Planes con ni?os en Madrid: c¨®mo ser un dinosaurio, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales
La instituci¨®n organiza un divertido taller con mucha solera en el que los ni?os aprenden a diferenciar estos grandes reptiles extinguidos y se caracterizan como ellos
¨D?Alguien sabe c¨®mo se llama este ejemplar?¨D pregunta la educadora mientras sostiene una cabeza amenazante de dinosaurio con dos cuernitos diablescos.
¨DS¨ª¨ª¨ª¨ª¨ª¨ª¨ª, yoooooo, ?es un carnotaurus!¨D, contesta tu hijo de cinco a?os, que ha dado en el clavo y t¨² te sientes como la madre de la Pantoja y te preguntas c¨®mo es posible que ¨¦l haya retenido el nombre y t¨² no cuando eres t¨², precisamente, quien le lee libros y libros de estos seres que llevan fascinando a la humanidad desde que en el medioevo intuyeron su existencia y los convirtieron en dragones.
Casi todos los ni?os pasan en alg¨²n momento por la fase dino, en la que devoran todas las pel¨ªculas, dibujos y obras sobre la tem¨¢tica. De hecho, circula un meme con una gr¨¢fica en la que se mide el conocimiento de paleontolog¨ªa en la vida de un humano, que alcanza su m¨¢ximo en preescolar y primera infancia, casi al mismo nivel que cuando ese individuo acaba siendo paleont¨®logo y con otro pico cuando es padre. Para los ni?os inmersos en la dinosauriofilia, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) organiza este divertido taller con mucha solera, Pon cara de dinosaurio.
¡°A muchos padres les pasa, se giran al monitor y le preguntan ¡®?esto es as¨ª?¡¯ cuando sus hijos les dicen que el Pterod¨¢ctilo no es un dinosaurio sino un reptil volador y ellos no ten¨ªan ni idea. Los ni?os, que saben mucho y hacen preguntas muy bien tiradas, les dan aut¨¦nticas clases¡±, r¨ªe el bi¨®logo, educador y divulgador cient¨ªfico del museo Luis Barrera, a quienes sus compa?eros definen como el alma de una instituci¨®n que alberga 10 millones de piezas, recibe 320.000 visitas al a?o, 80.000 de ellas de ni?os, y acaba de cumplir 250 a?os.
Otra an¨¦cdota com¨²n a ni?os y mayores es que ¡°se les pasa¡±, por culpa del cine, el ligero detalle que de hombres y dinosaurios jam¨¢s coincidieron sobre la faz de la Tierra. ¡°Los primeros humanos son de hace dos millones y pico de a?os y los dinosarios se extinguieron hace 65 millones¡å, recuerda Barrera, para constatar que, al final, no sabe qui¨¦n disfruta m¨¢s. ¡°Los padres se despiden muy agradecidos porque los ni?os han aprendido y se han divertido mucho y ellos, tambi¨¦n¡±.
Pilar L¨®pez, vicedirectora de Comunicaci¨®n y Cultura Cient¨ªfica, cuenta que a su llegada al museo en 1989, justo para su reapertura tras unas largas obras, tuvo claro que hab¨ªa que poner en marcha ¡°programas educativos, con actividades atractivas, formativas y motivadoras, que fueran una experiencia divertida y estimulante y los dejara con ganas de aprender m¨¢s¡±, para que los peque?os lleguen al museo cuanto antes y contribuir a hacer de ellos ¡°personas curiosas con esp¨ªritu cr¨ªtico¡±.
¡°Hab¨ªa que desacralizar los museos y convertirlos en lugares de ocio, diversi¨®n y aprendizaje¡±, sentencia esta maestra de ciencias, pedagoga y experta en programas de divulgaci¨®n cient¨ªfica. En este contexto naci¨® este taller en 1992, convertido con el paso de los a?os en todo un cl¨¢sico de su cartelera de ocio educativo y familiar. ¡°Les ense?amos su forma de vida, su biolog¨ªa, c¨®mo se reproduc¨ªan y su extinci¨®n a trav¨¦s del juego, todo con rigor cient¨ªfico, pero permiti¨¦ndonos licencias¡±, explica L¨®pez, a lo que Barrera a?ade que, aunque los protagonistas son los ni?os, lo que buscan es que ¡°la familia participe toda unida¡±. Nada de aparcar a los ni?os en la actividad y luego recogerlos.
Y, aunque est¨¢ pensado para ni?os de entre cinco y ocho a?os, los hermanitos tambi¨¦n pueden ir. ¡°Un ni?o de 3/4 a?os tambi¨¦n se lo pasa bomba¡±, promete el educador, que opina que la raz¨®n de la locura infantil por los dinos es ¡°porque les llama la atenci¨®n y despierta su curiosidad el tama?o, la coloraci¨®n, la variedad como ocurre con los Pok¨¦mons...¡±. Tambi¨¦n porque ¡°dan miedito¡± y est¨¢n ¡°rodeados de misterio¡±.
La actividad comienza preguntando al p¨²blico qu¨¦ sabe de dinosaurios. Con las ideas que lanzan, el educador ¨Dhay una docena y son bi¨®logos, ge¨®logos, ambientalistas, pedagogos...¨D habla de c¨®mo eran, cu¨¢ndo vivieron y c¨®mo se extinguieron y les ense?a primero de paleontolog¨ªa: a diferenciar carn¨ªvoro de herb¨ªvoro por sus dientes y garras.
Tambi¨¦n se les muestran cabezas recreadas de Tiranosaurus rex, Triceratops, Velociraptor, Diplodocus, Carnotaurus y Paquicefalosaurio, as¨ª como un modelo a tama?o real de Troodon ¡°y una cosa muy curiosa de ver, un Dinosauroide, con el que alucinan ni?os y mayores¡±, relata Barrera. ¡°Fue una hip¨®tesis que lanz¨® Russell en los ochenta, hoy totalmente obsoleta. Se pregunt¨® qu¨¦ pasar¨ªa si el Troodon no se hubiera extinguido y la respuesta es que habr¨ªa evolucionado a un aspecto humanoide, con cabeza redonda, b¨ªpedo y m¨¢s inteligente¡±.
A continuaci¨®n, se les reparten unos cinturones con cola para caracterizarlos. En los primeros talleres usaban unas capas con escamas dibujadas, que despu¨¦s evolucionaron a colas. ¡°Los prototipos nos los hicieron sin cobrarnos nada en el taller de escenograf¨ªa de mi padre¡±, recuerda con ternura L¨®pez. ¡°Y zas, es autom¨¢tico, siempre pasa, es ponerles los cinturones y comenzar los ni?os a andar a cuatro patas y a rugir¡±, comenta.
Luego, les reparten unas patas de pollo de pl¨¢stico o unas telas que simulan helechos. Con estos alimentos y la cola puesta, comienza la visita a la sala de Minerales, f¨®siles y Evoluci¨®n humana, en la que podr¨¢n ver moldes o maquetas de esqueletos completos y cr¨¢neos de 11 especies distintas, entre las que destaca una copia de un esqueleto de Diplodocus carnegii, conocido como Dippy, encontrado en Wyoming y que el mecenas Andrew Carnegie don¨® al rey Alfonso XIII. All¨ª, los ni?os identifican si son carn¨ªvoros o herb¨ªvoros.
De vuelta al aula, les muestran distintos nidos y huevos ¨D¡°les choca much¨ªsimo es que los Triceratops, que les recuerdan a los rinocerontes, pusieran huevos¡±, anota L¨®pez¨D y les dan una careta est¨¢ndar de dino que ellos convierten en carn¨ªvoro o herb¨ªvoro, decoran y colorean.
¨DPerdona, se?o, ?y de qu¨¦ color la puedo pintar?¨D, pregunta con tino un ni?o.
¨DDel que quieras, no hay evidencias f¨®siles del color, no tenemos ni idea de qu¨¦ colores eran, aunque suponemos, por comparaci¨®n con los actuales reptiles y por el clima y la vegetaci¨®n, que abundaban los verdes, marrones y grises para camuflarse¨D, contesta la educadora mientras el ni?o, en un ataque de creatividad, coge un fluorescente y varios pap¨¢s con cara de oh terminan de desmitificar la peli Jurasic Park.
Como cierre, entonan una canci¨®n en la que se trabajan todos los conceptos aprendidos hasta que ¡°de repente, pataplof y todo se oscureci¨®¡± y caen al suelo simulando la gran extinci¨®n. ¡°Todos desaparecimos y quedaron nuestros primos¡±, las aves, concluye la canci¨®n mientras los ni?os, y algunos padres entusiastas, aletean por toda la sala. ¡°A m¨ª, lo que m¨¢s me ha gustado ha sido el titopato¡±, comenta al terminar uno de los m¨¢s peque?os, en referencia al Triceratops.
D¨®nde: en el MNCN, calle Jos¨¦ Guti¨¦rrez Abascal, 2. Cu¨¢ndo: domingos 21 y 28 de noviembre, lunes 1 de noviembre y martes 9 de noviembre a las 13.00 con aforo es de 20 personas. Precio: pack de 30 euros por familia o grupos de cinco personas, con entrada al museo incluida. La visita est¨¢ guiada por un educador, que hace un recorrido adaptado a los ni?os por las piezas m¨¢s emblem¨¢ticas del museo.
Otros hitos de la programaci¨®n del MNCN
Además de eventos puntuales, como la actual Semana de la Ciencia, que llevará este fin de semana un prototipo de cohete Mihura 1 a las puertas del museo, hay otras actividades que, debido a su éxito, se programan varias veces al año. Para los más pequeños destacan los cuentos de animales, desde el Calamar gigante Archi, a las Aventuras de Lincelot, Vega la Ballena, Un panda muy Chulín ¨Dque está disecado junto a su madre en el museo¨D y el Sapo Party, en los que se trabaja la biología del animal, donde vive, cómo se alimenta y su estado de conservación y se hace una manualidad, como una huella de lobo o una máscara de panda. En Soy un cavernícola aprenden la evolución humana disfrazados de prehistóricos con pieles y pelucones despeinados, conocen los distintos homínidos a través de máscaras, ven los fósiles, hacen su propia punta de sílex y participan en una cacería del mamut.
Para niños a partir de ocho años, están entre otros el taller Microbiólogos por un día, sobre virus y bacterias que, en tiempos de pandemia, causa furor; así como Experimentaria biológica, donde los niños pueden ver con lupa una gota de agua o una egagrópila ¨Dbolas de restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras¨D y Experimentaria paleontológica, en la que excavan fósiles.
También se pueden celebrar cumpleaños científicos para entre cinco y 12 años, que retomarán en breve tras el paréntesis de la covid. Con 25 niños para dos educadores, son hora y media de actividades que se eligen entre ocho propuestas que van desde aventura jurásica a cavernícolas y osos del mundo (220 euros) y media hora de merendola con tarta (180). En total, 16 euros por niño.
Y lo que ya es de película es pasar una noche en el museo, literalmente, durmiendo en un saco en el suelo. La actividad, que se llama Investiga con tu hijo, comienza a las ocho de la tarde del sábado y termina a las nueve de la mañana del domingo e incluye cena y desayuno y actividades de 20.00 a 00.00. Es para niños entre seis y 12 años acompañados al menos de un adulto y seis educadores y cuesta 25 euros por persona. Ya se ha retomado con los colegios y esperan volver a abrirla pronto a las familias.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.