Dos mujeres que huelen a guerra y escriben r¨ªos de sangre
El Teatro del Barrio acoge una adaptaci¨®n teatral de Miguel Rell¨¢n de ¡®Contarlo para no olvidar¡¯, un di¨¢logo entre Maruja Torres y M¨®nica Garc¨ªa Prieto
Dos mujeres est¨¢n sentadas alrededor de una mesa y se encienden, se levantan, se revuelven el pelo, carcajean, se emocionan, se desgastan. Recuerdan episodios de sus andanzas period¨ªsticas: la violencia de los conflictos, la tensi¨®n de redactarlos, de esconderse, de raspar para encontrar algo m¨¢s. Una de ellas cita las palabras de una compa?era de profesi¨®n del diario liban¨¦s An Nahar: ¡°Los hombres hacen la guerra. Las mujeres damos vida a quienes hacen la guerra, a quienes nos matan, a quienes nos violan. Nosotras sufrimos las consecuencias, al tiempo que preservamos la vida¡±. El di¨¢logo fue real, una conversaci¨®n entre las reporteras Maruja Torres y M¨®nica Garc¨ªa Prieto para el libro Contarlo para no olvidar (5W). Y el Teatro del Barrio en Madrid recrea esas reflexiones vibrantes en una obra hom¨®nima gracias al director Miguel Rell¨¢n y a las actrices Amparo Pamplona e Isabel Serrano, desde el 30 de septiembre hasta el 24 de octubre.
El tama?o, la intuici¨®n, y el azar fueron los elementos que llevaron el texto a las manos de Rell¨¢n (Tetu¨¢n, 77 a?os). ¡°Me dejo el dinero en todas las librer¨ªas del mundo, pero mi habitual es La buena vida. Yo leo en el metro, y ah¨ª tienen unos libros maravillosos, de estos que caben en el vaquero. Adem¨¢s, a Maruja la conoc¨ªa de hace mucho tiempo y de M¨®nica ten¨ªa muy buenas referencias¡±, comenta el tambi¨¦n actor, que en esta ocasi¨®n ha escrito la adaptaci¨®n y la ha dirigido.
¡°El libro me impact¨®. Le di vueltas. Eran dos personas hablando durante una hora y 20 minutos. Es antiteatral, pero ?por qu¨¦ no?¡±, cuenta por tel¨¦fono. Despu¨¦s de entrevistarse con ellas, se puso a discernir sobre lo que era imprescindible. Adaptarlo le cost¨® ¡°sangre¡± porque ve¨ªa que todo el contenido ¡°era carne¡±. ¡°Decid¨ª comenzar con una presentaci¨®n biogr¨¢fica de aquellas periodistas. Y despu¨¦s hice encaje de bolillos para que estuviera equilibrado; que no se hablara solo de pol¨ªtica, que tratara aspectos ¨ªntimos y, sobre todo, que plasmara lo que hay tras las guerras y tras los intereses: el ser humano, las v¨ªctimas¡±.
Ese arrojo cautiv¨® a Pamplona (Madrid, 72 a?os): ¡°Tuve la absoluta seguridad de que me iba a enriquecer como actriz y como persona¡±. Se prepar¨® para poner en su boca las reflexiones de Torres, a quien considera un personaje ¨²nico. ¡°Estoy leyendo su libro Mujer en Guerra y cada p¨¢rrafo es una lecci¨®n de filosof¨ªa humana, de persona que est¨¢ pasando por la vida de una forma muy especial y profunda. Lo que me llama la atenci¨®n es ella, una persona que se ha hecho a s¨ª misma, un caso clar¨ªsimo de mujer luchadora, llena de coraje y con una ¨¦tica muy suya¡±, apuntala sobre la ganadora de los premios Planeta y Nadal, que ha contado los conflictos de Libia, Panam¨¢ y Palestina. Se adentr¨® en su manera de vestir colorida, en sus expresiones malsonantes, en su sentido del humor que levanta oleadas de risas en la sala. ¡°Ser reportera es lo que tiene, que optimista no se puede ser¡±, ironiza frente al p¨²blico.
A Serrano (52 a?os, Madrid), las meditaciones del texto la conmovieron. ¡°Me pareci¨® una reivindicaci¨®n muy poderosa y una oportunidad de decir ¡®basta ya¡¯, gritarlo a garganta abierta y a boca llena. Me apetec¨ªa much¨ªsimo este proyecto por lo salvaje y por lo descarnado que es¡±, reconoce, exaltada, acerca de la corresponsal en Mosc¨², Roma o Jerusal¨¦n, que ha escrito r¨ªos de tinta sobre las invasiones de Afganist¨¢n e Irak o las revoluciones de la Primavera ?rabe. Los ensayos fueron duros, porque ten¨ªan que describir una realidad muy cruenta: sucesos traum¨¢ticos en el frente, im¨¢genes que las afectadas ten¨ªan ancladas a la mente, unos desagradables olores vivos imborrables. ¡°Esto no es una ficci¨®n y hab¨ªa d¨ªas que no pod¨ªa, que ten¨ªa que llorar, drenar para enfrentarme a la realidad¡±, confiesa la actriz.
La emotividad asoma, pero algunas veces irrumpe. El d¨ªa del estreno, que fue en el Teatro Espa?ol, Prieto estaba expectante, sentada junto a su pareja, el tambi¨¦n reportero Javier Espinosa. Cuando termin¨® la representaci¨®n, Rell¨¢n sali¨®, par¨® los aplausos y dijo: ¡°Esto pretende ser un homenaje a los corresponsales de guerra, concretamente a las mujeres. Maruja no ha podido venir, pero, por favor, ?pueden iluminar la sala? Est¨¢ ah¨ª M¨®nica¡±. La gente se giraba para mirarla. ¡°Fue un momento precioso¡±, rememora el director, ¡°Recibi¨® los aplausos de todo el mundo¡±. Torres, en cuanto pudo, tambi¨¦n acudi¨®. Y ambas, ante la obra, responden de la misma forma. ¡°Est¨¢n agradecidas, pero se quedan sin palabras. Yo lo entiendo, puede el pudor¡±, resume el director.
¨C ?Por qu¨¦ decidi¨® hacer una pieza que hablara de estos temas?
¨C Por lo que todav¨ªa me queda:a pesar de que ya no soy jovencito empec¨¦ con esto del teatro para intentar cambiar el mundo. Como ellas. Sobre esto, hay una cosa que me dijo el periodista I?aki Gabilondo: ¡°En tu oficio y en el m¨ªo el importante es el paciente, como en el de un cirujano¡±. No es para que aplaudan, es para que se hagan preguntas que nunca se han hecho. Y el primer mandamiento es no aburrir, distraer.
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