C¨®mo est¨¢ el barrio
Madrid es la suma de sus barrios, de esos de los que no quiere hablar Ayuso
?Cu¨¢l es tu rinc¨®n favorito de Madrid? ¡°Mi cama¡±, responde primero entre risas. Est¨¢ en la esquina de la librer¨ªa Tipos Infames, junto al ventanal desde el que se observa el trasiego de la calle San Joaqu¨ªn. Torpedeante sube y baja. Piensa James Rhodes un poco m¨¢s y suelta: ¡°El Retiro¡±. Unos segundos mirando hacia arriba confiesa: ¡°Y la plaza de aqu¨ª detr¨¢s, es muy bonita¡±. Son d¨ªas de orgullo para ¨¦l, en los que ha visto c¨®mo el Congreso saca adelante la ley de protecci¨®n a la infancia.
Esa plaza es la de San Ildefonso, achaflanada y siempre dando la bienvenida en Malasa?a. Con sus bancos llenos de modernitos, abuelos y algunos yonquis, con las papeleras atestadas de cervezas. Siempre bajo el dominio de la estatua de la estudiante, con aires grunge de otras ¨¦pocas y con la eterna carpeta bajo el brazo. ?Qu¨¦ llevar¨ªa dentro? A imagen y semejanza de los que entran hoy en las tiendas de alrededor en busca de sus pinceles y cartulinas. De reojo, mira la entrada de la p¨¢lida y austera iglesia, que abre sus puertas por las noches para deleite sorrentiniano.
Tiene San Ildefonso una atracci¨®n especial, de campanas, palomas, terrazas y adoquines algo mugrientos, donde ondean a la vez la bandera del Vaticano y la tricolor republicana. Y antes que Rhodes ya se la apropi¨® Jim Jarmusch en aquella peque?a gran joya de Los l¨ªmites de control, en la que puso a pasear a Tilda Swinton, con sombrero de vaquero, por estos lares. Pero hay alguien siempre antes que t¨², aqu¨ª ya miraba por las ventanas para inspirarse el pintor rom¨¢ntico Leonardo Alenza. ¡°Viva la sanidad p¨²blica¡±, grita una s¨¢bana colgada en una de las ventanas, desafiando a uno de los andamios que suelen cotizar al alza entre las cadenas de pago. Ya lo saben: de Parla a Malasa?a.
Madrid es suma de barrios, cada uno con su idiosincrasia, un viaje cada pocas manzanas
Pero tiene a estas horas m¨¢s luz de Generation, de esos j¨®venes que piden paso. Desde uno de los balcones, un chico sigue fiel a su cita de sacar su altavoz, poner trap a toda pastilla y bailar como si se fuera a acabar el mundo. Y es que Madrid es suma de barrios, cada uno con su idiosincrasia, un viaje cada pocas manzanas. De esos de los que no quiere hablar Isabel D¨ªaz Ayuso, con sus centros de salud colapsados. ?Para qu¨¦ hablar de programa y de gesti¨®n? ?Para qu¨¦ hablar de la degradaci¨®n de la sanidad y la educaci¨®n p¨²blica? ?Para qu¨¦ hablar de desigualdad? ?Para qu¨¦ hablar de lo que pas¨® en las residencias si lo que importa es la amenaza del comunismo?
La primavera ha echado a la gente a las callejuelas, el mundo no se para. En un cruce me encuentro a Anna Allen, que se ha mudado a Malasa?a, ahora reconvertida en referencia pop tras su paso por Paquita Salas. Ella tambi¨¦n confiesa sus rincones favoritos de la zona: las tiendas de segunda mano en Velarde, las galer¨ªas y las terrazas. Se despide al cruzar la esquina entre los alborozados grupos que apuran los d¨ªas de abril: ¡°?C¨®mo est¨¢ el barrio!¡±
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