Cucharas de madera del ¨¢rbol ca¨ªdo
Una creadora madrile?a talla cucharas de madera con las ramas ca¨ªdas en su barrio tras el paso de ¡®Filomena¡¯ y las reparte entre sus vecinos
Sara Navarro tiene el congelador lleno de madera desde que el temporal Filomena arras¨® con las ramas de los ¨¢rboles de su calle. Antes de la llegada de la covid-19, esta fot¨®grafa madrile?a trabajaba en la Sala Siroco, programaba exposiciones de j¨®venes artistas y se escapaba a la monta?a en cuanto ten¨ªa la m¨ªnima ocasi¨®n. Confiesa que su obsesi¨®n por la madera comenz¨® hace tres a?os. Sinti¨® la necesidad de crear con sus manos a un ritmo pausado y, por su apasionada relaci¨®n con la naturaleza, eligi¨® este material.
¡°Busqu¨¦ cursos de talla en Madrid y encontr¨¦ muy poca oferta. Vi much¨ªsimos v¨ªdeos, tutoriales, le¨ª libros, di clases particulares con un arquitecto y, finalmente, encontr¨¦ este lugar donde ofertaban un curso de talla de cucharas¡±, cuenta en The Workshop Madrid, un taller de la calle del Laurel que funciona como coworking y donde ahora es aprendiz. ¡°Pens¨¦ que una cuchara ser¨ªa lo m¨¢s sencillo por donde empezar y me apunt¨¦¡±, recuerda. De aquel curso guarda su primera cuchara y la ilusi¨®n intacta de seguir aprendiendo. Con el tiempo fue invirtiendo en herramientas, puliendo su t¨¦cnica, comprando distintas maderas con las que trabajar y se mont¨® un peque?o taller en casa.
Al principio regalaba todo lo que hac¨ªa a sus amigos hasta que las pasadas navidades empez¨® a vender bajo el nombre Sierra Studio sus cucharas y tablas de cocina. ¡°Me cost¨® mucho dar el paso porque soy muy perfeccionista. En diciembre recib¨ª tantos encargos, incluso de Berl¨ªn y de Italia, que me agobi¨¦ un poco. ?Y lo estaba haciendo justo para liberar estr¨¦s!¡±, cuenta entre risas. ¡°Menos mal que estaba en ERTE. Si no hubiera sido imposible dar abasto. Esto es 100% artesanal, tardo mucho y no puedo hacerlo en grandes cantidades¡±, dice encogi¨¦ndose de hombros. ¡°Adem¨¢s, cuesta mucho encontrar en Madrid madera verde, la reci¨¦n cortada o ca¨ªda de un ¨¢rbol, que es con la que se tallan las cucharas¡±, cuenta.
Por eso, al ver c¨®mo Filomena hab¨ªa partido por la mitad el ¨¢rbol que hay enfrente de su casa, en el centro de Madrid, no se lo pens¨® dos veces. Cogi¨® el serrucho de mano que lleva siempre cuando va a la sierra, baj¨® a la calle, cort¨® las ramas que encontr¨® tiradas en el suelo y, ante el asombro de algunos de sus vecinos, se las subi¨® a casa. Parte de lo que recogi¨® lo meti¨® en el congelador para preservar sus propiedades y con el resto se puso a trabajar r¨¢pidamente. ¡°Las sensaciones al tallar la madera verde son muy fuertes. Me abstraigo totalmente del mundo. Me huele a tierra h¨²meda, me emociona y siento una conexi¨®n con el ¨¢rbol s¨²per bonita¡±, explica.
¡°El ejemplar de mi calle es una Falsa Acacia (Robinia pseudoacacia), un ¨¢rbol ornamental que me dio una gran sorpresa cuando descubr¨ª la veta tan bonita que ten¨ªa¡±, dice. Desde entonces, con esa madera crea cucharas y las regala a quienes han disfrutado a diario de este ¨¢rbol que permanece en pie con la herida de la nevada. ¡°Cada d¨ªa vemos su otra mitad. Y como homenaje al paisaje desaparecido, quer¨ªa dar a los vecinos el recuerdo de su ¨¢rbol en forma de cuchara para que de alguna manera siga viviendo en sus casas¡±, cuenta.
Ya se las ha entregado a comercios que han crecido bajo su sombra como la panader¨ªa Kasmi y la librer¨ªa Burma, ambas en el 18 de la calle de Ave Mar¨ªa, y pronto a otras vecinas como Mercedes, la presidenta del edificio de enfrente. ¡°Ella se encarg¨® de regar y cuidar este ¨¢rbol cuando lo plantaron hace a?os¡±, explica. ¡°Adem¨¢s, tambi¨¦n me gustar¨ªa que sirvieran de reflexi¨®n sobre c¨®mo se ha gestionado el arbolado en Madrid sin ning¨²n sentido. Es cierto que una nevada as¨ª no hab¨ªa sucedido antes, pero muchos de los ¨¢rboles no tienen casi espacio en algunas calles¡±, a?ade.
Sara todav¨ªa no sabe cu¨¢ntas cucharas saldr¨¢n de la madera que recogi¨®. El objetivo no era sacar una gran producci¨®n, fue un impulso art¨ªstico y despu¨¦s de obsequiar a los vecinos quiere poner a la venta el resto en su web a partir de 8 euros. ¡°Por ahora he compartido todo el proceso en un v¨ªdeo. Con ¨¦l he querido documentar lo extraordinario del momento: desde que cae una rama en el centro de Madrid en una nevada hist¨®rica, hasta c¨®mo la recojo y transformo para darle otra vida¡±, describe.
Por este trabajo ya la han contactado de un exclusivo restaurante, mientras ella se mueve sin prisa entre el taller donde disfruta aprendiendo con el artesano Fabrizio Grassi y el rinc¨®n de su casa. All¨ª contin¨²a la talla de cucharas con la madera del ¨¢rbol ca¨ªdo y asegura que cuando lo hace huele a bosque en mitad de Lavapi¨¦s.
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