?Me entiendes?
Nunca entender¨¦ las nostalgias, ni la normalizaci¨®n de los momentos m¨¢s oscuros de la historia
Carmen es una de esas se?oras mayores que lucen estupendas. Elegante, maquillad¨ªsima, desayuna en una cafeter¨ªa de La Moraleja. Da un mordisco a su cruas¨¢n, muy fina, y confiesa que vivir en la lujosa urbanizaci¨®n ya no es como antes. ¡°Cambi¨® a partir de la democracia¡±, dice con la calma y el orgullo de quien ya no le tiene que pedir perd¨®n a nadie. Con mirada c¨®mplice y sacudiendo las manos cargadas de anillos, aclara: ¡°No s¨¦ c¨®mo decirlo... lleg¨® gente...Me entiendes, ?no?¡±. Yo luzco una de mis mejores sonrisas, de las que pones cuando quieres zanjar una conversaci¨®n que empieza a ser inc¨®moda, y me despido con una cuasi reverencia ante tanta suntuosidad.
No quer¨ªa que se dejara llevar por los recuerdos y que su franqueza me atropellara. Me hab¨ªa acercado a La Moraleja para hacer un reportaje sobre el barrio con la renta media m¨¢s alta de Espa?a, no para buscar a nost¨¢lgicos del franquismo. Por un momento hasta pens¨¦ que su respuesta era una mera referencia temporal; una casualidad desafortunada por la cual el degrado de la urbanizaci¨®n -seg¨²n la melanc¨®lica se?ora- coincidi¨® con la llegada de la democracia. ?C¨®mo se puede a?orar una dictadura?
En realidad hay muchas Carmenes. Hombres y mujeres, de todas las edades. Hay quien ha vivido y echa de menos una etapa desgraciada de la historia, como la se?ora de La Moraleja, y quien idealiza un pasado que ni siquiera ha conocido. Lo sorprendente es que lo dicen en voz cada vez m¨¢s alta: llegan a gritar con orgullo en una manifestaci¨®n o desde la tribuna pol¨ªtica eso de que ¡°antes se estaba mejor¡±.
Me pregunto cu¨¢nto influye la ¨¦poca en la que vivimos, en la que las palabras han sido peligrosamente banalizadas y el revisionismo campa a sus anchas.
Me pregunto cu¨¢nto influye la ¨¦poca en la que vivimos, en la que las palabras han sido peligrosamente banalizadas y el revisionismo campa a sus anchas. Todos los -ismos parecen haberse vaciado de significado: el estado de alarma durante la pandemia es totalitarismo, toda intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa es comunismo, el franquismo no fue tan malo y, quiz¨¢s el mejor, las feministas son nazis.
Lo hemos visto en la campa?a electoral madrile?a con lemas absurdos como libertad o comunismo, que r¨¢pidamente se han proyectado en la escena nacional como casi todo lo que ocurre en Madrid. Lo escuchamos en las arengas pol¨ªticas que dibujan a la capital a punto de caer bajo fuego sovi¨¦tico o ser invadida por los moros, en la constante estigmatizaci¨®n del otro para crear un enemigo com¨²n. Consignas peligrosas que alimentan la nostalgia y legitiman posiciones ultras.
?Qu¨¦ opinar¨ªa Carmen de todo esto? Quiz¨¢s esbozar¨ªa una sonrisa complacida, y con suma clase soltar¨ªa alg¨²n comentario velado. Yo volver¨ªa a quedarme at¨®nita: nunca entender¨¦ las nostalgias, ni la normalizaci¨®n de los momentos m¨¢s oscuros de la historia. Me dan miedo.
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