La Comunidad de Madrid ingresa a una mujer sin vacunar en una residencia con un brote de coronavirus
Pilar Larena fue expulsada el viernes del hogar de mayores donde vivi¨® seis a?os y el Gobierno regional la ha acogido en un hospital hasta encontrar el centro que la ha admitido este mi¨¦rcoles, sin reparar en el riesgo
Pilar Larena, de 69 a?os, lleva siendo v¨ªctima de un c¨²mulo de desprop¨®sitos desde hace seis d¨ªas: el viernes pasado, la residencia de mayores de Madrid capital donde ha vivido seis a?os la ech¨® a la calle con la ayuda de cinco polic¨ªas, alegando que causaba problemas de convivencia; el s¨¢bado, domingo, lunes y martes, buscando un nuevo destino, sufri¨® el rechazo de al menos una quincena de hogares de mayores; y este mi¨¦rcoles ha sido derivada por trabajadores sociales de la Comunidad de Madrid a un centro donde hay un brote de coronavirus, a pesar de que ella no est¨¢ vacunada.
Pilar ingres¨® este mi¨¦rcoles por la ma?ana en la residencia F¨¢tima, un centro privado de tama?o mediano (96 plazas) en el municipio madrile?o de Galapagar. Se enter¨® del brote horas m¨¢s tarde durante una entrevista con este peri¨®dico. Desde que fue expulsada el viernes, su suerte hab¨ªa quedado en manos de los trabajadores sociales del Hospital Ram¨®n y Cajal. Como no est¨¢ vacunada contra el coronavirus por decisi¨®n propia, muchas residencias se negaban a aceptarla, seg¨²n le dijo una empleada del hospital a la hermana de Pilar, Concha. La consejer¨ªa de Familia y Pol¨ªtica Social de Madrid no intervino para encontrar un nuevo hogar para ella, a pesar de tratarse de una persona vulnerable con un grado dos de dependencia reconocido debido a varias patolog¨ªas ps¨ªquicas. Ese departamento del Gobierno madrile?o ten¨ªa este mi¨¦rcoles una lista de 24 residencias donde las visitas est¨¢n suspendidas debido a brotes y entre ellas se encontraba la residencia F¨¢tima.
Pilar puede mantener una conversaci¨®n ordenada y describir con pelos y se?ales lo sucedido en la ¨²ltima semana, en particular c¨®mo la echaron a la calle de la residencia Los Nogales Hortaleza, donde viv¨ªa desde septiembre de 2015. Este mi¨¦rcoles por la tarde su hermana Concha habl¨® con ella por videoconferencia en presencia de este peri¨®dico.
¡°Me sent¨ª maltratada. Vejada, vejada y vejada¡±, repite Pilar de forma enf¨¢tica.
Pilar narra c¨®mo entre las 10:00 y las 11:00 del viernes, se encontraba en el peque?o cuarto de fumadores de la planta baja de la residencia. Otro residente fumaba con ella cuando el director, Henry Polo, se asom¨® para pedirle a ese se?or que saliera. A continuaci¨®n, Pilar vio en la puerta a cinco agentes de Polic¨ªa nacional que le informaron de que deb¨ªa cumplir la orden de expulsi¨®n que hab¨ªa firmado Polo.
¡°Eran cinco polic¨ªas como cinco armarios. Me negu¨¦ a irme y entonces uno me dijo, ¡®?prefieres por las buenas o por las malas?¡±, cuenta Pilar, que pesa 42 kilos y tiene un aspecto muy fr¨¢gil. ¡°Entonces me montaron entre los cinco en una silla de ruedas y me sacaron a la calle¡±.
Eran cinco polic¨ªas como cinco armarios. Me negu¨¦ a irme y entonces uno me dijo, ¡®?prefieres por las buenas o por las malas?Pilar Larena, expulsada de la residencia Los Nogales Hortaleza
La residencia despej¨® de usuarios el patio de la entrada, para que no vieran la expulsi¨®n, relata Pilar. Ya fuera, se vio en una calle estrecha rodeada de los pisos de ladrillo del barrio de Hortaleza. Los vecinos se asomaban a los balcones para ver qu¨¦ pasaba. Seg¨²n Pilar, los polic¨ªas devolvieron la silla de ruedas a la residencia y sacaron una silla de pl¨¢stico para ella. Los agentes la observaban de pie, apoyados en su coche patrulla, mientras conversaban con el director, Polo. Ella sufre de agorafobia, pero dice que en una situaci¨®n as¨ª no se le activ¨® el miedo. Lo que sent¨ªa era humillaci¨®n.
Los Nogales Hortaleza la avis¨® el 30 de julio de que planeaban expulsarla por haber roto el c¨®digo interno del centro de m¨¢s de 300 plazas y las cl¨¢usulas del contrato de admisi¨®n. Le dieron un plazo para irse voluntariamente, pero ella se negaba. Alegando que molestaba a sus compa?eras de habitaci¨®n, el director le hab¨ªa ofrecido pagar 500 euros m¨¢s por una habitaci¨®n individual. Estaba fuera de su presupuesto. Seg¨²n la familia, Pilar ha estado pagando sin demoras casi 1.800 euros al mes durante a?os, un dinero que sale de su pensi¨®n de enfermera jubilada.
Durante las semanas previas a la expulsi¨®n, la asociaci¨®n de defensa de los derechos en residencias Pladigmare denunci¨® los planes a la Fiscal¨ªa Provincial de Madrid y a la Comunidad, porque entienden que nadie puede ser desalojado de su hogar sin un proceso de desahucio supervisado por un juez y un alojamiento alternativo. Pero no sirvi¨® de nada. La fiscal Mar¨ªa Piedad Guti¨¦rrez archiv¨® la investigaci¨®n dando la raz¨®n a la residencia. A su entender, era un asunto entre partes privadas y deb¨ªa regir el c¨®digo de buenas conductas elaborado por el centro. La ley madrile?a 11/2002 dice, sin embargo, que para limitar el derecho de un residente a continuar en su hogar hace falta una resoluci¨®n administrativa o judicial.
Durante el plazo para irse, el director record¨® una y otra vez a Pilar que la iban a echar, seg¨²n cuenta ella: ¡°El d¨ªa anterior me dijo que me ten¨ªa que ir, que me ten¨ªa que ir¡±. Pero ella no pensaba en la expulsi¨®n: ¡°Me hab¨ªan dado un plazo, pero yo no sab¨ªa lo que iba a pasar¡±.
En la calle la ma?ana del viernes, nadie acerc¨® a Pilar sus pertenencias. Solo ten¨ªa consigo su bolso rojo, donde guarda con celo su tablet y un par de libros de intriga, de Carlos Ruiz Zaf¨®n y Patricia Highsmith. Llegaron sanitarios de la Comunidad de Madrid y trabajadores sociales del Samur Social, el servicio del Ayuntamiento que trata con las personas sin techo.
Unas trabajadoras de la residencia vieron la escena y sintieron pena. Le mandaron un beso desde la distancia. Pilar cuenta que tambi¨¦n hizo lo mismo un par de amigas de la residencia que la vieron desde una ventana. ¡°Recib¨ª muchas muestras de cari?o. Estaban asombradas de verme en esa situaci¨®n. Me dec¨ªan ¡®Pero Pilar, ?qu¨¦ haces ah¨ª?¡±. Ella recuerda que estuvo en esa situaci¨®n m¨¢s de una hora.
El testimonio de Pilar est¨¢ respaldado por una grabaci¨®n publicada por este peri¨®dico en la que se oye a una trabajadora social del Ayuntamiento informar por tel¨¦fono a Concha de la expulsi¨®n. La trabajadora reprocha el trato dado a Pilar. Luego asegura que iba a reportar lo sucedido a sus superiores.
La versi¨®n de Los Nogales es que Pilar causaba graves problemas de convivencia y fue avisada de su salida con 15 d¨ªas de antelaci¨®n, un plazo que fue luego prorrogado por una semana m¨¢s. Un portavoz asegura que la residencia ha sido cuidadosa con ella y con el resto de residentes.
Refugiada en el hospital
Los trabajadores del Samur Social no encontraron de inmediato un techo para Pilar, as¨ª que debido al calor que hac¨ªa en plena calle un mediod¨ªa de agosto, decidieron ingresarla en urgencias del Hospital Ram¨®n y Cajal, en la capital. Ha sido ah¨ª donde una trabajadora social del departamento de Atenci¨®n al Paciente busc¨® sin ¨¦xito durante d¨ªas un nuevo destino.
Concha recurri¨® a la ayuda de Gransliving, una especie de Tripadvisor de residencias. Beatriz Carro, una empleada de este mediador, dice que le dieron portazo en una quincena de residencias de mayores. ¡°Jam¨¢s de los jamases me hab¨ªa encontrado un caso tan dif¨ªcil¡±.
A principios de esta semana, la noticia de que Los Nogales Hortaleza hab¨ªa expulsado a Pilar por resultarle problem¨¢tica complic¨® las cosas. Al indagar sobre la candidata a ingreso, las residencias respond¨ªan con negativas. Su hermana Concha se pregunta si una residencia de mayores es el lugar id¨®neo para Pilar. Una doctora de Los Nogales Hortaleza le dijo hace a?os que quiz¨¢s estar¨ªa mejor en un centro psiqui¨¢trico, pero nadie en la residencia tom¨® cartas en el asunto. Tampoco en el hospital Ram¨®n y Cajal han optado por esa soluci¨®n.
La inacci¨®n de la Comunidad de Madrid ante la expulsi¨®n de Pilar y su derivaci¨®n a un nuevo centro ha llevado a Pladigmare a pedir responsabilidades. Exigen que se abra un expediente contra Polo, el director de Los Nogales, y que sea cesado Iv¨¢n Molina, el subdirector del Cira, el departamento de inspecciones de la consejer¨ªa de Familia y Pol¨ªtica Social.
Este mi¨¦rcoles Pilar se baj¨® de una ambulancia para entrar sin maletas en su nueva residencia. Ella enferm¨® por el virus en mayo del a?o pasado y decidi¨® no vacunarse este a?o porque se declara ¡°negacionista¡±. No parece muy preocupada por el riesgo. Le indigna m¨¢s la expulsi¨®n ¡°de juzgado de guardia¡± que sufri¨®. Su hermana Concha ya ha puesto una denuncia contra la residencia y quiere que Pilar vaya tambi¨¦n a declarar.
Las pertenencias de Pilar segu¨ªan este mi¨¦rcoles en Los Nogales Hortaleza, adonde su hermana y su cu?ado, V¨ªctor Garc¨ªa, tuvieron que ir a recogerlas ellos mismos. A las 18:00, les recibi¨® Elena, una trabajadora social del centro. El director no dio se?ales de vida. Elena les dio seis cajas con libros, ropa, un televisor y batidos de prote¨ªnas.
En la puerta de Los Nogales Hortaleza los dos se cruzaron con una amiga de Pilar, Mercedes, que estaba dando un paseo con la ayuda de un andador. Se ech¨® a llorar al verlos.
¡°Pobrecita¡±, les acert¨® a decir la mujer entre l¨¢grimas. ¡°Parece mentira que nos hagan esto¡±.
?Tienes m¨¢s informaci¨®n? Escribe a fpeinado@elpais.es al reportero de la secci¨®n Madrid Fernando Peinado
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