El madrile?o
La pandemia ha reventado todos los estribillos, cualquier himno ha quedado obsoleto
Antes del Coronavirus, cuando estabas triste, te met¨ªas en una canci¨®n de Sabina para que te dijera c¨®mo te sent¨ªas. Efectivamente, viv¨ªas en la calle Melancol¨ªa, paseabas por el bulevar de los sue?os rotos y te hab¨ªan robado el mes de abril, es decir, el mejor. Sab¨ªas que un rato cada d¨ªa te enga?ar¨ªan con cualquiera, volv¨ªas del mercado con ganas de llorar, tu gato se escapaba por el tejado y con todo el dolor de tu coraz¨®n, dejabas a ese amor civilizado porque hasta los huesos solo calan los besos que no has dado. En fin, sobraban los motivos.
La pandemia ha reventado todos los estribillos. A Sabina le daban las diez, y las once, las doce, la una, y las dos y las tres y desnudos al anochecer los encontraba la luna. Era un pueblo con mar y ella no quer¨ªa dormir sola, que lo entiendo, pero multa por saltarse el toque de queda, salir del per¨ªmetro y reunirse con no convivientes.
Ya no quedan canciones en las que meterse porque la tristeza conocida, la antigua, la de la vieja normalidad, ten¨ªa que ver con amores no correspondidos o extinguidos, no prohibidos por las autoridades sanitarias¡±
Ya no quedan canciones en las que meterse porque la tristeza conocida, la antigua, la de la vieja normalidad, ten¨ªa que ver con amores no correspondidos o extinguidos, no prohibidos por las autoridades sanitarias. Perales podr¨ªa estar hoy bien tranquilo porque aquel ladr¨®n que le rob¨® todo no tendr¨ªa ahora margen para seducir a la chica del vestido gris que tiene que sonre¨ªr para que ¨¦l no sospeche que ha llorado. Estar¨ªan tan a gusto en casa, respetando el toque de queda y viendo una serie.
Ten¨ªamos himnos para todo. Para cuando estabas m¨¢s desganado, salir y beber te parec¨ªa el rollo de siempre, te asomabas a la ventana y ah¨ª estaba la chica de ayer; Para cuando cre¨ªas que hoy iba a ser un gran d¨ªa, ibas y ven¨ªas volando, entreteni¨¦ndote en el camino, enamorado de la vida, tan a gustito, tan agustito, t¨² ves, que te sub¨ªa la bilirrubina, te colabas en la fiesta, sombra aqu¨ª, sombra all¨¢, y a qui¨¦n le importa, pod¨ªas caminar entre dos aguas, agarrarte a Mar¨ªa, sentarte en un viejo Cadillac segunda mano. Hab¨ªa canciones buenas, malas, y regulares. Para vestirse, para denudarse, para vengarse. Para todo, menos para esto.
Ya s¨¦ que est¨¢ Resistir¨¦ y Agapim¨², y de vez en cuando tambi¨¦n me ayuda Carros de fuego, la canci¨®n de los juegos ol¨ªmpicos, o su versi¨®n gallega, que para m¨ª es Lodo, de Xoel L¨®pez, pero no es lo mismo. As¨ª como en el cine y en las series s¨ª se anticiparon a lo que ven¨ªa, en la m¨²sica la pandemia les cogi¨® desprevenidos. Salvo contadas excepciones, los cantantes, que antes hablaban de lo que nos pasaba y nos ayudaban, con violines, solos de guitarra o golpes de bater¨ªa, a saber c¨®mo nos sent¨ªamos, se han instalado en la ciencia ficci¨®n., desentendi¨¦ndose totalmente del coronavirus. Me puse El madrile?o, de C. Tangana, convencida de que se hablar¨ªa del p¨¢nico a los bares abarrotados, la rabia por las 400 fiestas ilegales de los fines de semana o el escalofr¨ªo de la operaci¨®n Salvar la Semana Santa. Pero la ¨²nica frase con la que me sent¨ª un poco m¨¢s identificada dice: ¡°Antes estabas al dente, pisabas mucho m¨¢s fuerte¡±.
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