Adi¨®s a las fronteras entre arte y arquitectura
Un grupo de creadores espa?oles quiso abolir en el tardofranquismo toda categor¨ªa art¨ªstica a trav¨¦s de pinturas, esculturas y muebles que ahora re¨²ne la exposici¨®n ¡®Formas industriales¡¯
Reventaron las inc¨®modas costuras de la creaci¨®n. Los autores del Movimiento Moderno internacional, aquel que quiso cambiar el espacio habitado durante la primera mitad del siglo XX, renegaron de unas categor¨ªas art¨ªsticas que deb¨ªan diluirse en el oficio total de la arquitectura. A este impulso integrador se sumaron espa?oles como Miguel Fisac, el tambi¨¦n arquitecto Javier Carvajal, el escultor N¨¦stor Basterrechea, el pintor Jes¨²s de la Sota (hermano de Alejandro) o los miembros del Equipo 57, militantes de la geometr¨ªa y el antifranquismo. Algunos de sus trabajos m¨¢s paradigm¨¢ticos se reunen ahora en la exposici¨®n Formas industriales, de la galer¨ªa Jos¨¦ de la Mano, en Madrid. Una enmienda al viejo orden del arte en las postrimer¨ªas de la dictadura.
La Caja vac¨ªa de Jorge Oteiza, a la que tambi¨¦n llamaba Mueble espiritual, creada para financiar el Partido Comunista, irrumpe en la primera sala de la muestra junto a dos banquetas triangulares, mobiliario dibujado en 1961 por el Equipo 57. El escultor dej¨® en aquel grupo de j¨®venes su impronta de revolucionario con txapela que, en palabras del comisario Pedro Reula, ¡°guardaba entre sus ideales el modelo y la doctrina de la Bauhaus¡±. La escuela alemana que quiso abolir las disciplinas art¨ªsticas en pro del dise?o y su producci¨®n serial influy¨® a ?ngel Duarte, Agust¨ªn Ibarrola o Juan Cuenca, la n¨®mina del Equipo 57. Estos encargaron una serie de muebles a la cooperativa industrial Danona que se vender¨ªan desmontados y en caja de cart¨®n, una suerte de Ikea espa?ol medio siglo antes de que la empresa sueca dominara los hogares del mundo.
Oteiza realiz¨® algunas mesas y sillas para su mecenas, el empresario Juan Huarte, que pose¨ªa en el Paseo de la Castellana de Madrid un piso familiar por decorar. Nestor Basterrechea tambi¨¦n trabaj¨® para ¨¦l, tal vez por influjo del vasco universal, que ya hab¨ªa plantado en el recibidor de la C¨¢mara de Comercio de C¨®rdoba un contundente mostrador de hormig¨®n, recubierto por teselas negras, encargo de los arquitectos Rafael de la Hoz y Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa de Paredes. La carrera de Basterrechea atendi¨® numerosos frentes: desde la pintura y la escultura hasta la fotograf¨ªa o el cine, pero en el dise?o encontr¨® un campo de experimentaci¨®n formal vinculada a la utilidad. En la primera sala de la muestra se miran frente a frente dos de sus mesas de centro, delineadas en 1958 para H Muebles. El desplazamiento de los ejes es producto de una investigaci¨®n pl¨¢stica sin parang¨®n en el contexto espa?ol, como indica Jos¨¦ de la Mano.
M¨¢s all¨¢ de la selecci¨®n de piezas, provenientes de siete colecciones privadas, el reto ha consistido en conferir al mobiliario la categor¨ªa de arte sin peanas escult¨®ricas u ¡°otros recursos demasiado artificiales¡±, relata el galerista. Y prosigue: ¡°Quer¨ªamos presentar las mesas o las sillas en las mismas proporciones con que se dise?aron¡±. A tal fin han extendido una tarima blanca que define los tres espacios del recorrido y esconde el parqu¨¦, para resaltar as¨ª los distintos formatos expuestos. Del pintor Jos¨¦ Mar¨ªa de Labra cuelga en la segunda sala un ¨®leo, un juego de caf¨¦ ¨Dporcelana Bidasoa¡ª y su maqueta preparatoria para una celos¨ªa de madera. Este objeto represent¨® a Espa?a en la Feria Mundial de Nueva York de 1964. Como lo hizo la butaca de cuero junto a la que se halla, llamada Silla Biosca por el arquitecto Javier Carvajal.
Carvajal hab¨ªa emprendido con anterioridad relevantes proyectos de interiorismo, como el de aquella flamante tienda Loewe en la calle Serrano de Madrid. Con motivo de la reforma del establecimiento, sustituy¨® las carpinter¨ªas en 1959 y amuebl¨® las estancias con modernos asientos que m¨¢s tarde se har¨ªan hueco en los libros de historia del dise?o espa?ol. ¡°Este periodo suele estudiarse por separado: por un lado los dise?adores, por otro los artistas y por otro los arquitectos. Sin embargo, compartieron ¨¦poca y los unos bebieron de los otros. En aquellos a?os grises, la creaci¨®n era una v¨¢lbula de escape que adem¨¢s ten¨ªa la pretensi¨®n de cambiar la sociedad¡±, concede el galerista frente a una tela de Jes¨²s de la Sota, quien sustituy¨® los pinceles por el comp¨¢s y la sierra de madera. En 1970 se lanz¨® junto a su cu?ado a una aventura empresarial que no fue del todo comprendida: Cores y Sota, mobiliario moderno en la madrile?a calle de Jorge Juan.
Los tubos de acero continuos, sin ninguna junta, que al doblarse configuraban la estructura misma, se hicieron frecuentes en aquellas mesas auxiliares y sillas que ¨¦l mismo manufacturaba. Los bienes de uso se consideraban todav¨ªa un arte menor, lo que no ech¨® por tierra las primeras pantallas de iluminaci¨®n que Miguel Fisac dise?¨® a mediados de los cincuenta. El maestro de la arquitectura moderna dibujar¨ªa despu¨¦s una serie de soportes rectangulares para luces fluorescentes que terminaron por instalarse en uno de sus inmuebles, la mastod¨®ntica sede del Centro de C¨¢lculo Electr¨®nico, en la Ciudad Universitaria de Madrid, donde se probaron los primeros equipos IBM. Tras iluminar a toda una generaci¨®n de inform¨¢ticos, descansan sobre la pared de esta galer¨ªa.
Formas industriales puede verse en la galer¨ªa Jos¨¦ de la Mano de Madrid (calle Zorrilla, 21, bajo derecha) hasta el 30 de octubre. Entrada gratuita y hasta completar aforo.
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