Manuel Segovia: ¡°No somos un Ballet Folcl¨®rico¡±
Ib¨¦rica de Danza estrena en Las Rozas el tr¨ªptico ¡®Consagraci¨®n¡¯, en el que queda manifiesto su inter¨¦s por innovar desde el folclor
Va a contracorriente Manuel Segovia (Segovia, 1959) de lo que las multitudes consideran folclor. Lo defiende y lo respeta en su forma original, pero lo trasgrede y manipula cuando lo lleva a escena, porque cree que es l¨ªcito y necesario hacerlo. Diferencia y separa en su cabeza la danza espa?ola a secas de la danza espa?ola esc¨¦nica, que es lo que ¨¦l ha venido haciendo con su compa?¨ªa Ib¨¦rica de Danza desde que, junto a Violeta Ruiz, la fund¨® en 1993, cuando ya practicaba lo que ahora tiene nombre. Porque el t¨¦rmino neofolk dentro de la danza contempor¨¢nea es m¨¢s joven que su compa?¨ªa.
¡°El folclor es maravilloso, es un legado ¨²nico, supone un patrimonio cultural important¨ªsimo, pero est¨¢ hecho desde un c¨®digo que permanece abierto. Y los c¨®digos se pueden usar para que surja algo nuevo. Hace 30 a?os que ganamos el Certamen Coreogr¨¢fico de Madrid con Campos de sol y luna, justamente por hacer esto, y de all¨ª naci¨® la compa?¨ªa, siempre con esa intenci¨®n¡±, explica. ¡°No somos un Ballet Folcl¨®rico¡±.
Salvando las distancias y estilos, no es muy diferente a lo que hizo William Forsythe con el ballet acad¨¦mico, cuando se plant¨® frente a los bailarines del Ballet de Frankfurt en los ochenta y les pregunt¨®: ¡°?Qui¨¦n estableci¨® que esta t¨¦cnica maravillosa es solamente ¨²til para escenificar cuentos de hadas?¡± Pues la misma inquietud tuvo Segovia frente a los usos y maneras tradicionales de las danzas espa?olas.
¡°Ninguno de mis maestros, y tuve los mejores, me dijo que los c¨®digos del folclor estaban cerrados y serv¨ªan ¨²nicamente para hacer folclor¡±, asegura. ¡°As¨ª que siempre he cre¨ªdo que con el mismo lenguaje se puede hablar distinto. El fin ¨²ltimo de la danza est¨¢ en las emociones que produce. La t¨¦cnica importa, los pasos importan, las formas importan¡ pero el p¨²blico cuando viene, lo que busca y necesita son emociones¡±.
Y emocionarlos con su danza es lo que pretende esta noche, cuando estrene en ¨²nica funci¨®n Consagraci¨®n, en el Teatro Garc¨ªa Lorca del Centro Cultural P¨¦rez de la Riva, de Las Rozas, donde Ib¨¦rica de Danza tiene residencia. La obra es un tr¨ªptico conformado por las piezas V¨¦rtigo, Testimonio y su propia versi¨®n de La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinsky, que juntas son ilustraci¨®n perfecta de su filosof¨ªa y modo esc¨¦nico. Manuel Segovia no tuvo ning¨²n reparo en invitar a colaborar y a acompa?arle en el proceso al joven core¨®grafo Gonzalo D¨ªaz, director de la compa?¨ªa caraBdanza, que aborda un contempor¨¢neo cl¨¢sico partiendo de la t¨¦cnica Graham.
Misticismo
¡°Trabajamos juntos desde un c¨®digo abierto, donde sientes el folclor, pero ves el contempor¨¢neo porque van armonizados, abordados desde una nueva v¨ªa. Al mismo tiempo, el conjunto de las tres piezas emana religiosidad, tiene un tono lit¨²rgico y m¨ªstico, incluso Consagraci¨®n, que describe un ritual pagano que tiene que ver con aquello del sacrificio de una por el bien de todos¡±.
?l sabe que son incontables las versiones de La consagraci¨®n de la primavera, coreograf¨ªa originalmente estrenada por Nijinsky hace m¨¢s de un siglo, pero modestamente cree que hay algo que puede aportar. ¡°S¨ª, claro. Hay muchas versiones y esta es una m¨¢s. Stravinsky nunca lo admiti¨®, pero resulta evidente que su obra part¨ªa del folclor. Y es desde ah¨ª que podemos aportar nuestro background, darle una imagen m¨¢s nuestra, bail¨¢ndolo desde nuestras emociones y sentimientos, desde la profundidad de cada uno de nuestros doce bailarines¡±.
Las otras dos creaciones del tr¨ªptico terminan de materializar el ideario de Segovia para su compa?¨ªa. V¨¦rtigo, la primera, ¡°es una indagaci¨®n en el folclor y sus ra¨ªces que resalta la importancia esc¨¦nica de la danza espa?ola, que a veces siento como denostada¡±. En ella recupera la poes¨ªa m¨ªstica de San Juan de la Cruz. ¡°Usamos su palabra y la bailamos¡±, admite. En contraste a este misticismo cristiano contrapone la espiritualidad suf¨ª, en Testimonio, una obra ¡°cien por cien Ib¨¦rica de Danza¡±, como le gusta decir, que a su vez se compone de tres miniaturas coreogr¨¢ficas de aires ex¨®ticos, que fueron ideadas para la compa?¨ªa por Antonio Najarro y Diana San Andr¨¦s. Es una pieza recuperada del pasado, que apuesta por la danza estilizada y no esconde su inter¨¦s por la belleza y la armon¨ªa de los cuerpos, algo que siempre ha estado tambi¨¦n presente en sus propias creaciones.
Una vida en danza
Vivir por la antigua plaza Vázquez de Mella (hoy de Pedro Zerolo), cerca de la Escuela de danza de Karen Tarf, en el barrio de Chueca, fue decisivo en la vida profesional de Manuel Segovia. No fue a la escuela, sino que ella vino a buscarle a la plaza, encarnada en unas alumnas y amigas que necesitaban hombres para un acto. “Me gustó tanto, que seguí. Fue su hija, Juanita Tarf, la que me dijo que tomara clases con el Ballet Nacional de España, cuando Antonio lo dirigía, y allí aprendí con los grandes: Aurora Pons, Pedro Azorín, Juanjo Linares o el maestro Pericet. Con ellos aprendí de danza pero también de la vida. Hice audiciones luego en La Zarzuela, y Alberto Lorca me cogió para el Ballet Antología, donde conocí a Violeta [Ruiz], con quien acabé fundando Ibérica de Danza”. Desde entonces, atesora experiencias inolvidables, un Premio Nacional de Danza (2001) y giras llevando la danza española a lugares recónditos del mundo. Pero sobre todo, es dueño de un importante catálogo de obras de lo más variado, como demuestran coreografías recientes: Carmen vs Carmen, Quixote, Fígaro o Picasso en danza.
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