergencias ¨Dlevantado entre el fin de la primera ola, en verano, y que arranc¨® cuando estaba a punto de empezar la tercera¨D, le ha perseguido la pol¨¦mica desde que solo era un plan de la presidenta de Madrid, Isabel D¨ªaz-Ayuso. Por si era el proyecto m¨¢s adecuado, por el gasto ¨Del sobrecoste alcanza ya el triple de lo presupuestado, 150 millones de euros¨D, por derivar la plantilla desde otros hospitales y, esta misma semana, por la denuncia de la Consejer¨ªa de Madrid del robo de material m¨¦dico o las grabaciones a la gerente de otro centro que pretend¨ªa obstaculizar el rechazo de los pacientes a ser trasladados al Zendal.
Sin embargo, la vida dentro del recinto que se aprecia en el recorrido fijado para este reportaje es como la de cualquier otro hospital donde hay que atender pacientes. Aqu¨ª, solo llegan enfermos de covid, ya diagnosticados en los hospitales desde donde se derivan. Y, desde que se inaugur¨® el pasado 1 de diciembre, han tratado ya a casi 1.800. ¡°Solo 29 han tenido que ser derivados a otros centros por diversos motivos¡±, apunta Prados. Esta ma?ana de febrero son 453 enfermos.
?rdenes, pitidos de m¨¢quinas, toses, alguna risa, conversaciones, ruedas de camillas desplaz¨¢ndose. El sonido de todos ellos se mezcla en la amplitud del espacio, di¨¢fano, organizado en m¨®dulos separados por paneles grises. Desde el lugar donde se ubican las oficinas, a la altura de una planta, es como un gran panal donde el movimiento es continuo sin ser fren¨¦tico. Aunque a veces tiene que serlo. Ocurre cuando alg¨²n paciente se complica.
¡°Para que eso ocurra lo menos posible est¨¢ la UCRI¡±, apunta Prados. En la Unidad de Cuidados Intermedios los facultativos se afanan con los pacientes, semicr¨ªticos: gafas nasales de alto flujo, m¨¢scaras de ox¨ªgeno, tubos y calma. Algunos est¨¢n saliendo del destete ¨Dla extubaci¨®n tras haber pasado por la UCI¨D y la mayor¨ªa est¨¢n ah¨ª para no tener que entrar en ese ¨²ltimo nivel al que escala la covid cuando se agudiza. Los hay con canas y los hay que no han cumplido los 50. De los primeros, est¨¢ Javier Nica, que, tras colgar una videollamada con su familia, asegura que se encuentra ¡°cada d¨ªa mejor¡±: ¡°Se duerme bien, como bien, estoy bien y los m¨¦dicos y las enfermeras est¨¢n todo el d¨ªa pendientes de nosotros¡±. En un vistazo r¨¢pido, como Nica, todos los pacientes son hombres.
Varios sin portar mascarilla, la quir¨²rgica. ¡°Las llevan y no las llevan, te¨®ricamente esta gente est¨¢ infectada y deber¨ªan llevar mascarilla todos¡±, dice Prados. ¡°Pero aqu¨ª tenemos un sistema de ventilaci¨®n que en cinco minutos renueva todo el aire¡±, a?ade mirando hacia arriba, hacia los cientos de metros de entramado plateado y negro de tubos y cilindros que recorren los altos techos del Zendal.
¡°Lo m¨¢s importante aqu¨ª es la precocidad, coger a los pacientes cuando aumenta el requerimiento de ox¨ªgeno, que no se llegue a la fase inflamatoria y no acaben intubados. Tambi¨¦n sirve para hacer una desescalada precoz desde la unidad de cr¨ªticos, cuando a¨²n les queda trabajo respiratorio, pero pueden hacerlo aqu¨ª y liberamos camas para quien las necesite¡±Pedro Landete, neum¨®logo
Pedro Landete, neum¨®logo en el hospital de La Princesa, es el responsable de esa ¨¢rea en la que, actualmente y por espacio, tiene m¨¢s pacientes ingresados en intermedios de todos los centros madrile?os. ¡°59¡±, cifra el especialista. Empezaron con 32 plazas, en diciembre. Ahora tienen capacidad para 63. Y esta ma?ana est¨¢n preparando un espacio m¨¢s para abrir otras 48. El centro est¨¢ pensado con un sistema de acorde¨®n que permite ampliar las salas y las camas a demanda o replegarlas cuando remiten los casos.
¡°Lo m¨¢s importante aqu¨ª es la precocidad, coger a los pacientes cuando aumenta el requerimiento de ox¨ªgeno, que no se llegue a la fase inflamatoria y no acaben intubados¡±, explica. Tambi¨¦n, a?ade, ¡°sirve para hacer una desescalada precoz desde la unidad de cr¨ªticos, cuando a¨²n les queda trabajo respiratorio, pero pueden hacerlo aqu¨ª y liberamos camas para quien las necesite¡±. Hasta ahora, llevan m¨¢s de 300 pacientes bajo la supervisi¨®n de ese equipo, tienen una media de 10 u 11 ingresos diarios. ¡°Y menos del 20% han tenido que pasar a UCI¡±, cuantifica Landete. Detr¨¢s de ¨¦l hay alguien que lo har¨¢ en breve.
Varios profesionales se mueven como un enjambre alrededor de una cama. Est¨¢n preparando el traslado de un enfermo a la unidad de cr¨ªticos, apenas a unos metros. Todo el procedimiento lleva alrededor de una hora. En la UCI, el intensivista Borja Ruiz Mateos ser¨¢ uno de los que se haga cargo de ese nuevo paciente, al que espera poder sacar de all¨ª lo antes posible, si todo va bien. Si se complica, y entre otros procedimientos, podr¨ªa acabar por ser pronado, es decir, colocado bocabajo, exactamente como el hombre que se atisba, bajo s¨¢banas y tubos y cables, detr¨¢s del facultativo. Acaban de darle la vuelta entre media docena de especialistas. ¡°Estar¨¢ as¨ª entre 16 y 24 horas, a veces m¨¢s; pero es lo que mejora la oxigenaci¨®n, la mejor¨ªa es muy r¨¢pida y visible en horas¡±, dice Ruiz Mateos.
A trav¨¦s de las enormes peceras de cristal que son los boxes, brillantes por la potente luz blanca, la imagen de esa maniobra t¨¦cnicamente complicada da cuenta, no solo del impacto que tiene el virus en el organismo, sino de la dificultad y el esfuerzo al que se enfrentan cada d¨ªa quienes trabajan en esa zona. Este jueves tienen 26 cr¨ªticos que atender en un espacio que naci¨® con 10 camas habilitadas en habit¨¢culos con presi¨®n negativa, para que no escape nada de esa atm¨®sfera, y que ha ido aumentando seg¨²n la necesidad, pero tambi¨¦n seg¨²n la capacidad de incorporar profesionales de intensiva y anestesiolog¨ªa, tanto m¨¦dicos como de enfermer¨ªa.
Especialistas que, mayoritariamente, no quieren salir de los equipos de los que forman parte en sus hospitales y cuyos servicios tampoco quieren perderlos, en medio de una tercera ola que mantiene la capacidad estructural de las UCI madrile?as al 154% de su capacidad. Hacen falta en todas partes. Como la hac¨ªa Alberto Balv¨ªs en el hospital Ram¨®n y Cajal, donde es anestesi¨®logo y ahora en el Zendal, donde cubre las necesidades de los enfermos m¨¢s graves.
En el centro de control de la UCI, desde donde se ve a los pacientes a trav¨¦s de las paredes transparentes, Balv¨ªs explica que para ¨¦l lo ¨²nico que cambia es ¡°el aspecto externo del hospital¡±. ?l contin¨²a haciendo su trabajo como siempre, ¡°lo mejor¡± que sabe. Si le falta algo, dice, ¡°y eso va a ocurrir siempre¡±, ¡°es poder dedicar m¨¢s tiempo a los pacientes, poder abarcar un poco m¨¢s de lo que ya abarcamos¡±. Asegura que est¨¢n ¡°en el ratio de m¨¦dicos y enfermeras por paciente¡±, es decir, que cubren con el n¨²mero ¨®ptimo de profesionales a cada enfermo. Seg¨²n las cifras que maneja Prados, el coordinador general, en la UCI, en enfermer¨ªa, ese ratio est¨¢ en una enfermera por cada dos pacientes, aunque el centro no facilit¨® el de m¨¦dicos para ese espacio.
La plantilla actual es de 1.305 profesionales, entre ellos 120 facultativos de diversas especialidades, 584 enfermeras y 436 auxiliares
La plantilla actual es de 1.305 profesionales, entre ellos 120 facultativos de diversas especialidades, 584 enfermeras y 436 auxiliares. Apenas dos centenares de ellos han sido voluntarios. Flagel, residente de quinto a?o de Medicina Interna del Cl¨ªnico San Carlos, es uno de ellos. Camina r¨¢pido y se le achican los ojos por la sonrisa cuando se para a saludar. Tambi¨¦n estuvo en Ifema. ¡°Tener la oportunidad de aprender cosas diferentes siempre suma. Nadie lo sabe todo y todo el mundo te puede complementar. Creo que ganas perspectiva¡±, dice. Y se marcha igual de r¨¢pido que lleg¨®.
A tres pasillos de all¨ª, un auxiliar de enfermer¨ªa que rechaza dar su nombre lo ve desde otro lado. Es uno de los llamados ¡°traslados forzosos¡±, profesionales a los que las gerencias de sus hospitales les comunicaron que si rechazaban incorporarse al Zendal se quedar¨ªan sin volver a trabajar en el Sistema Madrile?o de Salud. ¡°Me llamaron un lunes cuando sal¨ªa por la noche del turno y me dijeron que, o ven¨ªa aqu¨ª el martes, o ten¨ªa que renunciar a mi contrato¡±, dice. Lleva dos d¨ªas incorporado a la plantilla del centro.
La Comunidad reconoci¨® aquella orden. Seg¨²n Fernando Prados, una vez abierto el Zendal, ¡°los pacientes son lo primero¡± y hab¨ªa que hacer ¡°lo necesario¡± para poder dotarla de personal. Algo que ha provocado malestar y quejas entre los profesionales y en los hospitales durante varios meses. ¡°Pero lo decidido, decidido est¨¢¡±, zanja Prados. El Zendal se abri¨® y, una vez operativo, quienes trabajan ah¨ª son los mismos que llevan haci¨¦ndolo casi un a?o en los hospitales de la red p¨²blica. Voluntarios o forzosos, su trabajo es id¨¦ntico: salvar al mayor n¨²mero posible de enfermos de este virus, que mantiene a 4.060 pacientes ingresados en las plantas de hospitalizaci¨®n en los centros madrile?os y a 730 en las unidades de cuidados intensivos. Todos tienen una esperanza com¨²n: que el centro de emergencias pueda replegarse cuanto antes.
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