Un viaje al desarraigo de los hijos de inmigrantes
Matadero Madrid acoge ¡®A nosotros nos daba igual¡¯, una historia sobre espa?oles de diferentes etnias que buscan su espacio en la sociedad
Una ni?a llega a clase y escucha, como a diario, que un compa?ero le canta y baila: ¡°Somos los Conguitos y estamos requetebi¨¦n/ vestidos de chocolate /con cuerpo de cacahu¨¦¡±. Ella le dice que pare, ¨¦l hace caso omiso y ella le responde con un bofet¨®n. Lo que parec¨ªa un momento c¨®mico en el teatro A nosotros nos daba igual trasluce la discriminaci¨®n hacia quien tiene otro color de piel. La escena la interpretan Neus Ballb¨¦ ¨Dque hace de ni?a¨D y Beatriz Mbula que, junto a Nacho Almeida, Mar¨ªa Ramos y Junyi Sun, conforman un elenco de distintas etnias y la misma nacionalidad, espa?ola.
Balb¨¦ (Barcelona, 31 a?os) resume esa escena en la p¨¦rdida de la inocencia: ¡°Es el momento en el que un cr¨ªo, por el juicio de una mirada externa, entiende de qu¨¦ va el mundo y c¨®mo funciona el racismo¡±. El t¨ªtulo de la obra viene de ese instante; cuando descubren que su color de piel tiene relevancia, que hay un aqu¨ª y un all¨ª, y que ellos, aunque son de aqu¨ª, ser¨¢n se?alados como extranjeros. La historia, representada desde este s¨¢bado y hasta el 4 de julio en las Naves del Espa?ol en Matadero Madrid, empieza con un contexto infantil para adentrarse en el testimonio de cinco ciudadanos espa?oles, hijos de inmigrantes, que viajan al pa¨ªs de origen de sus padres. Tambi¨¦n de ah¨ª viene el nombre; la traves¨ªa no les hace especial ilusi¨®n, no conocen esas ciudades, padecen desarraigo.
Fue un encargo del Teatro Espa?ol para que la dramaturga Helena Tornero y el director Ricard Soler trabajaran juntos el tema ¡°de actores racializados¡±, seg¨²n se?ala ¨¦l. ¡°Desde el principio hablamos la idea global juntos. Decidimos muy r¨¢pidamente que quer¨ªamos hablar de la sociedad espa?ola y que quer¨ªamos que los personajes fueran al lugar donde nacieron sus familiares¡±, a?ade.
Los destinos de los protagonistas son muy heterog¨¦neos: Guinea Ecuatorial, Marruecos, Cabo Verde, China y Rep¨²blica Dominicana. ¡°Sab¨ªamos que quer¨ªamos hablar de Guinea por el pasado colonial y por los v¨ªnculos con Espa?a, tambi¨¦n de una persona del mundo ¨¢rabe porque nos parece que es una inmigraci¨®n muy presente. Quer¨ªamos a alguien de Latinoam¨¦rica y a otro que fuera asi¨¢tico¡±, explica el barcelon¨¦s, de 39 a?os.
Sus circunstancias son una oportunidad para que el espectador haga un ejercicio de empat¨ªa. La intenci¨®n del director es entender ¡°ese hartazgo¡± que muestra Ballb¨¦ y que los asistentes quieran, como ella, mandar a callar a quien la molesta. Algo similar ocurre en otro momento, cuando los actores hacen de an¨®nimos para avasallar a Sun, el actor que hace el viaje a China. Todos le miran y ¨¦l pregunta: ?Hater o fan? En apenas unos instantes se descubre que son apasionados de la cultura su pa¨ªs paterno y comienzan a hablarle de un amasijo de conceptos: la comida, el hor¨®scopo, los dragones, incluso el gato que mueve la mano. ¡°Le imponen una imagen externa que no tiene nada que ver con ¨¦l¡±, define Soler. Y ocurre literalmente: los admiradores, mientras le agobian con palabras, le ponen un kimono, pa?uelos de seda, le colocan un gorro chino o le incitan a hacer artes marciales con una coreograf¨ªa.
Lo rid¨ªculo de la escena deja entrever la gravedad de estas situaciones de una manera m¨¢s laxa. No obstante, hay momentos donde muestran la cara m¨¢s hostil. Utilizan un proyector para ense?ar recortes de peri¨®dico con anuncios como el de la venta de una mujer negra, o c¨®mo se traficaba con ellos en la Puerta del Sol de Madrid. ¡°Y nadie lo sabe. Es algo muy fuerte. Nos parece que hace falta una revisi¨®n hist¨®rica que a veces se ha hecho, pero no sobre las consecuencias que ha tenido en nuestra sociedad¡±, rememora, y apuntilla que no fue hace tanto, aproximadamente unos 150 a?os.
Actores negros o asi¨¢ticos
En el proceso de selecci¨®n de los actores, los encargados trataron de llegar a la comunidad menos visible. A esos, precisamente, les cuesta acceder a ciertos papeles. Como expresan en la obra, suelen reservarles los estereotipados y relegados a los m¨¢rgenes de la sociedad. Hacen de prostitutas, narcotraficantes o esclavos, en lugar de tener la oportunidad de trabajar en los cl¨¢sicos. ¡°Dif¨ªcilmente hemos visto a alguien negro que haga de Yerma, Segismundo o incluso Adela, de La casa de Bernarda Alba, que no hace falta ni que sean protagonistas¡±, critica Soler.
La sensibilidad del elenco era un elemento importante para montar A nosotros nos daba igual, al igual que la escucha. La actriz Ballb¨¦ y sus compa?eros compart¨ªan su mirada: ¡°Ha sido bastante bestia. Con muchos momentos de ternura entre nosotros¡±. Para ella y sus compa?eros ser¨ªa un h¨¢ndicap ser solo actores: ¡°Pero somos actores con un apellido que es racializado. Ya te buscan por ser negra¡±. Considera que es un problema que no se ve tanto fuera del pa¨ªs: ¡°Somos todos espa?oles, pero somos de distintos coloritos. ?Por qu¨¦ no empezamos a normalizarlo?¡±
El humor para dejar pensar
Ricard Soler defiende las escenas que se prestan a las carcajadas para retratar esta situaci¨®n: "El humor es una filosof¨ªa de vida y se entiende mejor que un discurso moral. Adem¨¢s, esto no es un ensayo escrito, es un teatro. Tenemos que intentar hablar desde la empat¨ªa, y el humor nos permite distanciarnos y entendernos¡±, puntualiza el catal¨¢n. Adem¨¢s, casa con su idea universal sobre lo que tiene que aportar el escenario: "Que podamos sentir antes de pensar. Que pensar venga despu¨¦s".
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