Casa alta, casa baja
La Asociaci¨®n de Vecinos de la colonia Prosperidad, en Chamart¨ªn, busca recuperar las esencias de la urbanizaci¨®n y la gesti¨®n del Casinillo, que ejerci¨® de centro social y cultural durante a?os
En este paseo por la colonia Prosperidad, en Chamart¨ªn, haremos tres paradas que pueden ayudar a entender el momento que viven muchas de las 42 colonias hist¨®ricas que quedan en la ciudad.
La primera ser¨ªa en uno de los tramos de la calle Atalaya, una de las dos v¨ªas principales en torno a las cuales se levantan los 242 chalets que a¨²n quedan en pie. En este punto, seg¨²n se mire a una u otra acera, parecer¨¢n dos calles distintas. Porque en un lateral se ver¨¢ una serie de casas que guardan y respetan las esencias de las construcciones originales -con la alternancia de casas de una y dos plantas, sus caracter¨ªsticos tejados a dos aguas con la inclinaci¨®n primigenia y cierres que protegen sin opacar la vista - y, frente a ellas, un revoltijo iconoclasta de muros, verjas y reformas externas. ¡°El dise?o original de la colonia era casa alta, casa baja. As¨ª se iban distribuyendo los cinco tipos de vivienda. Pero ahora, la mayor¨ªa de las reformas que se hacen se saltan la ordenanza municipal, y eso va desvirtuando la idea de colonia¡±, explica Santiago T¨¦llez (73 a?os, ?vila), miembro de la Asociaci¨®n de vecinos. Lleg¨® a Prosperidad hace 45 a?os. Habit¨®, primero, una casa de 35 metros cuadrados junto a su pareja. Hoy viven junto a sus dos hijas en 150 metros distribuidos en tres plantas.
El segundo hito estar¨ªa en una de las 16 calles peatonales que recorren la colonia, en la zona m¨¢s cercana al polideportivo de Pradillo, desde donde reverberan con intensidad los golpes a las pelotas de p¨¢del. All¨ª, a medida que avanza el paseo, los muros exteriores de las viviendas van creciendo hasta superar los 3 metros de altura. Hay salidas de humo y equipos de aire acondicionado. Tambi¨¦n terrazas que, seg¨²n las normas urban¨ªsticas, no deber¨ªan estar ah¨ª. ¡°En los ¨²ltimos a?os ha llegado un aluvi¨®n de gente comprando y reformando. Si el Ayuntamiento no ejecuta sus propias normas, no hace inspecciones o no sigue las denuncias y da licencias en contra de su propia normativa¡ nosotros no podemos hacer nada¡±, se lamenta Carmina Gomis (72 a?os, Valencia). Lleg¨® a la colonia hace 34 a?os. Encontr¨® su casa ¡°de milagro¡±. Hab¨ªa tanto inter¨¦s en la vivienda que incluso hubo gente que fue a preguntarle a la anterior propietaria si la vend¨ªa a la salida del entierro de su marido. Ten¨ªan un garaje que cobijaba ocho taxis. Porque esta fue conocida como la colonia de los taxistas. ¡°Hoy ser¨ªa de los Ubers¡±, ironiza Santiago.
El tercer alto en el camino ofrecer¨ªa la imagen m¨¢s potente. Aunque los dise?os originales no inclu¨ªan garaje, algunas viviendas lo han construido. De uno de ellos asoma la parte delantera de un coche, que ocupa un tramo de la calle. La puerta del garaje est¨¢ bajada hasta la altura del cap¨®. ¡°Si no quieres vivir en una planta de 50 metros cuadrados, pues a lo mejor es que la colonia no es tu sitio. Por dentro puedes hacerla a tu gusto, pero el volumen y las normas son las que son. Y no est¨¢ re?ido adaptarlas a las necesidades con mantener la esencia de las viviendas¡±, reclaman Santiago y Carmina. Desde la asociaci¨®n, aseguran, han puesto varias reclamaciones ante el Ayuntamiento.
El delegado del ?rea de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica que el Ayuntamiento ¡°recibe y da seguimiento a todas las reclamaciones que formulan los vecinos¡± de las colonias. ¡°Otra cosa¡±, a?ade, ¡°es que muchas veces nos encontremos con cierto desconocimiento sobre la interpretaci¨®n de las normas. No todas las colonias tienen perfectamente definidas las exigencias arquitect¨®nicas y no todo lo que pueda parecer una irregularidad lo es¡±. Para Fuentes, las colonias ¡°son elementos representativos de una forma de vida. Han de ser cuidadas y protegidas para garantizar su permanencia¡±.
De vuelta a la colonia, Gloria ?lvarez (81 a?os, Madrid), nacida en el chalet n¨²mero 242, opina sentada en el sal¨®n de su casa que la colonia ¡°ha cambiado en todo. Esto era un pueblo. ?ramos familia. El cambio empez¨® cuando la gente se fue haciendo mayor y hab¨ªa que seguir subiendo escaleras¡±.
Santiago y Carmina creen que, aunque es dif¨ªcil, a¨²n se puede recuperar el esp¨ªritu original. Para ello, la asociaci¨®n quiere retomar la gesti¨®n del Casinillo, un local propiedad del Instituto de la Vivienda que la colonia alquil¨® durante a?os y que ejerc¨ªa de centro social y cultural. ¡°Hist¨®ricamente, hemos sido los vecinos los que hemos salvado las colonias. Vivir aqu¨ª requiere un sentido de pertenencia y un cierto compromiso, por eso es importante que tengamos un punto de encuentro, para poder fomentarlos¡±, concluye Santiago.
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