Hablemos de bandas en clase: ¡°?Has matado a alguien?¡±
Los alumnos preguntan y los expandilleros responden. Un instituto de Torrej¨®n, una localidad con presencia de estas organizaciones, propicia as¨ª que los estudiantes conozcan esta realidad
El aula est¨¢ ocupada por una veintena de alumnos adolescentes sentados en pupitres muy separados entre s¨ª. Son las normas covid. De lo contrario, parecer¨ªa que asisten a una clase que despierta poco inter¨¦s. Pero no es as¨ª. En el estrado, espera sus preguntas una pareja joven, ambos protegidos por sus mascarillas. Un alumno levanta el brazo y le dice al chico con toda naturalidad.
¡ª?Has matado a alguien?
¨DNo me siento orgulloso de nada de lo que hice.
Su respuesta, por inconcreta, quiz¨¢ parezca decepcionante. Es el turno de otro alumno.
¨D?Qu¨¦ tuviste que hacer para ser rey?
¨D Dar una pu?alada a un ?eta [nombre de una banda violenta].
No es una clase de historia, ni la asignatura versa sobre alguna guerra del pasado. Es una charla sobre bandas, en la que participan 120 alumnos (algunos de forma presencial y otros por videoconferencia) de entre 13 y 15 a?os del instituto Isaac Peral, de Torrej¨®n de Ardoz, uno de los colegios m¨¢s grandes de Madrid, que supera los 1.200 alumnos en una localidad con presencia de estos grupos violentos. Y los gestores del Instituto, a falta de otras ayudas, han organizado estas charlas con antiguos componentes de dichas bandas, porque sienten la necesidad de que sus alumnos conozcan esta realidad. Han venido invitados por Sara Ibergaray, la jefa de estudios. ¡°Cuando empezamos el curso en septiembre, esto era territorio comanche. Ven¨ªan de meses sin pisar las aulas, hab¨ªan estado mucho tiempo en la calle, y muchos llegaron con los distintivos de las bandas y pronto empezaron los problemas¡±, explica. Ibergaray cuenta que ha visto a lo que parec¨ªan integrantes de las pandillas hacer el pasillo a los alumnos a la salida, es decir, se colocan a ambos lados e intimidan a los estudiantes mientras pasan entre ellos.
Las bandas juveniles de este tipo se han extendido por Torrej¨®n y algunos l¨ªderes son espa?oles. Chamakito, recientemente detenido, es vecino del instituto.
La composici¨®n del aula refleja la de todo el centro: diversidad de nacionalidades y diferentes realidades se mezclan en un mismo espacio.
¨D?Alguna vez abusaron de ti?
Le toca responder a la chica. Para una mujer, pertenecer a una de esas bandas no es un camino de rosas. En realidad, no lo es para nadie.
¨DNo. Hay un c¨®digo por el que no se toca a la novia de un Trinitario [nombre de otra pandilla], pero ellos s¨ª pueden tener varias chicas.
Su compa?ero a?ade con timidez ante la insistencia de ella:
¨DYo llegu¨¦ a tener hasta cinco novias.
Jessica y Kevin ¡ªnombres ficticios¡ª, dominicana y ecuatoriano, responden con paciencia sobre su pasado en los Trinitarios y en los Latin King, respectivamente.
Kevin, con 35 a?os, ense?a la cicatriz que le qued¨® despu¨¦s de que un miembro de una banda rival le atravesara la mu?eca. ¡°Yo mandaba en un chapter [cap¨ªtulo, como llaman a los territorios] de 32 chavales. Si alguno no se reportaba, ten¨ªamos que darle el minuto de pared [una paliza entre varios]¡±, explica. Kevin cuenta c¨®mo empez¨® todo: ¡°En el colegio se met¨ªan conmigo y conoc¨ª a unos chicos en el parque que me empezaron a invitar a fiestas. Me llam¨® la atenci¨®n c¨®mo se proteg¨ªan unos a otros. Pero hab¨ªa algunas fiestas a las que no pod¨ªa ir. Ah¨ª fue cuando les ped¨ª ser un Latin King¡±. El expandillero conoci¨® c¨®mo se derrama la sangre: ¡°Empec¨¦ a fumar bolsas de marihuana para poder dormir, no os hablo de las bolsitas que se compran, bolsas enteras. La sangre que se derrama en el parque se te queda en la cabeza¡±.
Kevin pis¨® cinco c¨¢rceles espa?olas. ¡°Por agresiones y drogas¡±, cuenta sin dar m¨¢s detalles.
Por su parte, Jessica, de 25 a?os, relata que conoci¨® a su novio Trinitario en una matin¨¦e (discoteca de adolescentes) con 12 a?os: ¡°Vi que era muy respetado, que los chicos le admiraban y yo quer¨ªa eso¡±.
Las alumnas insisten con preguntas a Jessica sobre el papel que desempe?an las mujeres.
Preguntan porque conocen la experiencia reciente de una excompa?era que ha coqueteado con este ambiente entre juvenil, violento y machista. Su madre, que la tuvo soltera, trabajadora en un supermercado, un d¨ªa la pill¨® hablando por WhatsApp precisamente con Chamakito. ¡°Comenz¨® a salir con miembros de los Dominican Don¡¯t Play hace un a?o, cuando ten¨ªa 13¡±, recuerda la madre por tel¨¦fono. ¡°Pas¨® de ser una ni?a normal, modosita, a ser agresiva y he tenido que denunciarla¡±. Su propia hija la ha agredido y ha debido pasar dos veces por un centro de menores con una orden judicial.
Y es que tambi¨¦n los padres carecen de informaci¨®n y de herramientas para combatir este problema. ¡°Cada semana recibo a padres preocupados porque sus hijos est¨¢n en las bandas¡±, reconoce Javier Castillo, portavoz del PSOE en la localidad. ¡°La soluci¨®n no pasa por la represi¨®n, sino por la concienciaci¨®n, pero claro, eso no tiene un efecto tan inmediato. No puede ser que las tareas de formaci¨®n y sensibilizaci¨®n dependan del esfuerzo de los docentes¡±, a?ade.
¡°?Te trataban como a un cuero?¡±
La charla contin¨²a. Una de las adolescentes le pregunta a Jessica:
¨D?Te trataban como a un cuero?
Jessica se sorprende porque una alumna espa?ola haya empleado un t¨¦rmino de su pa¨ªs que significa ¡°puta¡±.
¨DDej¨¦ el instituto con 16 [a?os]. Mi vida empez¨® a consistir en no dormir por las noches esperando que me dijeran que hab¨ªan visto a mi novio con otra o que estaba en el hospital o en la c¨¢rcel. Cuando dej¨¦ el instituto, mis ma?anas las pasaba bebiendo en casa de una amiga.
Jessica reconoce que guarda recuerdos amargos. ¡°Me acuerdo de un hombre al que vi borracho a la puerta de una discoteca. Le quit¨¦ todo lo que ten¨ªa. Con los a?os he vuelto a pensar en ¨¦l, en lo poco que me importaba hacer da?o a la gente¡±, reconoce.
La iniciativa del instituto de Torrej¨®n no es nueva. Una de las formas de combatir la idealizaci¨®n que tienen los adolescentes de estos grupos es cambiar el lenguaje. Y, para ello, darles herramientas, respuestas a sus preguntas.
Mariah Oliver, antigua Latin Queen que tambi¨¦n se ha puesto frente a los alumnos en otros institutos, apunta: ¡°A los adolescentes no les sirve que les sermonees. Lo mejor es ir a hablar sin dramatismos y dejarles que pregunten, que no sientan que les vas a salvar¡±. Hoy es fil¨®loga y una de las investigadoras del proyecto Transgang en Madrid, que lleva a cabo la Universidad Pompeu Fabra bajo la direcci¨®n de Carles Feixa. Oliver tiene un hueco para charlar antes de ir a una asociaci¨®n en Villaverde. Llega a Pr¨ªncipe P¨ªo con su larga melena negra recogida en un mo?o y luce un pendiente en la nariz. Ella entra en la categor¨ªa de experta; atr¨¢s qued¨® La Madrina, como se le apodaba. Un pasado en el que incluso pis¨® la c¨¢rcel. Aquello sucedi¨® en 2007. ¡°Fui una de las primeras condenadas en Espa?a por pertenecer a este grupo. Sufrimos una sentencia ejemplarizante¡±, aclara. A prisi¨®n fue a visitarla precisamente Feixa. ¡°Fue la primera vez que me escuchaban sin juzgarme¡±, reconoce Oliver.
Lo que ha funcionado es que tengan visibilidad, espacios de reuni¨®n, formaci¨®n, tareas de mediaci¨®n y, sobre todo, transici¨®n al mundo laboral. Ellos son los primeros que quieren abandonar la marginalidadCarles Feixa
¡°A m¨ª me resulta f¨¢cil hablar con ellos porque yo tambi¨¦n pertenec¨ª a ese mundo. Los chicos entran a la banda cada vez m¨¢s j¨®venes, con 11 a?os, porque no tienen nada m¨¢s, no hay otros recursos para ellos. El grupo les ofrece cosas chulas¡±, explica. Feixa secunda esta opini¨®n a trav¨¦s del tel¨¦fono: ¡°Nosotros no somos qui¨¦n para decirles lo que tienen o no que hacer, pero s¨ª para responder a sus preguntas. El objetivo no es acabar con las bandas, sino con la violencia, que existe, pero que no es el 100% del problema¡±.
Para Feixa, la respuesta en Espa?a contra las bandas violentas en la ¨²ltima d¨¦cada se ha limitado a la parte punitiva en lugar de trabajar en la ra¨ªz del problema. El experto ha llegado a una conclusi¨®n, tras a?os de investigaci¨®n: ¡°Lo que ha funcionado es que tengan visibilidad, espacios de reuni¨®n, formaci¨®n, tareas de mediaci¨®n y, sobre todo, transici¨®n al mundo laboral. Ellos son los primeros que quieren abandonar la marginalidad¡±.
Ha sido una ma?ana de preguntas y respuestas para Jessica y Kevin. La clase termina y los alumnos les dedican un aplauso. Varias chicas se acercan a Jessica para hablar con ella en privado. Quiz¨¢s, despu¨¦s de esa charla, los alumnos y alumnas del Instituto Isaac Peral hayan tomado conciencia en su interior de que la vida de un miembro de una de esas pandillas no es envidiable.
La mitad de los homicidios cometidos por menores
¡°Hace un rato ha pasado por aqu¨ª Cutico, de los Trinitarios¡±, se?ala Jonathan S¨¢nchez, polic¨ªa municipal de Torrej¨®n, sentado en una cafeter¨ªa de la plaza Mayor. ¡°Hace dos semanas tuvimos que ir a su casa, que tiene un patio interior, porque estaban montando una fiesta por el fin del estado de alarma. La primera vez pararon, pero la segunda, recibieron a los compa?eros con machetes¡±, cuenta. Para los agentes de la polic¨ªa municipal de la localidad, los miembros de las bandas no son unos desconocidos. No lleg¨® a haber enfrentamiento directo. El polic¨ªa explica que tienen dos unidades fijas de vigilancia en la zona de las paradas de cercan¨ªas de Torrej¨®n y en la del Soto. S¨¢nchez advierte tambi¨¦n de que las situaciones en las que se llega a la violencia no son tan comunes: ¡°La mayor¨ªa son chavales que ni siquiera llevan armas encima cuando les cacheamos¡±. Aunque los enfrentamientos sean muy llamativos porque involucran machetes y a veces armas de fuego, los pocos datos disponibles apuntan que el poder y la violencia que generan las pandillas es relativamente reducido en la comunidad. La polic¨ªa nacional tiene controlados a alrededor de 300 miembros ¡°probados¡± en toda la regi¨®n, un n¨²mero que se mantiene en los ¨²ltimos a?os, explican fuentes policiales. A su alrededor hay otros tantos en fase de ¡°pruebas¡± o de ¡°captaci¨®n¡±. En la Brigada de Informaci¨®n de la Polic¨ªa Nacional de Madrid existe un grupo de trabajo espec¨ªficamente para bandas violentas desde principios de siglo. Estos agentes prefieren no dar mucha informaci¨®n porque, cuando lo hacen, notan que hay un ¡°efecto llamada¡±. La Fiscal¨ªa advierte de una ¡°cifra negra¡± cuando se habla de los delitos de este tipo de organizaciones por el ¡°miedo y temor de las v¨ªctimas a sufrir represalias si formulan denuncias¡±. En su memoria anual de 2020, la Fiscal¨ªa de la Comunidad de Madrid resalta que, de los 20 homicidios juzgados cometidos por menores, la mitad estaban relacionados con pandillas violentas. ¡°Lo que evidencia la continuidad de los enfrentamientos entre bandas juveniles rivales¡±, destaca el documento. En 2018, seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles, se juzgaron 33 delitos por parte de miembros de estas bandas, entre ellos, nueve intentos de homicidio y uno consumado. Seg¨²n las estad¨ªsticas del ministerio p¨²blico, la banda m¨¢s activa son los Dominican Don¡¯t Play, mientras que los Latin King y los ?etas son los m¨¢s inoperativos ahora mismo.
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