Una mujer c¨®mica y anacoreta con ansias de libertad
¡°Las c¨®micas saldr¨¢n sin miedo y estar¨¢n al lado de los hombres¡±, revindica la leyenda de La Baltasara al destapar la verdad sobre su huida a una cueva en Cartagena
![La actriz Pepa Zaragoza en el ensayo general de la obra de teatro 'La Baltasara' en el Teatro de la Comedia de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XZQBMK4DWJGCNFM5CGY53TXLKM.jpg?auth=b887840ee437d9ee19e82434e0f88780238a9bfdc1b3c5708d63d97ab0539819&width=414)
![Patricia Segura](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Ff21ede42-11a9-41cd-a2d4-b067a82eb9c4.jpg?auth=7b22140757ec246fbb9a71c477676c9c9ebcfe089c2213f6cea50d62d0ee23d1&width=100&height=100&smart=true)
¡°?Me seguir¨¢n llamando la divina Baltasara?¡±, se pregunta mientas se r¨ªe a carcajadas la actriz, ataviada con unos trapos blancos. Pepa Zaragoza, que interpreta a la c¨®mica, rememora su pasado en los escenarios de los corrales de teatro del siglo XVII. Ninguno de sus amantes la conoc¨ªa por su verdadero nombre. ¡°?Mendigaban mucho m¨¢s que coplas!¡±, lamenta Ana con vehemencia. Un peque?o altar con una campana y una cruz preside el escenario del Teatro de La Comedia, donde se destapa la verdad de su huida a una cueva en Cartagena en busca de libertad.
La leyenda cuenta c¨®mo la mujer abandon¨® el corral de La Olivera en Valencia, indignada por los rumores de su retirada. Sus admiradores aventuraron la raz¨®n de su huida. En aquella ¨¦poca, se dec¨ªa que hab¨ªa sentido la llamada de Dios. Pero, con tanta fuerza como sensibilidad, la obra escrita por Inma Chac¨®n, ahonda en los verdaderos motivos de su liberaci¨®n. La dramaturga atribuye su decisi¨®n al hartazgo de tener que estar siempre perfecta y soportar que los hombres tuvieran el derecho a acosarla.
Las mujeres del Siglo de Oro espa?ol empezaron a subirse a los escenarios y a crear compa?¨ªas como directoras y autoras. La Baltasara era una de ellas, pero no todas pod¨ªan hacerlo. ¡°O casada, o viuda, o bajo la tutela del padre¡±, protesta la c¨®mica sobre el escenario, en el que la acompa?a su marido Miguel, interpretado por el m¨²sico y actor Nacho Vera.
Muchas mujeres c¨®micas de la nobleza se retiraban a conventos a modo de jubilaci¨®n para poder estar ¡°tranquilas¡±, seg¨²n desvela la creadora de la obra. ¡°?No quiero ser santa!¡±, repite La Baltasara mientras remueve con furia el agua de una benditera. No se les pod¨ªa enterrar en sagrado. Antes, ten¨ªan que dejar su vida libre de pecados porque la Iglesia quer¨ªa prohibir el teatro y los bailes. ¡°Al¨¦jate de la lujuria y la soberbia¡±, le dec¨ªa el cura con el que se confes¨®, obligada por su padre, cuando era peque?a.
Tras un tr¨¢gico episodio, la c¨®mica describe con pasi¨®n sus d¨ªas de gloria en el anfiteatro, acompa?ada por la melod¨ªa de un ¨®rgano, un ukelele y una arm¨®nica. La actriz interpreta a un caballero de la corte con un chaleco de cuero. ¡°Ella era famosa porque hac¨ªa papeles de hombre¡±, revela su int¨¦rprete.
![Pepa Zaragoza y Nacho Vera estrenan la obra de teatro 'La Baltasara' en el Teatro de la Comedia de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YSJV7JG2HRGKTCMPGDTZNFBA2M.jpg?auth=68e8395cd5882a1829fb7b4eb73c9c2d7a0a898674158f7be7b2752d419ef684&width=414)
El mon¨®logo surge de la necesidad de hablar de ellas, las c¨®micas, m¨¢s all¨¢ del escenario. El discurso transcurre a trav¨¦s de una sutil combinaci¨®n de la comedia y el drama de la vida de la protagonista. Se encierra en el camerino y se maquilla frente al espejo, decorado con bombillas que desprenden una luz estridente. ¡°La imagen glamurosa de las actrices nada tiene que ver con la artesan¨ªa de nuestro oficio¡±, defiende Zaragoza.
Con sus pies descalzos y al son de una zarabanda la c¨®mica articula los ¨²ltimos versos de su carrera: ¡°Aqu¨ª est¨¢ la Solimana del Solim¨¢n del Oriente¡±. En las paredes de la sala se proyectan las sombras de su figura, que da vueltas con un vestido de volantes. La protagonista acaba en el suelo.
El eco de la voz de la protagonista resuena entre la penumbra de la sala. La actriz relata los versos de la obra Fuenteovejuna de Lope de Vega, mientras intenta contener las l¨¢grimas. Su decisi¨®n le obliga a desquitarse de lo que m¨¢s ama, el teatro. Es el precio que debe pagar por su libertad: ¡°?Qu¨¦ culpa tenemos nosotras de los deseos que despertamos?¡±.
Cuatro siglos despu¨¦s, la leyenda de la c¨®mica sigue siendo de rabiosa actualidad. La Baltasara fue vapuleada por los hombres de su ¨¦poca. ¡°Fue una mujer sometida a las fuerzas de su tiempo, que, desgraciadamente, son muy parecidas a las de ahora¡±, declara su director Chani Mart¨ªn. Pepa Zaragoza simpatiza con la protagonista: ¡°Por ser mujer y dedicarme al mundo del espect¨¢culo, he sentido que deb¨ªa justificar que era una buena chica, decente y respetable¡±.
La actriz coloca su atuendo en el suelo y se despide. ¡°Las c¨®micas saldr¨¢n sin miedo y estar¨¢n al lado de los hombres¡±, sentencia con intensidad tras cerrar las puertas de un confesionario. La Baltasara vuelve a sentir el calor del p¨²blico. Esta vez, tras contar su verdadera historia.
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